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14 de Enero de 2018
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La etapa maratón del Rally Dakar no tuvo piedad

En condiciones durísimas de frío, lluvia, barro y altura, el francés Stéphane Peterhansel tuvo múltiples roturas en su Peugeot al chocar contra una piedra

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Si las etapas maratón del Rally Dakar históricamente significaron jornadas de exigencia deportiva para pilotos y vehículos, el traslado de La Paz a la ciudad del salar más extenso y alto de la tierra fue todavía más traumático, porque el frío, la lluvia, el barro y la altura fueron los principales protagonistas de ayer. Al cabo, las consecuencias las sufrieron varios de los principales candidatos en diversas categorías.

 

Este Dakar ni siquiera tuvo clemencia con su principal estrella, el corredor del auto imbatible. "Destruí el coche", fue lo primero que dijo Stéphane Peterhansel apenas descendió de su Peugeot en el vivac de Uyuni. El francés, 13 veces campeón de esta competencia, rompió los amortiguadores de su rueda trasera izquierda y el triángulo de dirección luego de chocar contra una piedra en un camino rodeado de vegetación. En el kilómetro 186 de la especial, Monsieur Dakar debió esperar la ayuda de su gran amigo Cyril Despres, que viajaba con el coche cargado de repuestos acordfes con la etapa maratón. La transitoria solución dejó al principal favorito a 1h20m46 segundos de otro compañero de equipo, el español Carlos Sainz. Hoy los aguarda otra jornada exigente: 500 kilómetros cronometrados hasta Tupiza.

 

Los problemas y los abandonos para una gran cantidad de pilotos se sucedieron: entre los albicelestes, Pablo Copetti, tercero en la general de cuatriciclos, desertó por problemas mecánicos, y el motociclista Franco Caimi acumuló diversos inconvenientes en las últimas dos recorridos por Bolivia, entre ellos una fuerte caída. El local Juan Carlos Salvatierra, en tanto, rompió el chasis de su moto y el altiplano se quedó sin su referente.

 

Sin asistencia mecánica ni equipos, que fueron derivados a Tupiza, cada uno de los pilotos que fue arribando al vivac de Uyuni -el destacamento militar LOA- debió realizar la verificación de su vehículo y después dejarlo en el parque cerrado. De un lado, motos y cuatriciclos; del otro, camiones y autos. A partir de ahí, sólo ellos mismos fueron los responsables de reparar sus máquinas. "La mecánica no es mi fuerte pero no queda otra. En los últimos 60 kilómetros le pedía a Dios que no me deje tirado. Con el agua y el barro la moto empezó a fallar e incluso se paró varias veces", explicó el salteño Luciano Benavides, debutante en la competencia. Por ende, fue uno de los que atravesó su primera maratón. "Y además sufrí mucho la altura", agregó. Ayer, en un tramo, los pilotos superaron los 4000 metros sobre el nivel del mar.

 

Los propios protagonistas lo admitieron: la séptima etapa fue la más cruda en lo que va de la edición 2018. Joan Barreda Bort se quedó con el triunfo en motos pero culminó su tarea con dolores en la pierna izquierda, que ponen en duda su continuidad en la carrera. Al español se le cayó su vehículo encima. "Tuvimos lluvia a lo largo de 350 kilómetros. La navegación está más complicada que en Perú, las dunas tienen vegetación y es complejo marcar un camino. El barro te tapaba las antiparras permanentemente y a mí se me metió en el acelerador; llegué al final haciendo más fuerza que la habitual", contó. "Los terrenos fueron muy difíciles y cambiantes", agregó el líder de la general, el francés Adrien Van Beveren.

 

El cordobés Jeremías González Ferioli, tercero en la general de cuatriciclos, prende velas. "Fue la peor etapa. Por un problema eléctrico se paró la máquina. Ahora, al menos, espero llegar a Tupiza y que los mecánicos me lo arreglen".

 

Uyuni, de todos modos, estuvo feliz. La ciudad del salar de las fotos en las que resulta complejo distinguir el horizonte vibró con el paso de cada vehículo. En sintonía con el trazado cargado de adversidades para los competidores, la lluvia también dificultó el acceso a esa planicie de singular belleza, un lugar incomparable en el mundo. Sin embargo, sus habitantes parecieron ajenos a todo eso. Las calles lucieron repletas y recuperaron el color que tuvieron en sus primeros años con el Dakar, un furor que comenzó en 2014. De sus 30 mil habitantes, difícilmente alguno se haya quedado en su casa. Con banderas de Bolivia a cada paso, parecieron desentendidos de las pesadillas que el recorrido les puso por delante a estrellas como Peterhansel o Barreda.

 

Algunos argentinos, sin embargo, se mostraron con la misma calidez de los lugareños. "Sé que para otros fue complicado. Por suerte yo no tuve problemas", dijo Lucio Álvarez, 10° en autos. En tanto que Federico Villagra, 2° en la general de camiones, no perdió la sonrisa. "Nosotros tuvimos suerte. Las cosas a arreglar son detalles pequeños. Toco madera".ß

 

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