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11 de Junio de 2018
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Oberdán Rocamora

Crédito electoral del Fondo y papelón de Jerusalén

El Ángel Exterminador que no entendió el juego geopolítico de la reciprocidad.

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Desde Haifa a Jerusalén

“Tres meses atrás, Macri ya sabía que los israelíes planificaban el desplazamiento del partido de fútbol”, confirma la Garganta.
“Desde Haifa a Jerusalén”.
La picardía es adjudicada a la ministra de Cultura y Deportes, señora Miri Regev.
Pero la idea de jugar en el Estadio Teddy Kollek, desde el principio, la movilizaba el Primer Ministro Binyamin Netanyahu, El Bibi.
La presencia de Lionel Messi en el césped del Teddy Kollek, sumado a la venerable fotografía con el kipah, ante el Muro de los Lamentos, proponía una imagen infinitamente más penetrante y eficaz que la apertura de una oficina diplomática cualquiera. Como la encarada por el Estados Unidos de Donald Trump, El Peor Perro de Fuego. Con el seguidismo incondicional de Guatemala y Paraguay. Y con los centenares de muertos prescindibles que provocaba la medida gestual.
Muertos baratos, habituales, descartables, palestinos.

 

Carolina Mantegari

 

 

Contra el populismo

El crédito stand by del Fondo Monetario Internacional mantiene un ostensible contenido re-electoral.
Un auténtico blindaje para el presidente Mauricio Macri, El Ángel Exterminador. Mensaje de “apoyo del sistema financiero”. En su pugna contra el populismo, o sea contra “las locuras del peronismo”.

Como lo manifestó el Ángel durante el re-lanzamiento de su campaña, desde el Canadá francófono. Con la exhibición del apoyo total de la señora Christine Lagarde, Madame Bobary. Y de “los grandes líderes mundiales” del Grupo de los 7. Como el recatado francés Macron y la severa alemana, señora Merkel. O el pendex Trudeau. Los que invitaron al Ángel por el privilegio alfabético de ser Argentina la sede de la próxima cumbre del Grupo de los 20. Selecto club al que Argentina pertenece, pese a la actual economía de frontera, por las aplicaciones económicas de los aún no reconocidos años 90. Cuando el país era conducido por otra vertiente del populismo denostado, aunque por entonces más presentable en sociedad.
Aparte de salvar al Ángel, el crédito re-electoral de 50 mil millones de dólares amordaza al Estado Argentino durante 36 meses. Abarca 18 meses del próximo ciclo de gobierno, que debiera ser conducido, justamente, por el mismo Angelito. Y nunca por los populistas de la magnitud de J.M. Urtubey, El Hermoso Brummel, o de J.M. De la Sota, Hugo Boss, o por Sergio, Titular de la Franja de Massa.
O mucho peor por La Doctora, la última madre de “todas las locuras” del peronismo, que Macri se obstina en denunciar, fuertemente soldado por los poderosos que lo aceptan, miman y celebran.
Al margen de las fotografías expresionistas, cabe consignarse que el apoyo principal procede de Estados Unidos, que hace la visible pata ancha en el Fondo, y atiende a los financistas sensibles que no vacilaron en manifestar al ministro Caputo, El Toto (que les pertenece), que no había más dinero, desde el ámbito privado, para financiar el déficit argentino. Correspondía tramitar, en adelante, en el Fondo providencial, hasta sumergirse en él. Para diseñar, en efecto, el plan económico que en la Argentina faltaba. Porque se limitaban, hasta entonces, a las vacilaciones de la franelita oral del gradualismo.
Para armar el master plan junto al prolijo y hacendoso ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, Bruno Gelber. Como privilegiado intermediador ante Madame Bovary.

 

Sin embargo Argentina no estaba automáticamente abonada a la estrategia geopolítica del aliado brutal, El Peor Perro de Fuego, Donald Trump. Como sí lo estaba Guatemala, Paraguay, Honduras, que de inmediato encararon el trámite express, administrativo, de abrir las oficinas en Jerusalén y denominarlas embajadas. A los efectos de incendiar aún más la región, mientras pasan al cuarto el status de Jerusalén para las Naciones Unidas, que prefiere mantener las burocracias activas en Tel Aviv. 

 


En simultáneo la Argentina de Macri, la aliada privilegiada del brutal Estados Unidos de Trump, no se atrevía a trasladar la embajada a Jerusalén.
Pero se elaboraba, separadamente, la majestuosa complicidad en un acto superador. La intrascendente organización del partido de fútbol amistoso, entre los seleccionados de Argentina y de Israel. En vísperas del Torneo Mundial de Rusia, el país que más problemas, hasta aquí, le deparó a Trump. Junto a las atractivas actrices porno que se enriquecieron apenas por la casualidad de haber conocido al Perro de Fuego, en sus aspectos más íntimos.
El partido iba a disputarse, pour la galerie, en la portuaria y costera ciudad de Haifa. Aunque secretamente se tergiversaba el match hacia Jerusalén. Contaban con la vista distraída, o meramente gorda, del Poder Ejecutivo argentino. Aunque el eficiente señor Canciller Jorge Faurie, El Amigo de Blanca Nieves, gerente del área exterior de la Argentina Socma cumpliera en advertir, a través de una nota inofensiva, sobre la inconveniencia diplomática de jugar en Jerusalén. La nota, enviada para constar en actas, pasó por los diversos jefes del señor Canciller. Primero, por Fulvio Pompeo, Ptolomeo, imitador de Jorge Castro y peldaño anterior de Marcos Peña, El Pibe de Oro, el celoso cuidador de los últimos quince metros de acceso al Uno, El Ángel Exterminador.

 

Hawaianas

En Mar del Plata, en diciembre de 2001, 32 caceroleros, en pantalón corto y chancletas hawaianas, se las ingeniaron para voltear al presidente Adolfo Rodríguez Saa, El Dios de la Puntanidad. Con la ayuda sustancial de cierto atorrante que facilitó, por la puerta de Entre Ríos, el acceso al Congreso de Buenos Aires. A los efectos de incendiar un sillón y generar el descontrol para los televisores que contemplaban, perplejos, millones de asustados.
Con semejante antecedente, a nadie puede asombrar que 30 argentinos expatriados, con la ayuda de algún catalán solidario con la causa Palestina, armados de un prepotente megáfono, se las hayan ingeniado para amedrentar, hasta doblarlos, a los jugadores argentinos en el predio deportivo de Barcelona.

 

Bastaba con exhibir casacas y banderas ensangrentadas. Con súplicas multiplicadas a Messi, a Di María e Higuain, para que no legitimaran a los israelíes en Jerusalén.
La epopeya fue complementada con un emotivo llamado de Tapia, El Chiqui, presidente de AFA. Para contribuir “a la paz mundial”. O sea, a la suspensión que Israel tomaba como un efectivo desaire. Por la falta de cumplimiento del acuerdo establecido. Porque habían puesto millones anticipados de espiritualidades verdes, en blanco y en negro, que alguien se los llevó. Para anunciar el partido con la cobertura inicial de Haifa, pero para tergiversarlo en Jerusalén. Como si los otros, en este caso los palestinos, y los amigos de la Causa Palestina, no existieran. O no contaran con instrumentos significativos de ablande sensorial.
Transcurre entonces el llamado del Bibi Netanyahu al Ángel Exterminador. Quien, con un rostro de perro al que le hacen el amor, le respondió que, a esa altura, no podía hacer nada para convencer ni controlar al Chiqui Tapia, el repentino adalid de la paz mundial. Ni siquiera ya se podía disputar el partido, al menos, en el pretexto de Haifa.
Con el batifondo armado, era tarde para nada. El crédito stand by ya estaba en el bolso. Como el apoyo de la comunidad financiera mundial que detesta la idea del regreso del populismo al subcontinente sudamericano.
Para el Ángel, llegó un momento en que era hasta una imposibilidad sentarse a comer el kebbe a la parrilla. O el malfuf con las hojas de repollo o de parra, el humus de garbanzo con su imponente señora suegra. O con su talentosa cuñada artista, o con su cuñado el ingeniero, o con “la hechicera”, y al mismo tiempo impulsar para que Argentina legitimara, con el deporte, a Israel, en el operativo Jerusalén. Orquestado por Netanyahu y por los financistas vinculados al Trump más brutal, que le habían facilitado el crédito, para salvarlo del fracaso y permitirle la extensión ilusionada del poder. Ferozmente arrepentidos por haber ayudado a quienes no respetan el juego geopolítico de la reciprocidad.

 

Ahora se viene el pesado juicio de los israelíes desairados. Son víctimas también de la picardía patriótica de la ministra Regev, y del pobre Netanyahu, El Bibi, el que no está acostumbrado a quedar nunca mal en ninguna estampita. Y lo vienen a embocar, para colmo, los argentinos de frontera.

 

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