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08 de Julio de 2018
opinion |
Juan Salvador Carruda Reyes

Las renuncias y la crisis del frío en la municipalidad de Esquel

Una explicación científica de lo inexplicable. Una nueva entrega de Juan Salvador Carruda Reyes para RED43

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La crisis del frío

 

En las últimas horas del viernes, supimos que algunos funcionarios políticos de la Municipalidad de Esquel tenían intenciones de presentar su renuncia. Estas renuncias serían consecuencia de diferencias de opinión en el manejo de la crisis por la falta de respuesta para algunos ciudadanos de menos recursos en los días posteriores a la última nevada.

 

Cuando el termómetro marcaba las temperaturas mínimas del país, se hizo imperiosa la ayuda. La falta de trabajo, alimentos y calefacción de algunos vecinos que no podían resolver su situación por sus propios medios se acrecentó por la rigurosidad del clima hasta hacerse desesperante. La ayuda no llegó.

 

 

Se supo más tarde que había recursos pero que, por alguna razón, no fueron distribuidos. En la misma semana, el intendente de Esquel y el gobernador de Chubut, a través de gente de su confianza, gestionaron y organizaron, de forma eficiente y breve, la compra de 1.000 garrafas de gas para evitar el frío de quienes, por su condición económica, están más expuestos a las inclemencias de este duro invierno.

 

Es una sola situación y dos respuestas diferentes, una buena y otra mala. Dos caras de una misma moneda.

 

¿Por qué paso esto? ¿Por qué no se resolvió todo de forma adecuada?

 

Quizá la respuesta sea la ley de Price.

 

 

¿Quién era Price?

 

Derek J. de Solla Price nació en Leyton, Inglaterra. Hijo de un sastre y de una cantante, estudió física y matemática en la Universidad de Londres, donde se graduó de licenciado en ciencias en 1942 y de doctor de filosofía y de física experimental en 1946.

 

A partir de 1948, se desempeñó como profesor de matemática de la Universidad Nacional de Singapur, donde formuló una de sus primeras teorías sobre el crecimiento exponencial de la ciencia.

 

Después de tres años, regresó a Inglaterra para trabajar en un segundo doctorado, esta vez en la Universidad de Cambridge. Luego de recibir su título, se mudó a los Estados Unidos y trabajó como profesor e investigador en la Universidad de Yale hasta su muerte.

 

 

 

Galardonado con varios premios por sus contribuciones sobresalientes en el campo de la ciencia de la información, sus mayores aportes fueron las siguientes:

 

  • Un análisis del mecanismo de Antikythera (una computadora analógica e instrumento astronómico griego antiguo), mediante el cual logró descubrir su precisión y funcionalidades, lo que permitió establecer el grado de avance de la ciencia griega.
  • El modelo de Price, una teoría matemática del crecimiento de las redes (como Internet) cuyo desarrollo permitió establecer el funcionamiento de los nodos y su aplicación.
  • La ley de la raíz cuadrada de Price, que es la base de estas reflexiones.

 

Cuando pocas personas generan la mitad de los resultados

 

¿Qué dice la ley? Derek Price descubrió algo interesante acerca de sus colegas científicos: un puñado de personas dominaban por completo las publicaciones en un área específica y esta situación se extendía a casi todos los campos, incluyendo la literatura, el marketing, la administración y otros.

 

En base a esto, formuló la siguiente ley:

 

“El 50 % del trabajo es realizado por la raíz cuadrada del número total de personas que participan en el grupo de trabajo.”

 

Esto significa que en una empresa, organización u órgano del estado en el que trabajan 10 empleados, 3 de ellos hacen la mitad del trabajo y el 50 % del trabajo restante lo realizan las otras 7 personas.

 

Esto también se extiende a gran escala: cuando hay 100 empleados, 10 de ellos hacen la mitad del trabajo y los otros 90 hacen la otra mitad. Si hay 10.000 empleados, 100 de ellos hacen la mitad del trabajo.

 

A medida que la organización crece, la incompetencia crece exponencialmente y la competencia crece linealmente.

 

Cuando una organización tiene un rendimiento pobre o no puede cumplir con las expectativas de los clientes, las personas más capaces o talentosas se van porque tienen otras opciones. Son las que hacen la mitad del trabajo, los mejores. Luego viene otra ronda de renuncias; es el segundo conjunto de mejores trabajadores.

 

Estos ciclos llevan a una empresa a una espiral de caída y a los distintos organismos del estado a una espiral de ineficiencia. Quedan solo los peores colaboradores y funcionarios, quienes tienen poca creatividad, vocación, capacidad, integridad, conocimiento o inteligencia y hacen un mal trabajo. Esto lleva a quien tiene la responsabilidad de conducirlos no solo a un mal gobierno, si de gobernar se trata, sino a un perjuicio a los ciudadanos y también, por qué no decirlo, a perder elecciones.

 

 

¿Qué recomendaciones prácticas podemos extraer de la ley de Price?

 

Una de las recomendaciones inmediatas y más generales que surge de la ley es la de que debemos colocarnos laboral o profesionalmente en una posición donde seamos parte del grupo que genera más resultados. Nos va a ir mejor.

 

La otra es que quien tiene el rol de liderazgo, por conducir una empresa o haber sido electo para un cargo ejecutivo del estado, debe identificar a los colaboradores que integran el pequeño grupo que se encarga del 50 % del trabajo e, incluso de manera egoísta, asegurarse de no perderlos para que sigan generando esos buenos resultados.

 

Quizá nuestro intendente deba aceptar algunas renuncias, pero no sería bueno ni para él ni para Esquel que deje ir a quienes resuelven los problemas y se quede con quienes no tienen a dónde ir, como si fuera un rescatista de náufragos.

 

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