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30 de Mayo de 2019
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El Horcón

El Horcón: Falta poco para las elecciones y está ganando la apatía

Una nueva entrega de la columna de opinión

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Casi a una semana de la elecciones donde se elige gobernador e intendente, la apatía y el descreimiento ganarían si fueran candidatos en las boletas.

 

Desde las propuestas limitadas que solo mencionan algunos males- ni siquiera se hace una evaluación integral del universo que representa asumir el gobierno de una ciudad o provincia-, hasta la carencia de proyectos,  atraviesan los discursos y las intervenciones públicas de los candidatos.

 

En todos los casos las fotos y las acciones publicitarias pretenden mostrar un acercamiento a los más necesitados o un trabajo desde el esfuerzo que nadie cree. Lo que han conseguido con tanta mediocridad es que el desinterés prime acompañado de la sensación de estar observando una vieja comedia aburrida y con chistes fuera de tiempo.

 

El aumento de la asistencia social que se instala en la noticia, como si el gobierno de turno estuviera haciendo lo que debe, soslayando la necesidad de crear las condiciones para generar trabajo genuino se suma a que ni siquiera alcanza con lo que hacen en este sentido; sin la intervención de los privados y la solidaridad vecinal, el estado  no da respuestas a las necesidades acuciantes. En los que aspiran a ser gobierno se observan solo críticas, ni siquiera (al igual de los que hoy manejan el estado) aparecen los diagnósticos que permitan vislumbrar hasta donde llegan los problemas y por lo menos, un simple esbozo de cómo resolverlos.

 

La educación y la salud están en su peor momento, el acceso público, que siempre caracterizó a Argentina, ha ido perdiendo en calidad y sobre todo se está imponiendo la mercantilización de estos dos pilares, sin los cuales es imposible una Argentina que crezca, segura y viable. Aunque sucede en todo el país, la provincia y el municipio tienen todas las posibilidades y todo el deber de trabajar para mejorar y llegar a tener en Chubut y Esquel salud y educación de excelencia.  

 

Hay falta de viviendas y no hay un proyecto real -por ningún candidato ni los que están ni los que pudieran venir-  que permita acceder a la casa propia o al alquiler accesible, todos los políticos hablan del tema pero ninguno tiene otra cosa que las palabras para definir el problema.

 

Nuestros recursos turísticos deben explotarse con la necesaria y exhaustiva fiscalización que merecen, más si apuntamos a que estos redunden en la matriz productiva de la provincia y el municipio.

 

Y si el gobierno nacional sigue demorando en la tan necesaria reforma fiscal que demanda el país, cada ciudad y en el gobierno provincial sea quien sea el que asuma este nuevo período debe, de una vez, apostar por reformas impositivas que se manejan desde acá, que faciliten la creación y sostenimiento del empleo. El cierre de comercios ha sido una postal triste y recurrente en este periodo.

 

Cada decisión política o proyecto no puede tener una evaluación aislada, hoy toda iniciativa que se lleve adelante debe ser integradora y teniendo en cuenta múltiples variables que a su vez contemplen varios escenarios. El mundo globalizado en el que vivimos no nos es ajeno ni para la información ni para implementar políticas, de ahí que la capacidad para gobernar no se trata solamente de deseos, se necesita conocimiento político acompañado de capacidad de análisis.

 

¿Queda tiempo para retomar la iniciativa y desterrar la apatía? Lamentablemente, no parece posible.

 

CHISTE DE YAPA

 

Pancho tenía mucho éxito en su carrera, no tenía problemas económicos y era muy querido por sus amigos. Sin embargo, con el tiempo empezó a sufrir dolores de cabeza, ligeros al principio, pero que fueron aumentando de intensidad hasta llegar a ser insoportables.

 

Cuando su salud, su trabajo y su vida amorosa empezaron a ser afectados por este problema, Pancho decidió consultar un médico.

 

El especialista lo examinó, realizó varios análisis, le tomó radiografías, muestras de sangre, de heces, de orina, y por fin le dijo:

 

Le tengo una noticia buena y una mala. La buena es que puedo curarle sus dolores de cabeza. La mala es que para hacerlo tendré que castrarlo.

 

Usted sufre una rara condición en la que sus testículos oprimen la base de su columna vertebral, y eso es lo que le causa dolores de cabeza.

 

La única manera de remediarlo es removiendo sus testículos. Pancho quedó anonadado y deprimido, pero sus jaquecas empeoraban día con día, y preso de la desesperación decidió someterse a la operación.

 

Al salir del hospital, el dolor de cabeza había desaparecido por completo, pero se sentía abatido y desanimado, como si le faltara una parte de sí mismo (obviamente).

 

Caminando por un parque, se puso a reflexionar, y decidió que, puesto que se sentía como una nueva persona, empezaría su vida de nuevo, disfrutándola a cada momento.

 

Animado, pasó frente a una sastrería. “Eso es lo que necesito” – se dijo a sí mismo, “… para empezar: un traje nuevo”. Así que entró en la tienda y le dijo al vendedor que necesitaba un traje nuevo. 

 

El vendedor lo observó por un momento y dijo: Muy bien, es talla 44.

 

¡Exacto! ¿Cómo lo supo? Es mi trabajo, – repuso el vendedor. Pancho se probó el traje, y le quedó perfectamente.

 

Mientras se observaba en el espejo, el vendedor le dijo: ¿Qué le parecería una camisa nueva? 

 

Pancho lo pensó por un momento, y respondió: Claro, ¿por qué no?.

 

Veamos, necesita una 34 de mangas y dieciséis de cuello.

 

¡Exacto! ¿Cómo lo supo?

 

Es mi trabajo, – repitió el vendedor.

 

Pancho se probó la camisa, que le quedó muy bien. Mientras se veía en el espejo, el vendedor le dijo: – Le convendría tener también zapatos nuevos.

 

Pancho estaba cada vez más animado. Por supuesto, – dijo.

 

El vendedor echó un vistazo a los pies de Pancho. Deben ser de talla nueve y medio. Pancho estaba asombrado. ¡Exacto! ¿Cómo lo supo?

 

Es mi trabajo,- respondió el vendedor.

 

Mientras Pancho admiraba sus zapatos nuevos, el vendedor le preguntó: ¿Desearía también ropa interior nueva?

 

Pancho pensó en la operación que acababa de sufrir y, suspirando, le dijo: De acuerdo.

 

Muy bien, debe ser calzoncillo talla 36. Pancho rió…No amigo, esta vez se equivoca… he usado talla 34 desde los 18 años.

 

El vendedor negó con la cabeza…¡imposible! El calzoncillo sería demasiado apretado y ¡Le presionaría los testículos contra la base de la columna vertebral y le produciría un terrible dolor de cabeza!

 

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