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El Horcón: Cambalache 2019

Una nueva entrega de la columna de opinión.

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Todos hablan de la “necesaria unidad” para gobernar en Argentina, pero nadie está dispuesto a escuchar al otro.

 

No es posible seguir por más tiempo con el diagnóstico de “culpables” mientras los argentinos esperan soluciones, que, para males mayores, no son sencillas si no se llega a un acuerdo que surja desde la base, desde la construcción política en cada provincia respetando las características y problemáticas de cada uno y terminando en Nación donde se llegue a un proyecto de país que se respete tanto por los que les toca gobernar como por la oposición.

 

No es algo que no hagan otros países, pero que, en Argentina, se ha tornado imposible. Pírricas victorias electorales hacen que los que ejercen el poder de turno se olviden que hay que gobernar más allá de ganar pulseadas electorales y los que son  oposición tampoco parecen entender que en el país hoy no resiste más “revolver mugre” para perjudicar a otro sobre la verdadera función que deben cumplir con el señalamiento juicioso y concreto y también con acción abogando por  soluciones hacia la imperiosa necesidad que tiene la población con hambre,  falta acceso a la salud, educación, seguridad y otros calamidades postergadas ya por demasiado tiempo.

 

Miguel Ángel Pichetto, flamante candidato a la vicepresidencia por el macrismo,  dijo que a la primera medida que debería implementar Macri, de ser reelecto para un segundo mandato, debía ser "una gran convocatoria a la unidad nacional”

 

Lo paradójico es que este “verso” fue parte de las tantas promesas de campaña incumplidas en la anterior contienda electoral y peor; en el 2017 al ganar las elecciones de medio tiempo, Macri perdió una oportunidad histórica de cumplir lo que había prometido a los argentinos. Meses más tarde su gobierno cada vez más, se imbuía en una crisis que no se sabe todavía, el alcance real de todas las consecuencias de esta “muestra de poder” que olvidó acercar a los argentinos y eliminar “grietas”.

 

Según Pichetto si gana Macri se trabajará por "una concertación democrática en el Congreso de grandes acuerdos y no un modelo de fractura de la democracia ".

 

Sobre estas declaraciones hay más dudas que certezas, hoy no hay acuerdo nacional porque no hay voluntad de hacerlo y las herramientas las tuvo tanto Pichetto como el actual gobierno. Las victorias electorales olvidan las promesas y se cae en la vieja fórmula de cuestionar a la oposición que, es cierto, tampoco cumple con su necesario rol. 

 

Si los políticos siguen este derrotero de desaciertos, el 2020, que ya se vislumbra complicado con el solo hecho de los vencimientos de deuda que tiene el país, hasta el mejor de los magos se las verá muy difícil para gobernar.

 

"La Argentina está ante un desafío extraordinario", dijo Pichetto y es cierto, la frase que nada encierra en sí misma sería válida si se entiende por desafío la construcción de un modelo superador y democrático, con bases de participación de sectores que, con inteligencia, diseñen, con respeto a derechos y deberes innegociables, un modelo de país que construya desde el compromiso, la honradez y el verdadero servicio a la patria.

 

Seguimos de elecciones donde aún ganado no hay triunfo. La calma social no aparece en provincias de nuevos o ratificados vencedores. En Nación siguen prometiendo… los que ya estuvieron tienen la solución que no emplearon para gobernar mientras les toco su turno, los que están repiten lo mismo que dijeron ya una vez, mientras una escuela más se cae a pedazos, médicos y maestros no cobran o están mal pagos, un robo o un asalto cobra otra vida, una ruta hecha pedazos es protagonista de un nuevo accidente… así, sin más objetivos que el poder pasa este año electoral y vacío de proyectos   donde el horizonte es solo “ganar”.

 

CHISTE DE YAPA

 

Un lorito que viajaba en un avión, en primera clase, llama a la azafata:
- A ver... vení a atenderme.
- ¿Qué desea, Señor Loro? - responde ésta.
- Tráeme un whisky, guacha.
- Si Señor Loro, en un instante se lo traigo.
El señor que estaba sentado al lado del lorito aprovecha cuando se acerca la azafata a traerle el whisky, y le dice:
- Señorita ¿Y a mí podría traerme un café?
- Cuando tenga tiempo se lo traigo - Le responde la azafata de mala gana.
Media hora más tarde, el lorito vuelve a dirigirse a la azafata:
- A ver, hedionda, tráeme otro whiscacho.
- Sí Señor Loro, de inmediato se lo traigo.
- A mi tráigame por favor el café que le pedí hace media hora, señorita - Insiste el hombre.
- Usted espere, y no me apure señor - responde la azafata malhumorada. Media hora más tarde, el lorito vuelve a dirigirse a la azafata:
- Floja, tráeme otro whiscacho.
- Sí Señor Loro, de inmediato - musita la azafata.
- ¿Y mi café, señorita? - pregunta ya un poco enojado el hombre.
- Usted espere, señor ¿No ve que estoy muy ocupada?
Entonces el hombre, no soporta más, y le dice al loro:
- Oiga ¿Cómo hace para que lo atiendan tan bien, que le traigan tres whiskies, y yo no consigo que me traigan un miserable café?
- Muy simple señor - responde el loro - Yo se lo pido con firmeza, la trato mal, para que vea quién es el que manda, y quien el que obedece. 
- ¡Ah, voy a probar con su método, a ver si funciona
Y dicho esto, comienza a gritar:
- ¡A ver, azafata inmunda, si me traes el maldito café que te pedí hace como una hora, floja reventada!
Ante esto se acerca muy enojado el comisario de a bordo, los agarra del cogote al señor y al lorito, y los tira del avión.
Cuando los dos van cayendo, el loro le dice al hombre:
- ¡Hay que ser muy macho para ofender a la azafata y no saber volar!

 

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