Una avioneta turbohélice con tres personas a bordo era buscada en la zona del Delta bonaerense por aire, tierra y agua desde la tarde del lunes pasado, cuando perdió contacto y desapareció de los radares tras despegar, cinco minutos después, del aeropuerto de San Fernando. En la aeronave Mitsubishi matrícula LV MCV viajaban Matías Aristi, el hijo de Javier Ignacio Aristi, dueño de la compañía agropecuaria Aibal, de Bragado, y los pilotos Matías Ronzano y Facundo Vega, ambos de la ciudad de Lincoln.
Se desplegaron amplios operativos de rastrillaje en la zona del Delta, que incluyó aviones, helicópteros, lanchas de rescate y equipos terrestres.
“La zona de búsqueda en el Delta es de máxima complejidad por las grandes superficies de agua, fuertes corrientes y densidad de la vegetación”, reconoció la ANAC en un comunicado oficial, el único organismo público que dio información.
Matías Renzano, uno de los pilotos desaparecidos, amaba volar. Se inició como asistente de los aviones del plan de manejo de fuego y según trascendió hizo las primeras horas en Trevelin y Esquel.
“Estaba en uno de sus mejores momentos de su carrera aérea Matías” indicó Gabriel Loreto, compañero de Renzano en el Aeroclub de Lincoln.
Angie Barbero, pareja de Ronzano, publicó una carta en Facebook en la que le pide que vuelva y le dice que Margarita, la hija que tienen en común, lo busca “en cada foto”.
“Compartimos el tesoro más preciado de este mundo que es tu hija Margarita. Ser papá es tu mejor profesión. El amor de ustedes es de otro mundo. Miro su cara y veo la tuya. Te ama, te busca, te acaricia en cada foto”, comienza el texto.
Barbero describe a su pareja como “excelente hijo, yerno, cuñado, hermano, sobrino, nieto. Incansable profesional”. “Yo te vi crecer y te acompañé en cada paso dentro de tu carrera así como vos con la mía”, agrega.
“Sos un hombre inmenso, mi apoyo, mi guía. Como decís vos, ‘¿todo te voy a tener que enseñar en esta vida?’. Sí, me enseñaste a amar que es lo mejor que pudiste haber hecho y me regalaste el amor de nuestras vidas. Te amamos sin explicación”, afirma.
Es que el avión Mitsubishi desapareció a las 14.40, cinco minutos después de despegar, tras una comunicación con la torre de control del aeropuerto de San Fernando, cuyo contenido trascendió y agregó más misterio. Es que el controlador, en al menos dos oportunidades, le reportó a la avioneta antes de perderle rastro que su posición no figuraba en el radar ni estaba identificado. Las estrictas normas aeronáuticas obligan a todas las aeronaves a estar identificadas con un registro, algo que no ocurrió por motivos desconocidos en este caso.
Según se pudo saber fuentes involucradas en la investigación, el controlador le ordenó al piloto antes de perder contacto que -ante las irregularidades del vuelo- mantuviera una altitud determinada para evitar poner en riesgo a otros aviones. Fue en ese momento, poco después del despegue, que se interrumpió la comunicación y ya nunca se restableció. Antes del silencio no hubo reporte de emergencia alguna.
El tenso diálogo entre el controlador y el piloto
– “Mike Charly Victor, no salen, a cuánto están del borde de San Fernando”, preguntó el operador de la torre, y el piloto respondió: “A 7,5 millas de San Fernando”.
“¿Mike Charly Victor?”, insistió el operador, y agregó: “Siguen sin aparecer, señor, en pantalla”.
El operador de la torre ratificó: “El Mike Charly Victor siguen sin aparecer, les voy a pedir que vuelvan a vanar para posterior, y San Fernando, y chequeen”, y el piloto respondió: “Hasta que recién llegamos a San Fernando estaba marcando el transponder”.
“Sí, pero no aparecen en pantalla”, sostuvo la torre, y el audio de la comunicación comenzó a perderse.
La Administración Nacional de Aviación Civil reveló que amplió la zona de rastrillaje para poder dar con la aeronave perdida desde el lunes.