Las diferentes celebraciones del día del trabajador en nuestro territorio, muchas de ellas fraccionadas hasta por los propios protagonistas, dan una muestra clara del estado de situación: crisis.
Hasta podrían causar gracia los datos de esforzados comunicadores del gobierno con encuestas que siguen mostrando “el lado positivo” del ajuste, los incrementos de los servicios, las disparadas del dólar o el crecimiento del trimestre con respecto a otro interanual; si no fuera por la realidad que se vive.
El pago en tiempo y forma, situación que debería contemplarse como lógica, razonable y cotidiana, se ha convertido en un valor que algunos hasta levantan como un trofeo en el final de una competencia.
El extremado endeudamiento externo que supera los 150 mil millones de dólares, las pujas dentro del propio gobierno por sostener la “libertad” del mercado utilizando más de 6 mil millones de la misma moneda para evitar la suba desde el Banco Central o el incremento de tasa para las Letras; no hacen otra cosa que promover la especulación constante y sonante.
Quien, con una suma de dinero que supere un millón de pesos, puede pensar en invertir en producción, en construcción o en innovación tecnológica, cuando la “timba financiera” te empuja a especular diariamente.
“Nos encaminábamos a Venezuela” repiten con un latiguillo para justificarse y continuar hablando de la “pesada herencia” cuando hace casi tres años asumieron la responsabilidad.
Horas de análisis de la realidad por panelistas desinformados y hasta tendenciosos que simplemente quieren mostrar que estamos en un buen camino con respecto a lo que “podría haber sido”.
Si hasta entristece ver comunicadores que defienden una elite con el solo deseo o creencia de “pertenecer”, cuando están a años luz de esa posibilidad.
Ahora bien, ¿sirve sólo analizar lo que sucedió o se hace imprescindible ofrecer y analizar alternativas? La demanda de la sociedad debiera ser, mayoritariamente, que la dirigencia en general y la política en particular, den respuestas en ese sentido.
Y si bien en nuestro pago chico no se lograría exponer alternativas que alguien puede “escuchar” en esos niveles de decisión, sí podemos y debemos ocuparnos de lo nuestro, de lo que está al alcance.
Desde el Instituto Futaleufú que integro, se han movilizado análisis, debates y exposiciones con ese sentido.
Hoy se propone sumar elementos claros y precisos, que pueden o no ser compartidos según la visión de cada uno, que nos permitirían ayudar a nuestros propios vecinos en la actividad cotidiana.
Hacernos responsables de lo que nos pertenece y utilizar esos recursos de manera amplia, sustentable y sostenible es el camino elegido. No el único, pero si uno de los posibles.
La búsqueda de territorialidad propia, elemental para ese futuro, contempla recuperar y compartir recursos. La tierra y el agua, fundamentales y fundacionales hacia ese futuro mediato, convocan a elaborar una estrategia conjunta. Pero quienes deciden deben abrir ojos y oídos para avanzar.
Se trata entonces de elegir dos puntos vitales para cualquier encuesta: generar empleo digno y eliminar la pobreza. No es imposible.
Desarrollo energético con análisis de obras y servicios a mediano plazo (20 años), tarifas adecuadas al desarrollo con incentivos, garantizar la provisión de agua potable a las próximas generaciones; forestación programada y uso del bosque; motorización de la economía social con la acción de pyme y cooperativas; construcción de viviendas con materiales regionales; recuperación de cientos de hectáreas hoy desperdiciadas con una visión planificada estratégica de su uso; son apenas algunos títulos trabajados en la que todos pueden involucrarse.
Si alcanzamos a corto plazo que ningún vecino viva inhumanamente y cuente con servicios básicos e impulsamos el empleo como vital y movilizador de nuestra propia economía, será una respuesta que la sociedad está demandando.