16 de Febrero de 2020
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Hoy es el 60° aniversario de Los Altares

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En su 60 aniversario, le deseamos un feliz aniversario a la comunidad de Los Altares.

 

Para la ocasión, elegimos compartir un texto escrito por un visitante, Darío Granato, que quedó fascinado por ese hermoso lugar.

 

A nadie quiero engañar, Los Altares es un lugar desierto e incomunicado. Para algunos ni siquiera merece una parada de 10 minutos. Pero cuidado: mientras más se queden, más difícil va a ser salir de allí. 

 

Una noche, hace más de 25 años, llegué por primera vez a Los Altares, sin saber con qué me iba a encontrar al día siguiente. Así que lo mío no fue gradual: fue un impacto que me marcó para siempre. Desperté y, con la luz del día, descubrí un lugar fascinante. 

 

Estuve muchos años sin volver y temía que el recuerdo se hubiera idealizado tanto en mi mente que perdiera en comparación con la realidad. Hasta dudaba de que un lugar así existiera. Volví y comprobé que mis recuerdos estaban, por suerte, desactualizados: Los Altares existe, y cada vez que voy me vuelve a sorprender.

 

A veces, durante un viaje, uno se sorprende y se pregunta: ¿Qué hago hablando de mis cuestiones personales con un desconocido en medio de una ruta desierta? Es que cuando viajamos a esos lugares, nos volvemos permeables a sensaciones y sentimientos que en la ciudad tenemos reprimidos, entonces cualquier vivencia se vuelve mucho más intensa. En Los Altares, esas vivencias te cambian la vida, sino cómo se explica que yo extrañe a Ulises, un chico de no más de 10 años a quien conocí solo por unos días y que me conmovió por su inocencia, bondad y riqueza espiritual, que contrasta con la mezquindad que nos impone a diario el transcurrir citadino.

 

A metros de la ruta tiene su modesta parrilla, casi como una excusa. En los casi 30 años que lleva en la zona, se ha ocupado de recolectar las más singulares piedras, incluidas puntas de flechas, piedras de boleadoras, lava volcánica, "palo" petrificado, como a él le gusta llamarlo, y mucho más: todo esto, amontonado en el fondo de su casa como un pequeño museo al aire libre donde El Vasco ha ido acumulando sus hallazgos. Dan ganas de hacerse amigo para disfrutar su charla. 

 

Hay quienes dicen que la mejor luz para ver Los Altares es la de la luna, pero muchos viajeros nocturnos, desconociendo la riqueza del escenario que transitan, lo atraviesan sin descubrirlo. Durante el transcurso del día, los paredones rocosos van cambiando su tonalidad y, cuando las sombras se alargan, quedan pintados a fuego por el sol del atardecer.  En los días de lluvia, los colores se acentúan y se transita sorprendiendo ovejas que beben el agua acumulada en la huella del camino. Si tiene una bicicleta a mano, dese el lujo de recorrer estos lugares en ella, casi inmóvil, apenas deslizándose, en silencio, mimetizado con el entorno, como un ave que sobrevuela la zona modificando apenas el paisaje.

 

Puedo estar medio día alejándome de esos paisajes de película, haciendo muchas paradas, como un buzo que debe aclimatarse subiendo lentamente a la superficie. Siento que pierdo algo cada vez que me voy: allí se aprende como es no estar contaminado por la ciudad, es maravilloso ver a los niños ayudarse y compartir sin egoísmo lo poco que poseen. No hay forma de devolver todo el afecto que se recibe de ellos. Es difícil explicar la pena que siento en los días posteriores a una partida.

Octubre 2001, una vez más volví a Los Altares.
Estuve con El Vasco y me invitó a buscar piedras por lugares que solo él conoce. 
Estuve con Ulises y los demás chicos del lugar, jugando a la pelota y remontando barriletes ... y yo era un chico más. 
Estuve con Carmen, del ACA, que prometió llamarme por teléfono si alguna vez se lo instalan.
Estuve con Carlos, el policía, con la maestra, con las hermanas misioneras...

No soy local, pero ellos me hacen sentir cada vez menos visitante.
Una vez más volví y no va a ser la última, hasta que alguna vez me quede para siempre y ustedes, al pasar, me vean sobre una loma formando parte del paisaje.

 

 

Fuente: https://web.archive.org/web/20060913155917/http://www.temakel.com/patagoniaaltares.htm

 

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