Por Lelia Castro
El 23 de julio se celebra en nuestro país el “Día Nacional del Payador” recordando la famosa payada celebrada entre Juan Nava y Gabino Ezeiza en 1884 en Paysandú, la cual ganó el legendario Gabino Ezeiza con la improvisación de lo que después sería su canción "Saludo a Paysandú".
El payador es un poeta, cantor e improvisador que acompañado de una guitarra, que utilizaba su canto como forma de expresar sus sentimientos y la realidad que lo rodeaba. Este artista tiene la habilidad de elaborar la historia, la rima y el canto sobre lo que sucede en el momento en el que está payando o sobre temas que le propone su público. Esta figura nació en el campo, ya que el gaucho era analfabeto y necesitaba expresar su realidad en un canto, como no podía escribirlo ni aprenderlo en los libros, lo improvisó.
Uno de los payadores que participó de este evento fue Alain Crettón, nacido y criado en las costas del Río Chubut, cerca de Gualjaina, y quien siempre estuvo relacionado a la vida de campo, trabajando en estancias y visitando los festivales regionales de doma y jineteada como payador.
Recuerdos maravillosos de una infancia cerca del río, con las enseñanzas que le ha dejado la vida en el campo, todos los días alguna nueva. Ir a la escuela N°137 a caballo con su padre y sus cinco hermanos, “era una escuela con internado, nos quedábamos una o dos semanas con mis hermanos. Ahí pasé mi infancia y mis años lindos en la escuelita esa”.
Alain desde muy chico conoce lo que es la cultura del trabajo, ya que al perder a su madre a los once años, tuvo que comenzar a trabajar en el campo para ayudar a su familia. Primero trabajando en estancias por día, y al cumplir los 18 años comenzó a trabajar de forma mensual como puestero, consciente de que la vida en el campo es muy linda pero hay que lucharla día a día.
“Pero por lo general hay que criarse en el campo creo yo, y desde ahí arrancar a ser puestero y estar en la lucha esta, que por ahí no es fácil, pero hoy por hoy hay más comodidades en los campos, tenemos para comunicarnos y todas esas cosas. Yo cuando arranqué no había mucha comunicación, teníamos la radio nomás y nos quedábamos muchos meses en el campo solos, muchas veces sin ver a una persona”.
La música la mamó desde chico al escuchar a su padre pulsar la guitarra en el fogón luego de un asado, tomando un vino. Luego más de grande comenzó a rondar las jineteadas, donde empezó a cantar como payador, contando las vivencias del campo. Su referente es Don Saúl Huenchul, a quien tuvo oportunidad de conocerlo y compartir escenario, Alain considera que canta las verdades del campo y eso es lo que hace que la gente se identifique con su música.
Además del amor por el campo y los animales, ha formado su familia, trabaja junto a su compañera en la estancia y tienen dos hijos, un nene de once y una nena de seis, que van a la escuelita rural en la costa de Lepá.
Siempre está improvisando y pensando en los verdos. Cuenta que hoy en día gracias a las nuevas tecnologías y a las redes sociales puede mostrar lo que va haciendo, “y está bueno porque queda grabado, sino quedaría para mí nomás. Y está bueno grabar algo y mostrárselo a la gente”.
“Hay mucha gente que le gusta lo que hago y eso me pone realmente contento. Y ahora que arranca la temporada de jineteada voy haciendo videos, y voy improvisando lo que va a haber y hago la propaganda”.
Reconoce que es difícil vivir de la música, por lo que no descuida su trabajo en la estancia, como repite, en la lucha trabajando semana completa, sobre todo en la época de esquila, señalada y marcación, realizando sus presentaciones en los escenarios de los festivales los fines de semana, junto a su familia. Lo que les permitió recorrer y conocer muchos lugares de Santa Cruz, Río Negro y Chile.
Como todo padre, desea lo mejor para sus hijos y su futuro, le gustaría que ellos estudien y tengan un buen trabajo, poder tener una casa propia.
“Ese es mi sueño, de estar bien con mi familia y de estar mejor cada día”.
Es una persona muy agradecida en la vida, tanto a los patrones que le permiten ir a los festivales, como a sus compañeros de trabajo, que ya son amigos. Además, a todas las personas que han conocido en el camino y se han hecho amigos, que siempre les dan una mano, desde sus inicios con la guitarra. Para él todo deja una enseñanza, todos los días y le sirve como experiencia tanto para la música como para la vida en el campo.
Nos despedimos con una payada que Alain nos regala, una improvisación sobre las enseñanzas del campo e invitando a los jóvenes al fogón, honrando la tradición.