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16 de Diciembre de 2018
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El Horcón

Calamidad educativa: así termina el año, una nueva entrega de El Horcón

Se termina un curso escolar donde la falta de clases fue  elemento clave que atravesó a todos los niveles educativos. Si bien se dijo que los planes de estudios fueron adaptados para recuperar los contenidos que no se impartieron, lo cierto es que la educación de la provincia tuvo, este curso, unos de los peores en décadas.

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Los resultados en los exámenes de los estudiantes para acceder a las escuelas secundarias así lo demuestran. Los presentados superaron la centena, los aprobados no llegan a diez.

 

Casi somos reiterativos  en el tema en El Horcón; la educación es imprescindible, fundamental y columna vertebral del desarrollo y crecimiento de un país, alrededor de ella giran otros grandes pilares como seguridad, salud, mercado del trabajo, etc.

 

Nos acercamos a una nueva elección donde, ni uno de los próximos candidatos, ni siquiera  mencionan la calamidad educativa que aqueja nuestra sociedad y mucho menos dan señales que este tema esté en su agenda.

 

Si no pedimos y exigimos este derecho, difícilmente tengamos mejores resultados, por lo menos, para el próximo quinquenio.

 

 

AGUAFUERTES CORDILLERANOS

 

¡NOS ROBARON EL MOTOR!

 

(Hechos reales; nombres ficticios)

 

El dúo de aventuras que formaban el Capitán Seguí y Charles Casarese, era muy renombrado en la vieja bohemia de la cordillera, allá por los años 60. Algunos de los memoriosos que los conocieron nos relataron una anécdota que se hizo famosa y hoy compartimos en esta nueva entrega de “Aguafuertes Cordilleranos”.

 

Existía, camino a Gobernador Costa, el “Boliche Colorado”, una suerte de parador obligado antes de adentrarse en una zona de meseta casi desértica. El lugar era el último  donde cargar nafta de un surtidor a bomba manual,  tomarse un trago y comprar algo para comer, además de charlar un poco con lugareños y viajeros.

 

En esa época no hacía mucho que los alemanes exportaron el popular W W a casi todo el planeta  y Argentina se llenó de “Escarabajos”.

 

Precisamente,  en uno de ellos, aparecieron un día de otoño los populares amigos, provenientes de Esquel… Cuando se dispusieron a partir, luego de compartir por un buen rato en el “Boliche”, el Capitán, rodeado de curiosos, subió al asiento del conductor y accionó brevemente el motor de arranque sin que se oyera ni una sola explosión del noble motorcito…

 

Luego de otro intento con el mismo resultado;  bajó del coche, abrió la puerta del baúl y gritó: ¡¡NOS ROBARON EL MOTOR!!

 

Corrieron los curiosos y vieron que efectivamente, bajo el capot solo había algunas herramientas y unas pocas tablas.

 

“Bueno -resopló el militar dirigiéndose a su amigo- Charles, cuidá que no se acerquen demasiado y pongámonos a trabajar”…¡Vamos a tener que hacer un motor!...Al tiempo que pedían al bolichero un serrucho prestado y armaron un mamotreto que parecía cualquier cosa menos un motor.

 

Al terminar el “trabajo” colocaron el “nuevo motor” que, al volver a accionar el arranque, hizo que el “Escarabajo” arrancara, al tiempo que  el Capitán ordeno a Charles: ¡¡¡Subí rápido antes que se pare de nuevo!!!

 

Y allá fueron, muy serios y con cara de preocupados por un trecho…

 

Cuando calculaban haberse alejado fuera de la vista de los curiosos, rompieron a reír con grandes carcajadas… Aquellos “Escarabajos” tenían una llave de contacto, que los pícaros no colocaban y un botón de arranque por separado… cuando ya habían “fabricado el motor” y se dispusieron a irse, simplemente colocaron la llave… anteriormente, solo apretaban el botón…

 

Por mucho tiempo se comento, entre los padentranos, que en El Boliche Colorado, dos puebleros locos fabricaron un motor de madera que para asombro de todos … ¡funcionó!.

 

 

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