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26 de Marzo de 2018
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Bulín Fernández

Educación y debate, sostén de la memoria

La columna de Bulín Fernández para RED43

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“El peor de los gobiernos democráticos es mil veces preferible a la mejor dictadura” sostenía José Montero Lacasa, un dirigente cordillerano de la Democracia Cristiana.

 

Pepe, como lo conocimos en la militancia de las Juventudes Políticas allá por el 83 con el advenimiento de la democracia, acompañaban al Bisonte Oscar Alende (UCRI/PI) en su candidatura por el país. Don Juan Winner, otro de los que puso el lomo y corazón en la Multipartidaria de Esquel en aquellos tiempos donde nadie podía saber cuánto duraría el sistema, sostenía que “llegará el momento en que la democracia será como respirar. No necesitamos recordar a cada instante que necesitamos el aire, pero es imprescindible para vivir”.

 

Ellos y muchos otros que valoramos con el tiempo el haber puesto firma y apellidos a la dirigencia que aceptó el desafío de volver a vivir en democracia, con todo lo que ello implicaba; nos dejaron una enseñanza invalorable que debemos aplicar constantemente.

 

A 42 años de la instalación más cruenta de una dictadura en nuestro país, como en casi toda Latinoamérica, más de una generación no tiene conocimiento directo de lo que significó esa parte de la historia Argentina.

 

Una muy buena recopilación de datos de Maxi Mazzon sobre esos años de plomo, indica que la dictadura duró 2818 días, tuvo 4 presidentes (Videla, Viola, Galtieri y Bignone); pasaron dos mundiales (el de Argentina costó más de 500 millones de dólares), 2 Juegos Olímpicos y 3 Papados; se cerraron 20 mil fábricas y se abrieron 340 centros clandestinos de detención. La deuda externa se multiplicó por 6 y la inflación acumulada en el período fue de 517 mil por ciento.

 

Se prohibieron más de 200 canciones de artistas nacionales y extranjeros, 600 libros y más de 350 películas resultaron censuradas; mientras la pobreza pasaba del 4,4% (1975) al 37,4 (1983).

 

Se enviaron 14 mil hombres a la guerra de Malvinas donde murieron 649 y luego se suicidaron más de 400 veteranos cuando finalizó el conflicto que dio pie al final de tanto horror.

 

En aquella época se disolvió el congreso, se persiguió, secuestró, torturó y desapareció a 30 mil personas y nacieron, en cautiverio, 490 niños donde solo han sido recuperados 127.

 

Más de 500 mil argentinos dejaron el país de manera forzada o voluntaria escapando del régimen que, casualmente, Estados Unidos reconocía en Videla como Presidente; aprobando el FMI un crédito internacional de 110 millones de dólares el mismo 24 de marzo.

 

Se suma la estatización de la deuda de más de 70 grandes empresas privadas (Grupo Macri, Techint, Fiat, Ford, City Bank, IBM o el Banco Francés) llegando a 22 mil millones de dólares, generando además la apertura indiscriminada de las importaciones, liberación del dólar o permisos para remitir fondos fuera del país de manera indiscriminada.

 

Mucho se ha señalado y seguramente habrá más para evaluar lo que significó la noche más oscuras de las dictaduras en nuestro país, pero resulta una buena síntesis para tratar de abrir los debates.

 

Difícilmente vuelva un régimen autoritario y queda claro que, más allá del gobierno neoliberal que hoy tenemos, no es comparable por razones de origen.

 

Sería importante fortalecer la educación en su más amplio sentido para que cada pibe que crezca en todos los rincones de la Patria, tenga el acceso a la información y pueda analizar y debatir, porque además su condición social y económica así lo permita, a los efectos de que NUNCA MÁS las armas gobiernen las mentes.

 

Que el espíritu de la educación y formación reine por el imperio de aquellas Madres y Abuelas que, con MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA, continúan su lucha ejemplificadora al mundo.

 

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