19 de Noviembre de 2023
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La vida de Damián Castillo, entre el campo, los perros y los sueños

Damián Castillo, es un testigo viviente de la vida en el campo, donde los perros son más que simples compañeros: son sus fieles aliados en la labor diaria. Forjó una existencia marcada por el amor a la tierra, la familia y sus animales.

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-Por Lelia Castro-

 

 

 

 

Damián Castillo es un hombre de campo, a sus 61 años su vida transcurre entre ovejas, chivos, vacas y yeguas, pero son sus perros, con nombres como Taladro, Oso, Alacrán, Chupín, Rafa, y Pilka, quienes ocupan un lugar especial en su corazón y sustituyen la necesidad de trabajadores rurales. Damián valora a sus perros como si fueran parte esencial de su familia, un lazo que va más allá de las palabras.

 

 

 

En el tranquilo establecimiento "El Chorlito", ubicado en Arroyo La Cancha, Damián es esposo y padre de cuatro hijas y abuelo de cinco nietos, y representa la cuarta generación en el campo, llevando consigo el legado de sus tatara-abuelos, abuelos y padres. Con un mensaje claro, anhela que sus nietos continúen la tradición y el sueño que una vez fue acariciado por sus antepasados.

 

 

 

 

La rutina diaria de Damián se teje con la pacífica convivencia junto a su esposa, mientras su hija menor estudia en Esquel. Con un total de seis integrantes en su hogar, Damián enfrenta los desafíos del campo con la fortaleza que solo puede provenir de una vida dedicada al trabajo y la honradez. Virtudes que aprendió de sus padres, su madre tejía y le cocinaba a su padre, para que lo faltase comida cuando llegaba del trabajo, “ellos siempre tratando de ganarse el pan honradamente”, así los recuerda.

 

 

 

Se ha formado en la doma regional, de donde tomó ideas para su trabajo diario, para no estropearse él y tratar con cuidado a los animales, lo que según él, le permitió intercambiar ideas con ellos.

 

“Amansar un caballo es agarrarlo y dejarlo andar, a veces la gente se confunde la jineteada con la doma: la doma es amansar, jinetear es andar un rato nomás; domar es dejar que un caballo lo ande cualquiera. Hacerlo sin maltrato, porque cuando yo comencé era agarrar la tropilla, ponerse las espuelas y que sea lo que Dios quiera, era una pela con el caballo y conmigo. Ahora no, agarro un caballo, lo comienzo a acariciar y de a poco se va amansando, sin maltratarlo, y le enseño muchas más cosas que cuando lo hacía con la otra doma gaucha”.

 

 

 

 

Desde los 16 años, Damián ha trabajado incansablemente en diversas tareas del campo, desde la esquila hasta la domina de caballos. Su experiencia se refleja en la forma en que aborda el trabajo con respeto y empatía hacia los animales, un enfoque que contrasta con las prácticas más rudas de antaño.

 

“Desde los 16 años ya empecé a trabajar, en la esquila, después en las estancias, anduve puestereando, amansando caballos, de todos los trabajos que se hacen en las estancias, o acomodando alambres. Eso lo aprendí andando por ahí”.

 

 

A partir de ese momento no frenó nunca, toda la vida trabajando, no conoce de domingos ni feriados, ya que trabaja todos los días del año incansablemente, dice que lo bueno es que se manda solo, pero también “si yo no lo hago, no lo hace nadie”.

 

 

 

 

Sus perros, más que simples compañeros, son sus peones leales, trabajando incansablemente sin esperar un sueldo, solo por la comida que Damián les brinda con cariño. Con anécdotas curiosas que demuestran la inteligencia y lealtad de sus perros, también destaca la importancia de estos fieles amigos en su vida cotidiana.

 

 

 

 

El mensaje de Damián es claro y directo: insta a los jóvenes a no abandonar el campo, a aprender las labores esenciales como alambrar y esquilar, a mantener viva la conexión con la tierra y sus tradiciones. Su deseo es que la juventud no pierda la oportunidad de aprender las lecciones prácticas que solo el campo puede enseñar.

 

 

 

 

Con sueños simples y honestos, Damián anhela que más personas se sumen al verdadero trabajo del campo, contribuyendo así a una sociedad más equitativa. Con la esperanza de que alguno de sus nietos continúe su legado, mira hacia el futuro con la confianza de que su forma de vida persistirá, siempre y cuando haya alguien dispuesto a trabajar la tierra con amor y dedicación.

 

“El pobre se acostumbra a vivir con poco. Eso es lo mejor, yo creo que el que tiene mucha plata vive pensando en la plata y no vive bien, en cambio el que tiene sólo para vivir tiene que luchar”.

 

 

 

Este especial está dedicado a todas aquellas personas que trabajan incansable y anónimamente para lograr tener una mejor calidad de vida. Agradecemos a Damián que nos haya recibido con tanta calidez en su lugar en el mundo. Como cada domingo, una pequeña historia de gente común, que abre no sólo las puertas de su casa, si no de alguna manera también las de su corazón.

 

 

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