Memoria en Equilibrio: Reflexiones en el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia

Por  Salvador Carruda Reyes

El 24 de marzo de cada año, Argentina se detiene para conmemorar el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, una fecha que evoca los oscuros tiempos de la última dictadura militar (1976-1983). Este día no solo rinde homenaje a las víctimas del régimen, sino que también es una invitación a la reflexión colectiva sobre las consecuencias de aquel período y el valor incalculable de la democracia.

Desde el golpe de estado de 1976, que marcó el inicio de uno de los capítulos más trágicos de la historia argentina, hasta la recuperación de la democracia en 1983, el país sufrió una represión sistemática que incluyó desapariciones forzadas, torturas y asesinatos. El objetivo del 24 de marzo es recordar a aquellos que fueron víctimas de estos crímenes y reafirmar el compromiso con los derechos humanos y la justicia.

La fecha fue establecida en el año 2002 por la Ley de la Nación 25.633, como un recordatorio permanente de las consecuencias de la dictadura y como una medida para asegurar que tales atrocidades no se repitan. Este día se propone en las escuelas como una oportunidad para que niños y jóvenes, junto a la comunidad educativa, reflexionen sobre la importancia de la democracia y los derechos humanos.

Tras la vuelta a la democracia, liderada por el presidente Raúl Alfonsín, Argentina enfrentó el desafío de consolidar su sistema democrático. La creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) fue uno de los primeros pasos hacia la reconciliación, investigando los crímenes de lesa humanidad ocurridos durante la dictadura. La intención era clara: garantizar la justicia y evitar la impunidad. Allí sostienen que en el "Nunca más", el informe presentado en 1984 por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), que sirvió como base del histórico Juicio a las Juntas, figuran las denuncias de 8.961 desapariciones.
 

La tradición de marchar cada 24 de marzo comenzó en Rosario en 1984, inicialmente con una participación modesta, pero con una carga simbólica potente. Con los años, las manifestaciones crecieron en tamaño y significado, incorporando a distintos sectores de la sociedad argentina que buscaban honrar la memoria de las víctimas y repudiar las violaciones a los derechos humanos. Estas marchas han sido fundamentales para mantener viva la memoria colectiva del país y para presionar por justicia y verdad.

El Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia se ha convertido en un símbolo de la lucha de Argentina por enfrentar su pasado, aprender de él y construir un futuro donde la justicia, la verdad y la dignidad humana sean pilares inquebrantables. Es un día para recordar, pero también para reflexionar sobre cómo seguir adelante, garantizando que la oscuridad del pasado no se repita.

El uso político de los acontecimientos que motivan el Día de la Memoria del 24 de marzo en Argentina es un tema de profundo debate y análisis. Algunos gobiernos democráticos y fuerzas de izquierda han enfocado este día como un momento para reafirmar su compromiso con los derechos humanos y la justicia, pero utilizando la memoria de las víctimas de la dictadura como un pilar en su agenda política. Este enfoque ha sido interpretado, en ocasiones, como una manera de fortalecer ideológicamente sus posiciones frente a sus opositores, argumentando la defensa de la democracia y los valores humanitarios como banderas exclusivas de sus partidos. 

Sin embargo, esta utilización también ha suscitado críticas por parte de quienes consideran que la conmemoración del 24 de marzo debería mantenerse al margen de las disputas partidarias, enfocándose en la unidad nacional y el recuerdo respetuoso de las víctimas. El balance entre la memoria histórica y su uso en el ámbito político contemporáneo continúa siendo un desafío, buscando siempre que el recuerdo de este día sirva para consolidar la democracia y garantizar que las atrocidades del pasado no se repitan.

En un contexto donde las heridas aún están sanando, el equilibrio entre recordar la represión estatal y honrar a las víctimas por la subversión se mantiene delicado. La conmemoración de este día refleja el esfuerzo continuo de Argentina por reconciliar su historia, promoviendo un diálogo abierto y honesto que fortalezca la democracia y respete profundamente los derechos humanos.