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31 de Marzo de 2024
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Malvinas: 10.004 hombres, 10.004 historias

Cosme José Barrios comparte su historia desde su juventud en Campo de Mayo, su participación en Paso Puyehue y su valiente servicio en las Islas Malvinas, recordándonos la importancia de honrar a aquellos que lucharon por nuestra patria.

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Por Lelia Castro

 

A medida que nos acercamos a otro aniversario de la Gesta de Malvinas, las emociones se agitan y las memorias se avivan. Para muchos, esta fecha trae consigo recuerdos melancólicos, pero también actos de heroísmo y sacrificio que nunca deben olvidarse.

 

El Suboficial Mayor Cosme José Barrios, oriundo de la zona rural de Itatí (Corrientes), tiene una historia que va más allá de la mera conmemoración; es una historia marcada por la dedicación, la valentía y el amor por la patria. “Mis padres era Ramón Barrios y Cornelia Alcaráz, somos colonos de allá de la zona, trabajábamos siempre en el campo, con animales, chacra, que en esa época era otro estilo de vida la Argentina, todo trabajo. Cuando yo le propuse a mi padre que me quería incorporar al Ejército, me dijo ‘va a haber una guerra y al primero que van a matar es a vos’. Somos 10 hermanos, yo soy el cuarto”, recuerda.

 

Remontándonos a 1976, cuando era estudiante en Campo de Mayo, su vida ya estaba destinada a un camino poco convencional. A pesar de la resistencia inicial de su padre, finalmente encontró su camino hacia el Ejército, demostrando su determinación desde una edad temprana.

 

Cuando me incorporé a la Escuela de Suboficiales tenía 18 años. Estuve los dos años, largos dos años, porque eran muy duras las instrucciones que se hacían, a parte había que rendir todo, los cuatro cuatrimestres que pasé eran continuamente muy duras las pruebas que se hacían, ya sea como militar e intelectual también. Porque uno salía de ahí y tenía que ser como un profesor dando instrucciones en aquella época que existían los soldados clase. Entonces se daba instrucciones a todos los soldados y pendía de los suboficiales toda la instrucción que tenían, ya sea tanto para desfilar como en el campo de batalla también, los conscriptos que les decían”.

 

Su paso por la Escuela de Suboficiales fue un desafío de proporciones monumentales, coincidiendo con una época turbulenta en la Argentina, donde el peligro acechaba en cada esquina. Los ataques del ERP y otros grupos revolucionarios eran moneda corriente, donde Barrios y sus compañeros enfrentaron adversidades tanto dentro como fuera de las aulas.

 

Cuando estuve en la escuela fue naturalmente la época más dura de la Argentina, por el tema de que estaba presente el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) y otras instituciones adheridas a ellos también, que empezaba a atacar a todas las instituciones del Estado Nacional, ya sea hospitales, iglesias, escuelas, donde se ponían bombas y volaba todo el edificio. Tuve experiencias de compañeros que les han quitado toda la ropa y los han dejado desnudos en la calle, los han agarrado a palos también, a varios compañeros míos les sucedió eso”.

 

Describe el estar en el campo de batalla dentro del Panhard era como estar dentro de una ‘lata de sardinas’: estaban los tres tripulantes juntos y si le pegaban a uno, le pegaban a todos, relata que es “como si hubiese estado en el vientre de tu madre juntos los tres, así que en ese sentido terminamos hermanados los tres. Hasta ahora yo los mantengo, que son Antonio Martín Salazar y Sergio Gudiño”.

 

Después de su formación, llegó a Esquel al Destacamento de Exploración de Caballería Montada 181 en 1976, buscando la tranquilidad en una tierra distante de su Corrientes natal. Sin embargo, la paz fue efímera cuando, en 1978, se encontró en el conflicto bélico con Chile en Paso Puyehue. Pero fue su participación en la Guerra de Malvinas lo que dejaría una marca imborrable en su vida y en la historia de Argentina.

 

Al momento en que le toca ir a Malvinas, Cosme ya tenía dos hijos ya tenían una familia armada que lo aguardaba, al volver tuvo dos más. Hoy tiene nueve nietos, que asegura que son quienes le dan alegría y le demuestran su cariño, “eso te llena el alma, te llena el espacio vacío que por ahí toda persona siempre tiene su momento de vacío, esas son cosas que te dan ánimos de seguir para adelante”, afirma.

 

Era un día de práctica normal cuando les llega la noticia del conflicto con los ingleses. Al combate fueron dos importantes secciones: Cobra y Águila.

 

Nosotros estábamos en el polígono de tiro del regimiento de Esquel, vinimos a almorzar y cuando volvíamos nos avisaron que el Escuadrón Panhard tenía que ir a Malvinas, ahí bajamos rapidito a armar el equipo, en cuatro horas armamos y cargamos todo lo que pudimos a la carrera, hasta que llegamos a Comodoro Rivadavia al otro día a las 7 de la mañana. De acá salimos 27 y llegamos allá 27. Tuvimos 5 bajas, pero heridos, que regresaron en avión o en el barco hospital”.

 

 

El relato de Barrios sobre su experiencia en las Islas Malvinas es atrapante y lleno de valentía. Como tanquista, enfrentó los desafíos del terreno pantanoso y el constante hostigamiento del enemigo. Pero también enfrentó el desprecio de una sociedad que no entendía completamente el sacrificio que él y sus compañeros estaban dispuestos a hacer.

 

Cuenta que eran hostigados las 24 horas por los aviones o barcos ingleses, lo que no les daba chance a poder pensar en el hambre o el frío. “Los últimos días teníamos fuego de concentración sobre nosotros, así que no teníamos tiempo de pensar en qué comer ni nada por el estilo, únicamente era tratar de conseguir proyectiles. Porque lo mejor de un combatiente es el fuego propio, es la mejor cubierta que uno tiene, porque si el combatiente deja de tirar es un blanco fácil para el enemigo, porque si uno está tirando los otros no se van a levantar para dispararte, y a mí me tocó tener hasta el último tiempo”, recuerda Cosme.

 

“Según el registro, nosotros fuimos 10.004 hombres que fuimos a Malvinas, que estuvimos allá, de esos son 250 que quedaron en el campo de batalla, que en el cementerio de Darwin que quedaron enterrados allá, entre oficiales, suboficiales y soldados. Muchas veces se escuchan cosas que quieren hacer creer a la población que es totalmente distinta, pero fueron 250 hombres por lo que duró la guerra, que fueron 45 días, que fue un bombardeo continuo”.

 

Al regresar a Argentina, Barrios y sus compañeros fueron recibidos con indiferencia e incluso desprecio. Pero él se mantuvo firme, encontrando consuelo en su fe en la Virgen te Itatí y en su familia. A través de los años, ha seguido adelante, encontrando fuerza en su papel como padre y abuelo, y continuando su servicio al país incluso después de su retiro del ejército.

 

Algo que no puede suceder en una guerra es que vayan a combatir hermanos, sin embargo, al volver luego del combate, se entera de que su hermano Antonio Librado Barrios también había estado en Malvinas, “nunca me llegó allá carta de mis familiares ni de ningún lado, ni de Esquel ni de Corrientes, entonces estaba totalmente perdido. Cuando llego acá el 16 de junio, me llega una carta de Corrientes de mi madre, pidiéndome por favor que tratara de ubicar a mi hermano, que había ido de Puerto Belgrano, le había dicho que iban a ir para Malvinas y nunca más supo nada de él”, recuerda.

 

“En ningún conflicto se puede mandar a dos hermanos, pero como él pertenecía a la Infantería de la Marina y era soldado clase y yo soy militar de carrera. Estuvimos en el mismo lugar pero nunca nos vimos, estuvimos izando la bandera, que después ellos se fueron al puerto de Río Gallegos. Mi hermano fue el soldado que bajó la bandera inglesa que estaba en el mástil e izó la bandera argentina, para que flamee en Malvinas, eso yo lo vi que tiene la foto en Corrientes. Él ahora está en Corrientes, desde que volvimos lo vi una sola vez. Porque yo soy un poco arisco de volver a mis pagos y me entristece ver la vivencia del norte”.

 

 

No se arrepiente nunca de haber servido a su patria en todo momento que fue requerido, aún hoy sigue trabajando para el regimiento siendo el encargado de los campos del Ejército, desde el año ’85, aún tras haberle llegado el retiro hace 14 años. Es una persona que le gusta andar y mantenerse activo, tener una responsabilidad y devolver lo que siente que el Ejército le dio.

 

Hoy, Cosme José Barrios sigue siendo un símbolo de sacrificio y lealtad. Su historia es una recordatoria de los hombres que dieron todo por su patria, incluso cuando el mundo parecía estar en su contra. Y mientras recordamos a aquellos que perdieron sus vidas en la guerra, también honramos a aquellos como Barrios, cuya valentía y determinación nunca deben ser olvidadas.

 

En su relato se encuentran lecciones de humildad, coraje y perseverancia, y su mensaje es claro: nunca debemos olvidar el sacrificio de aquellos que lucharon por nuestra patria. En esta conmemoración, honramos a Cosme José Barrios y a todos los héroes de Malvinas, cuyas vidas siguen siendo un recordatorio eterno de la fuerza del espíritu humano y el amor por la patria.

 

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