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02 de Junio de 2022
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Don Suárez, un Bombero para toda la vida

En el día nacional del Bombero Voluntario, no lo digo yo, lo dice él: "Creo que voy a dejar de ser Bombero cuando me muera".

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Por Karim Chelbi Camba

 

Un nueva fecha importante y, de mi parte una gran admiración. No solo a la persona que me prestó varios minutos para charlar, sino en general a todos los Bomberos Voluntarios que arriesgan su vida en cada intervención.

 

En esta oportunidad, en el cuartel de Bomberos Voluntarios de Esquel, sobre Ameghino y Molinari, nos espera Oscar Suárez; para mí, "Don Suárez", a quien conocí en un acto y me di cuenta que lo quieren en todos lados.

 

Don Suárez tiene 85 años y gran parte de su vida fue Bombero. Y, según él, lo va a dejar de ser el día que muera.

 

 

 

¿Cómo nació tu vocación como Bombero Voluntario?

 

La verdad, no te puedo decir exactamente cómo nació, pero viene desde muy chiquito lo mío. Mi padre era Policía de Territorios y estaba en Trelew a cargo de inspección de zona. En el año 1947, llegan a Chubut las primeras unidades de incendios y una de esas llegó a Trelew. Como todo hijo de comisario, estaba metido y empecé a conocer las unidades de incendio a los 7 años. Mi papá se retiró, se jubiló y yo quedé estudiando en Trelew. En las vacaciones, venía a visitar a mi familia en Esquel, que había un cuerpo de bomberos voluntarios municipales. Yo me juntaba con ellos en la municipalidad y tiraba agua con ellos. En el año 55, la Revolución Libertadora lo cerró y nunca más.

 

En el año 64 ingreso a Bosques como administrativo, pero ahí adentro estaba la División de Incendios de la provincia con sede en El Bolsón y en octubre venían a la delegación de bosques a recorrer la provincia repartiendo material y yo me acoplaba. Ahí empezó a gustarme lo de tirar agua.

 

En el año 75, más o menos, hay un movimiento en la provincia que vino un Jefe de Policía de Chubut a la Municipalidad y empieza a movilizar para armar los cuerpos de Bomberos. En esa época estaban en Comodoro, Trelew, Rawson y en la Cordillera no había nada.  En ese interín, la Policía tenía un camión que no estaba disponible siempre y no había bomberos. Ahí empezamos con movimientos y en el 78 se funda la Asociación de Bomberos Voluntarios de Esquel y empezamos a activar. Hubo un impás hasta el 80 y ahí empezamos a movilizarnos.

 

 

 

Nos juntamos un montón de gente, el más viejo era yo, y un montón de muchachos. Empezamos a charlar y en el 82 viene un móvil Dodge y nos quedó gustando. A través de una gentileza del señor Jones, Jefe de la Unidad Regional, que lo trasladan de Esquel a Jefatura de Rawson, nos avisa que ahí había una unidad que se era antidisturbios y estaba parada. “Si la quieren, pídanla”. Por suerte tuvimos una buena comunicación con el Gobierno y nos donan la motobomba. Ahí ya nos empezó a gustar más. Hubo incendios, pero no éramos bomberos, éramos un grupo de gente con ganas de tirar agua.

 

Armamos un grupito y así empezamos. Entre el 83 y el 84, una campaña muy fuerte de lo que era Canal 3, nos dieron manija para armar el cuerpo y así empezamos. Se consiguió este terreno con la presidencia de Julio Vezzoso y en el 84, con un ayuda de la Unidad 14 y la Municipalidad con el ingeniero Ubaldo Ongarato, se armó el fierrerío. En el verano del 84, se empezó con los cimientos de esto y el 2 de junio del 85 inauguramos parte de este cuartel.

 

¿Qué rol tenías cuando se inauguró el cuartel?

 

Estaba como Jefe del Cuerpo de Bomberos porque la Comisión Directiva de ese año me había designado como el jefe del futuro Cuerpo de Bomberos de Esquel.

 

¿Cuántos eran en esa época?

 

Antes del 85, éramos cinco o seis “tira aguas”. Desde el 85 en adelante, realmente se formó el cuerpo de Bomberos Voluntarios y éramos 8, 10, 12 más o menos. Algunos todavía están acá en Esquel. Hay tres personas que son cuarteleros hoy como Morón, Lino, Jara; Alfredo Barría (fallecido). Después estaba Zubiri, Cachi Viana, Ledesma, muchos más.

 

¿Había capacitaciones para ser Bombero?

 

No era una capacitación firme. Era algo muy superficial: saber cómo se manejaba el camión y cómo tirar agua, nada más. Teníamos un solo camión que nos dio la Policía, después fuimos sumando y averiguando dónde había vehículos que se adecuaran a lo que queríamos y así fuimos armando un stock de vehículos.

 

 

 

¿Un incendio en particular que recuerdes?

 

Uno de los incendios que fue “prebomberos” fue el incendio en Casa Roberto. Era una casa de artículos de radio que estaba en la calle Rivadavia, casi Sarmiento, donde ahora hay una zapatería. Ese fue de los primeros que tuvimos y creo que ayuda a la gente a que te empuje o te obligue a formar un cuerpo real. Fue un local chico, pero se perdió totalmente. Un poco también fue la inexperiencia nuestra. Sabíamos tirar agua, pero hasta ahí nomás.

 

Después hubo muchos incendios grandes, accidentes vehiculares, rescate de personas a veces y búsqueda. Ahora es muy variado el sistema de bomberos.

 

¿Te tocó salvar vidas?

 

En particular, no muchas, pero a mis compañeros sí. A veces el jefe, no por ser jefe, pero tenía gente muy buena y excelentes compañeros que a veces me quería meter y me decían “no, usted es el jefe. Quédese acá y mire, pero lo hacemos nosotros”, tenía un excelente compañerismo y me emociona esa actitud. Eran excelentes y me cuidaban, no me dejaban hacer nada. Si empezaba a hacer algo me decían que no. Todavía los tengo de amigos. Es más, tengo un amigo que es el que más quiero, que fue la primera persona que tuve que sancionar.

 

¿Por qué?

 

Por un descuido. Estábamos quemando basura en el patio y el chico estaba en la guardia. Se demoró un poquito y se quemó el cerco que había. Estaba el cuartelero y lo lamento. En ese sentido era muy jorobado y embromado. Era sí o no, no había medio. Si hacías una macana, te sancionaba. Cuando me venían venir, decían “ahí viene el jefe” y no estaban haciendo nada.

 

¿Arriesgaste tu vida o estuviste a punto?

 

Sí. En un incendio de una carpintería por la calle Urquiza. Estábamos apagando los distintos focos y se corta una viga del techo y me pasa por atrás de la espalda. Yo no me di cuenta, pero mis compañeros me dijeron “viejo, jefe, se le cayó un palo”, esa fue la parte más riesgosa. Por lo general, yo no me metía, entraba mi gente. A veces sí, a mirar cómo estaban trabajando, pero riesgos graves y serios no.

 

¿Cómo ves el cuartel hoy?

 

Hay muchísima diferencia. Costó hacerlo e íbamos de a poquito. Empecé yo y siguieron más compañeros míos cinchando para tener lo que se tiene hoy, con la comisión directiva y el pueblo. En un principio, el pueblo de Esquel se portó fantástico. Parte de este cuartel es porque donaban bloques, cementos, un metro de arena, la gente colaboró muchísimo y gracias a eso tuvimos esto; que parte de esto es de ellos.

 

¿Te consideras bombero actualmente?

 

Sí y yo creo que voy a dejar de ser Bombero cuando me muera. Vengo todos los días al cuartel, a mirar, a charlar, pero no me meto. A veces reniego; veo algo, pero no. Yo ya fui y listo.

 

 

 

¿Cambio mucho?

 

Sí, muchísimo.  Antes éramos muy rústicos; teníamos un calzado de botas de gomas y breeches que nos daba el Ejército. Luego, la ley te exige. La ropa tiene que ser así, así y así; el calzado de tal forma, la ropa ignífuga y antes era a lo que tenías a mano y salías. Los elementos para el personal son exigentes, pero son necesarios.

 

¿Había mujeres bomberos?

 

No. Cuando empezamos no. Después con el tiempo vino la hija de Daniel Ledesma, que estuvo un tiempo y se fue. Antes era la mujer en la casa y el hombre Bombero. Hoy te das cuenta que la mujer es igual o mejor que el varón porque no es tan impulsiva. Piensa un segundo más y hacen las cosas muy bien. Demoran un poco más en la acción, pero la hacen muy bien.

 

Sos una persona a la que quieren mucho...

 

Sí, tengo esa suerte. La gente me quiere y tengo muy buenos amigos en toda la provincia; más que nada en la zona de la costa. En esa época, el tramiterío era en la costa y se dependía mucho de Rawson. Tenía mis compañeros, luego algunos entraron a defensa civil que funcionaba muy bien. Cuando llego me dicen “hola, viejo”; “hola, jefe” y me siento bien. Me alegra que me quieran por lo menos de esa forma. Algunos dirán “este viejo me sacudió”, pero son cosas del juego. Cuando estás en un cargo serio, tenés gente que te quiere y gente que no te quiere. Si sos recto, seguro tenés alguien que no te quiera o que no esté conforme.

 

Un gran problema de los Bomberos es el tema económico...

 

Por suerte, estamos bien. El cuartel sigue en marcha y estamos creciendo muchísimo. Hay planes importantes a futuro de agrandar acá y poner en marcha el destacamento, que es un problema serio monetario. Los cuarteleros son rentados y hay que tenerlos bien.

 

Después de cumplir los 25 años, tienen una pensión graciable. Hay tres categorías: el bombero raso, suboficial y oficial. De acuerdo a las categorías de la provincia para el personal. Es lo único que tiene.

 

¿Considerás que deberían tener un sueldo?

 

No, porque no seríamos voluntarios. Ahora, a partir de la semana anterior, tenemos beneficios en la Municipalidad que nos exime del pago de impuesto inmobiliario, patente automotor y en el caso del otorgamiento de los carnet de conducir. Antes lo pagaba la institución o el bombero. El bombero tiene una categoría especial para conducir y tiene que hacer un examen que el conductor común no lo tiene. Esos son los beneficios que se están consiguiendo.

 

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