En un caso excepcional que conmueve al país, la jueza Ana María Carriquiry autorizó la adopción de Pedro Ruiz, un hombre de 61 años, por su padre de crianza, Luis González, de 76 años. Este inusual hecho atrajo la atención pública, no solo por la singularidad de la situación, sino por la emotiva historia que lo acompaña.
Desde que Pedro tenía apenas dos años, estuvo bajo el cuidado de Ana López y Luis, quienes formaron un hogar. Aunque Luis asumió el rol de padre tras casarse con Ana cuando Pedro contaba con 10 años, el reconocimiento legal de este vínculo nunca se había concretado. Las limitaciones del antiguo Código Civil dificultaron este proceso hasta la reforma de 2015, que abrió la puerta a la regularización de situaciones familiares como la de Pedro.
La decisión de formalizar su relación fue tomada por Ana y Luis después de casi seis décadas de convivencia y cariño. La jueza Carriquiry, al revisar el caso, tuvo en cuenta la jurisprudencia y las leyes pertinentes, ya que no había registros previos de adopciones de adultos mayores en el país. Sin embargo, la legislación actual permite este tipo de adopciones siempre que exista un vínculo significativo desde la infancia, un requisito que claramente se cumplía en este caso.
Durante el proceso, se llevaron a cabo las averiguaciones necesarias para asegurar que la adopción no estuviera motivada por intereses económicos. La jueza constató que el deseo de la familia era simple: cerrar una historia de amor y permitir que sus documentos reflejaran su verdadera identidad.
Finalmente, con la adopción plena otorgada, Pedro Ruiz se prepara para gestionar su nuevo Documento Nacional de Identidad (DNI) con el apellido de Luis.
O.P