Lo que debía ser una jornada de celebración deportiva y convivencia entre jóvenes terminó en un episodio lamentable que conmocionó a toda la provincia de Salta y generó repercusiones a nivel nacional.
Un partido de futsal correspondiente a la instancia subzonal de los Juegos Evita, disputado entre las delegaciones de Rosario de la Frontera y Joaquín V. González, se transformó en una batalla campal que obligó a la evacuación del complejo deportivo municipal y dejó una profunda preocupación sobre la violencia en el deporte juvenil.
El encuentro comenzó con normalidad, con ambos equipos entregando un juego parejo y competitivo. El marcador se mantuvo igualado durante la mayor parte del partido, hasta que en los minutos finales Joaquín V. González logró anotar el gol del empate 1-1.
La tensión, que hasta entonces se mantenía contenida, estalló de manera abrupta tras la definición por penales.
Lo que comenzó como un cruce verbal entre los jugadores, todos adolescentes de entre 12 y 13 años, rápidamente escaló a un enfrentamiento físico. Empujones, golpes de puño y patadas se sucedieron en el campo de juego, generando una escena caótica que sorprendió a todos los presentes.
Lo que realmente encendió las alarmas fue la actitud de algunos adultos que acompañaban a los equipos. En lugar de actuar como mediadores o agentes de calma, varios profesores, entrenadores y padres se involucraron activamente en la pelea, exacerbando la violencia.
Las imágenes captadas y difundidas por medios de comunicación y redes sociales muestran a estos adultos no solo alentando la agresión, sino también participando físicamente en la gresca.
Un video en particular se viralizó rápidamente, donde se observa a un hombre adulto adoptando una postura de combate, similar a la de un peleador profesional, en medio del tumulto. Esta conducta irresponsable y violenta por parte de quienes deberían ser modelos a seguir para los jóvenes generó una fuerte condena social.
La gravedad de la situación llevó a que los organizadores tomaran la decisión de evacuar el complejo deportivo municipal para garantizar la seguridad de los asistentes y evitar que la violencia se extendiera. Además, se prohibió la presencia de público en el siguiente partido, que correspondía a la categoría femenina, el cual finalmente se disputó a puertas cerradas.
Este hecho no solo afectó el desarrollo normal de la competencia, sino que también manchó la reputación de los Juegos Evita, un evento que históricamente ha promovido valores como el compañerismo, la inclusión y el respeto entre los jóvenes deportistas.
La difusión masiva de las imágenes generó una ola de indignación en la opinión pública. Padres, entrenadores, autoridades y especialistas en deporte y educación expresaron su preocupación por el nivel de violencia exhibido y la falta de control durante el evento.