Emmanuel “Coca” Vilte, de 39 años, murió en la madrugada del lunes 7 de julio tras ser alcanzado por un dron Shahed de fabricación iraní, utilizado por el ejército ruso, en la ciudad ucraniana de Pokrovsk. Vilte se había unido de forma voluntaria al ejército ucraniano en junio de 2022 y desde entonces se había convertido en uno de los pilotos de drones FPV más respetados del frente oriental.
Su historia parece salida de una novela bélica del siglo XXI: de reponer góndolas en un supermercado local a pilotear drones explosivos contra unidades rusas, combinando precisión técnica y coraje extremo. Su paso por el Ejército Argentino, donde sirvió en la Compañía de Comunicaciones Nº9, marcó el inicio de una vocación que terminó desplegándose a miles de kilómetros de su tierra natal.
Vilte deja atrás a su esposa ucraniana y a una hija pequeña, a quienes criaba en medio del caos del conflicto. Vivía entre trincheras, entrenamientos y momentos familiares escasos, pero profundamente valorados.
Según medios internacionales y reportes del propio ejército ucraniano, el ataque ocurrió durante una de las más intensas oleadas de drones Shahed de las últimas semanas. Estos aparatos no tripulados, operados a gran escala por Rusia, han sembrado destrucción en centros de reclutamiento, zonas residenciales y puntos estratégicos del este ucraniano y de la región de Kiev.
Dolor en Chubut y orgullo nacional
La noticia de su muerte generó conmoción en Comodoro Rivadavia. Excompañeros del Colegio Juan XXIII y del Magisterio, antiguos camaradas del ejército y vecinos que lo conocieron en su juventud, recordaron a “Coca” como un joven idealista, reservado pero decidido, que siempre buscaba ayudar.
Tras dejar el Ejército Argentino, Vilte regresó a la provincia, pero sintió —como expresó en más de una entrevista— “el llamado de una buena causa”. Costeó su viaje a Ucrania, aprendió ucraniano básico y se integró a una unidad de combate especializada en drones. No buscaba fama, decía; su lucha era por valores y justicia.
La guerra de los drones
La ofensiva rusa con drones Shahed representa uno de los cambios más significativos en la dinámica del conflicto. Solo en la última semana, se reportaron más de 500 drones lanzados contra objetivos militares y civiles. Su capacidad destructiva y su bajo costo los han convertido en una herramienta clave del Kremlin, que intenta desgastar tanto las defensas ucranianas como la moral de la población.
En ese escenario, soldados como Vilte eran esenciales: expertos en contramedidas, entrenadores de nuevos voluntarios y operadores de los también temidos drones FPV, que Ucrania utiliza en misiones de reconocimiento y ataque.
Un legado que trasciende fronteras
En redes sociales, Vilte compartía su vida diaria, no con ánimo de exhibición, sino como testimonio. En una entrevista televisiva en 2022 confesaba: “Estando acá mismo tenés miedo porque no sabés si te puede caer una bomba… el miedo no se puede controlar”. Su franqueza lo volvió cercano, su determinación, ejemplar.