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21 de Febrero de 2017
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¿Hablás solo? no es cosa de locos, conocé esta teoría

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Hay gente que aprende a meditar para callar la mente: ese silencio es un ejercicio, y no un acto espontáneo, porque “una mente solitaria es en realidad un coro”, según describió Charles Fernyhough en su libro The Voices Within: The History and Science of How We Talk to Ourselves (Las voces interiores: la historia y la ciencia de cómo hablamos solos). El fenómeno, defendió el profesor de Psicología de la Universidad de Durham, Reino Unido, pertenece al campo de lo normal y no a la patología: si alguien habla mientras maneja, o dialoga con su tostada en el desayuno, o le plantea preguntas a sus plantas mientras las riega, no está loco. Al contrario: “Las voces que suenan en nuestra mente juegan un papel vital en nuestro pensamiento”.
Cuando Fernyhough era un estudiante quiso estudiar el tema, pero sus profesores se lo desaconsejaron: la psicología experimental se debía concentrar en cuestiones que se pudieran medir en situaciones de laboratorio y dieran resultados verificables. Eso no era posible con la percepción subjetiva. Pero nuevas herramientas —como por ejemplo la resonancia magnética— abrieron ese campo: “Los neurocientíficos están demostrando de qué manera las voces mentales utilizan algunos de los mismos sistemas neuronales que subyacen al discurso externo”.
Los psicólogos, agregó Fernyhough, también comenzaron a indagar en las funciones de lo que llaman el discurso interior: “Nos ayuda a regular nuestra conducta, a motivar nuestras acciones, a evaluar esas acciones e inclusive a tener conciencia de nosotros mismos”.
Uno de los estudios que hizo el investigador en Durham consistió en medir su actividad cerebral en una resonancia magnética mientras sostenía una conversación mental. Como presumía, se manifestó movimiento en las partes de su hemisferio izquierdo asociadas al lenguaje. Pero también —y eso no lo supuso— se activaron zonas del cerebro asociadas a la interacción con otras personas. Fernyhough concluyó que “el discurso interno dialógico”, como lo bautizó, “debe entonces involucrar alguna habilidad de representar los pensamientos, los sentimientos y las actitudes de las personas con las que compartimos nuestro mundo”. Es decir que cuando alguien habla solo, en realidad, se divide, como si dialogara.
“Cuando comenzamos a pensar en cómo pensamos, tenemos que explicar de qué manera la conciencia puede montar su propio espectáculo. Estamos a cargo de nuestros pensamientos, o al menos tenemos una impresión poderosa de que lo estamos. Pensar es algo activo, es algo que hacemos. El pensamiento se mueve en sí mismo, crea algo donde antes no había nada, sin solicitar indicaciones del mundo exterior. Esto es parte de lo que nos distingue como humanos: el hecho de que sin estímulo extremo alguno, un hombre en una habitación vacía puede provocarse risa o llanto”.
Y hasta tal punto distingue a los humanos de otros animales que, según otro estudio que el autor consignó en su libro, entre el 20% y el 25% de la actividad diurna consiste en hablar con uno mismo.
¿Qué diferencia hay entre un niño que habla con su amigo imaginario y Juana de Arco que escuchó a ángeles y santos que la instaron a conducir el ejército francés para rescatar su país del dominio inglés en el siglo XV?
¿Qué diferencia hay entre las palabras que el tenista Andy Murray se dirige a sí mismo en cada partido y “la voz de Jesús que instaba a seguir luchando” que dijo haber escuchado Martin Luther King, Jr., al comienzo de la lucha por los derechos civiles en 1956?
La diferencia puede ser enorme, pero en el fondo es irrelevante porque todas esas voces tienen algo en común: son una faceta de la vida ordinaria a la vez que representan un rasgo de cada quien. “Sólo recientemente los investigadores han comenzado a tomar en serio la idea de que el discurso interior puede presentarse en diferentes formas y tamaños, que las distintas variantes de discurso interior pueden adaptarlo a funciones diferentes, y que las variaciones del fenómeno tienen orígenes diversos en el cerebro”.
Fernyhough contó una experiencia propia. Viajaba en un tren repleto a Londres cuando de pronto una frase de su discurso interior lo hizo lanzar una carcajada. De pronto todos los pasajeros lo miraron. Y de inmediato dejaron de hacerlo: “Comprendieron que yo, como la mayoría de la gente allí, estaba entretenido con pensamientos, y sabían que los pensamientos —pensamientos silvestres, mundanos, sagrados o profanos— pueden en ocasiones causar risa. Hablar con uno mismo dentro de la mente es una actividad ordinaria, y la gente común la reconoce cuando la ve. No sólo eso, sino que reconocen sus cualidades particulares. Nuestros pensamientos nos pertenecen, y cualquier cosa que suceda en ellos sucede en un ámbito donde no ingresan otros”.
The Voices Within no se ocupa de las patologías que conllevan voces mentales, sino de las voces mentales normales que hacen al funcionamiento del cerebro y que a veces se verbalizan. “Con frecuencia mis voces tienen acento y tono; son personales y sólo las escucho yo”, escribió. Y aunque “con frecuencia suenan como gente real” —la voz de un hermano muerto, de una maestra de la infancia, de un amigo en otro país— “en algún punto las reconozco como propias”: eso las diferencia de las que atormentan a las personas con psicosis como la esquizofrenia.
“Muchos de nosotros realmente pensamos con palabras”, concluyó el investigador. Y citó al filósofo español Miguel de Unamuno: “Pensar es hablar consigo mismo, y hablamos cada uno consigo mismo gracias a haber tenido que hablar los unos con los otros”.
Por eso hablar solos “es una parte de la experiencia humana que, aunque no es universal, parece jugar muchos papeles diferentes en nuestras vidas mentales”. Según una teoría importante, explicó, las palabras que suenan en la mente funcionan como herramientas que facilitan el pensamiento: “Nuestro discurso interno puede planificar, dirigir, estimular, cuestionar, persuadir, prohibir y reflexionar. Desde los jugadores de cricket a los poetas, las personas hablan solas de toda clase de maneras y con un rango amplio de diferentes propósitos”. (Infobae)

 

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