07 de Noviembre de 2019
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A 30 años de la caída del Muro de Berlín

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Hace 30 años se producía uno de los hechos mas impactantes y con mayores consecuencias geopolíticas de la historia contemporánea: la caída del Muro de Berlín. El Muro (Mauer) se comenzó a construir en plena guerra fría en 1961 y llego a tener una distancia de 155 km de los cuales 43 km atravesaban la ciudad de Berlín.

 

Algunos sostienen que fue una decisión unilateral del bloque ruso y otros que consistió en un acuerdo entre las dos fuerzas emergentes como hegemónicas a nivel mundial para sostener un endeble equilibrio geopolítico: Estados Unidos y Rusia.

 

Una vez caído el Muro en 1989 algunos autores se apresuraron a consagrar el Fin de la Historia. En realidad no fue más que el fin de “una” historia: La del mundo bipolar de post guerra. A partir de ahí muchos creyeron en un mundo unipolar con Estados Unidos como único poder hegemónico global. Esta idea termina transformándose en nuestros días en un nuevo multipolarismo con Estados Unidos, China y Europa en el centro y Rusia, India, Medio Oriente y el sudeste asiático en los márgenes de este poder múltiple.

 

Hay diversos enfoques o perspectivas desde donde tomar la caída del Muro de Berlín pero uno de los más interesantes, aun para nuestra propia experiencia argentina, es ver que pasó con la integración de dos mundos distintos como sucedió en Alemania. Pasó en tres décadas de estar totalmente destruida después de protagonizar dos guerras mundiales de alto impacto, especialmente la segunda, a emerger como la nueva potencia europea y luego como una potencia mundial.

 

De la década del 50 a la del 80 Alemania generó el denominado “milagro alemán”. Luego advino la caída del muro en 1989 y aquí un nuevo desafío: cómo unir lo desunido. Se transfirieron al Este en estos 30 años cerca de 2,5 Billones de euros (el 65% para prestaciones sociales y el 35% restante para infraestructura- calles, trenes, etc).Este “segundo milagro alemán” elevó los ingresos de los alemanes del Este del 50% de lo que percibían los del Oeste en 1990 al 75% actualmente. La esperanza de vida creció en el Este en 7 años y se dice que por cada euro invertido en el Este se prolongo 3 horas la vida de una persona. La desocupación se redujo del 9,9% en el Oeste al 4,8% y en la ex zona comunista del 18,7% al 6,9%.

 

Restan muchas cuestiones por solucionar. La mayoría de los jóvenes migran hacia el Oeste en busca de mejores salarios, las jubilaciones siguen siendo menores en el Este que en el Oeste, y la asimetría subsistente hace que irrumpan movimientos políticos (denominados populistas en la acepción europea) que rechazan a la clase política tradicional y a los inmigrantes. En 2007 la entonces candidata a presidente argentina Cristina Fernández sorprendió en un reportaje aludiendo al “modelo alemán” como norte de nuestras políticas. Este modelo es admirado tanto por sectores progresistas como conservadores de Argentina, que además tienen sus interlocutores en las excelentes fundaciones políticas alemanas radicadas en nuestro país.

 

Sabido es que no hay modelos sustituibles y que solo se pueden tomar ideas y aplicaciones exitosas particulares de otros lugares. La situación argentina de grieta (forma moderna de muro sociológico), desigualdades y asimetrías sociales puede sanearse con factores de convergencia, productividad y de desarrollo regional pero no producirá milagros, tampoco lo fue el alemán. Solamente el esfuerzo y trabajo diario, la visión de largo plazo, la responsabilidad individual y el sentido uniforme de lo colectivo logran “milagrosamente” el éxito de las sociedades.

 

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