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24 de Octubre de 2021
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Rocío Paleari

Nosotras, las zorras

Entonces, si decir lo que pienso, quiero y siento me convierte en una zorra, quiero el cambio de DNI a Rocío Zorra Paleari. Porque no se nace zorra, se llega a serlo.

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: Si la zorra es la que desea, entonces me cambió el DNI a Rocío Zorra Paleari. parafraseando a la gran Simone de Beauvoir: estoy harta, harta, harta. Estoy harta de que cada vez que una mujer se atreve a desear se la tacha de zorra, puta, ingrata, descerebrada, estúpida, casquivana, bruja, non sancta…

 

Entre las muchas cosas que durante siglos se nos han vedado a las mujeres, hay una piedra fundamental: el deseo. A estas alturas, lo que estoy diciendo no es nada nuevo, pero siempre sucede algo que me hace pensar que es necesario recordarlo.

 

En los últimos días el escándalo de la separación entre Wanda Nara y Mauro Icardi con la China Suarez como tercera en discordia pone de vuelta el foco en la cuestión. ¿Qué pasa cuándo las mujeres no nos comportamos como manda el libreto?

 

En este caso tan mediático el problema es que una chica deseó y provocó el encuentro sexual con un hombre… pocos parecen acordarse que él sabía que estaba casado. Lo que nos escandaliza no es que un hombre sea infiel y cometa una traición, sino que una mujer desee un a un hombre prohibido. Y allá la mandamos a la China Suarez a la hoguera mediática.

 

No estoy diciendo que me parece super bien enrollarse en vínculos con personas comprometidas. Lo que quiero decir es que frente a un quilombo de este estilo, las que pagamos los platos rotos somos nosotras. Y eso no es solamente cuando nos metemos con el tipo de otra. No señoras y señores, si usted está soltera y avanza a un tipo es una lanzada. Si usted está casada y cuernea a su marido es una desagradecida, con todo lo que hace el pobrecito.

 

Por lo general, cuando hablamos de deseo, automáticamente lo asociamos a la sexualidad. Lamentablemente, el deseo no es exclusivo del campo sexual. Hay muchas cosas que se pueden desear y muchas maneras de hacerlo. Según la RAE desear es “aspirar con vehemencia al conocimiento, posesión o disfrute de algo.” Entonces, por ejemplo, una carrera profesional puede ser un deseo, el deseo de un proyecto de vida. Hace no tanto tiempo atrás, una amiga estudiante de ingeniería cursó en una cátedra donde el profesor afirmó que las mujeres deberían estar en la cocina. Otra amiga cursó en una facultad de fotografía donde un profesor se cansó de decir que las mujeres solo servían para posar. Personalmente, cursé Metodología de la Investigación con un profesor que automáticamente promocionaba a todos los hombres de la cursada y a las mujeres, también automáticamente, las mandaba a final. Antes de que se me adelanten con que son casos aislados… les recuerdo que durante siglos las mujeres fuimos excluidas de la educación. No son casos aislados, son cosas heredadas, aprendidas, y reafirmadas por estos docentes.

 

Eso sí, nuestro deseo tiene una única licencia: maternar. Embarazarse, parir, y cuidar de la prole si está dentro del libreto. ¡Pero ojo! Que si algo puede ser deseado, también puede ser NO deseado. Ahí estamos de vuelta en un brete.  Durante siglos nos hicieron creer que si no sentíamos el deseo de maternar estábamos rotas. Y ahora que si nos ven, ahora que no nos  callamos más, y podemos empezar a cuestionar cómo y cuándo queremos maternar, somos unas locas por si quiera pensarlo. El domingo pasado, en esta misma columna, lo menos que me dijeron fue estúpida y descerebrada por animarme a cuestionar todo el trabajo que hacen nuestras madres en el hogar.

 

Entonces, si decir lo que pienso, quiero y siento me convierte en una zorra, quiero el cambio de DNI a Rocío Zorra Paleari. Porque no se nace zorra, se llega a serlo.

 

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