02 de Mayo de 2021
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Heladería Mayor, parada obligatoria en Esquel durante 70 años

La heladería Mayor acompañó durante setenta años a distintas generaciones, con una producción de helados 100% artesanal. Para la mayoría de las familias esquelenses , turistas y gente de la localidad ya era una tradición pasar por el lugar y pasar un buen momento caminando, en el auto o simplemente en sus casas.

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Por Donato del Blanco

 

 

En el año 1943, Juan Tascón compró máquinas en Buenos Aires para fabricar helados en Esquel y además trajo consigo la famosa "fórmula" de la elaboración. Se obtenía un verdadero helado, 100% artesanal. Poco después de haber llegado, decidió no sumergirse en el rubro, por lo que su hermano, Antolín Mayor, comenzó con el legado que se llevó a cabo durante setenta años.

 

Para saber un poco más, entrevisté a su hijo y su nuera, Omar Mayor y Elizabeth Sandra Soto, quienes continuaron con el legado hasta el final.

 

 

¿Cómo fue el inicio de la historia?

 

 

Fue medio azaroso, mi papá y su hermano, Juan Tascón, se presentaron a una licitación para el casino de la Asociación Española. Había una o dos ofertas más, y para distanciarse de las otras ofertas, propusieron poner una heladería. Ganaron la licitación y mi tío fue a Buenos Aires a comprar las máquinas. En ese momento conoció a un heladero, que daba clases a los que compraban máquinas en esa fábrica.

 

 


"Él trajo la fórmula, el 16 de diciembre de 1943"

 

 

En esa vuelta, mi tío no se dedicó a la producción de helados, por lo que en un comienzo se ocupaban mi abuela, Basilia Diez, y mi padre, Antolín Mayor. En 1958 arranca a trabajar mi mamá, Estela Rossi. Es ella la que junto con mi abuela fabricaba el helado, y mi papá lo batía y además se ocupaba de la venta.

 

 

 

"No fue la primera heladería. Antes había un heladero, que andaba por las calles, de apellido Gutrero. Eso fue lo que incitó a mi familia para poner una heladería, porque no había. Tomando como referencia a este Español"

 

 

No tenían idea del rubro. Al principio, arrancaron con dos o cuatro sabores: frutilla, chocolate, vainilla y americana.

 

 

"Después de ese inicio, fue la actividad comercial de nuestra familia, que duró 70 años"

 

 

 

Distintas ubicaciones, mismo ambiente

 

 

El primer lugar donde se instalaron fue en La Española, después en la calle Roca,  de ahí fueron a la esquina de Rivadavia y Sarmiento, después a Sarmiento 616. En una época volvimos a la esquina después de muchos años y el final fue nuevamente en Sarmiento.

 


¿Cómo eran tus padres?

 

 

 

Mis papás eran laburadores. Al máximo… La gente trabajaba mucho en esa época. Ellos hacían todo, la compra de los productos de la materia prima, la elaboración, venta… Nunca se quedaron quietos.

 

Si bien la heladería terminó siendo la actividad principal de la familia, ellos tuvieron otras actividades paralelas, como restaurantes y confiterías.

 

 

Comienzos en el rubro

 

 

 

Yo ayudaba en la heladería cuando era chico. Cuando con mi hermano ya teníamos capacidad y cierta autonomía, ayudábamos a mi mamá, para ese momento estaba sola ya que mi abuela había fallecido. Dábamos una mano con la elaboración, pero al principio lo tomábamos como un juego.

 


Los helados, 100% artesanales.

 

 

No había lugar para esencias o para colorantes. Si habían frutillas, se hacía helado, sino no, lo mismo con la banana y cualquier otra fruta.

 

 

"Para el helado de vainilla, siempre se usó la chaucha, que en ese momento era carísima. El último precio que recuerdo fue 128 dólares el kilo"

 

 

 

Hicimos muy pocos cambios en los helados con respecto a la fórmula original. Por ejemplo el helado tradicional nuestro fue el dulce de leche... Nosotros lo hacíamos a la noche, se enfriaba toda la noche y a la mañana se batía. Para el otro día, el helado ya estaba duro. Como no sabíamos que pasaba, le buscábamos la vuelta hasta que lo modificamos, sin perder la esencia de la fórmula original, como para que el helado se mantenga con la consistencia que tenía que tener.

 

 

" La fórmula original tenía cuatro o cinco sabores, el resto eran desprendimientos de esos sabores" 

 

 

Omar se casó con Sandra Elizabeth Soto, en el año 1982. Al poco tiempo, se hicieron cargo de la actividad.

 

 

"Si bien mi papá trabajaba, la mayoría de las decisiones las tomábamos nosotros, además de la producción y la venta"

 

 

 

Antolín Mayor

 

 

Empleadas

 

 

 

Empezamos a tener cuando falleció mi papá. En el año 1992. Hasta ese momento, hacíamos todo. Incluso Sandra más, ella era docente, salía de la escuela e iba de cabeza a la heladería, además de cuidar a nuestras hijas.

 

 

"Era muy demandante el trabajo, por esta obsesión de hacer el helado 100% artesanal”

 

 

Podíamos habernos relajado y no ir tanto a la fábrica, pero no era el sistema de trabajo al que estábamos acostumbrados y no era posible para mantener la calidad que pretendíamos. Teníamos épocas donde se han abierto tres o cuatro heladerías simultáneamente, hasta que volvía todo a la normalidad. Tenemos y tuvimos una excelente relación con cada una de las chicas que pasaron por la heladería, todas muy buenas personas.

 


Clientes

 

 

"En general el esquelense fue muy fiel a la heladería"

 

 

Teníamos clientes de costa, de Río Pico y otras localidades cercanas. Venían directamente a la heladería. La gente que venía sólo de vacaciones, también pasaba todos los días por el local.

 

 

Elaboración 

 

 

 

Para tomar dimensión del tiempo que llevaba hacer un helado, Sandra me explicó un ejemplo...

 

 

"Yo me encargaba de la elaboración de los helados de fruta. Para hacer el de Calafate, teníamos una familia que salían a las cinco de la mañana a cosechar el calafate, y venían al mediodía. Con esa producción, fresquitos, hacíamos el helado de ese sabor. Con todos productos caseros"

 

 

Tenías que licuar toda la fruta. Después tenías que sacar el hollejo y las semillas, era meter mano con dos pares de guantes y darle. Además de eso, tenía mis trabajos: heladería, docencia y crianza de mis hijas.

 

 

 

Otros recuerdos que tengo es con el helado de banana...

 

 

"Cuando venían los nenes de jardín a conocer la heladería y el proceso, nosotros los hacíamos hacer el helado de banana… ¡Tenían un entusiasmo! "

 

 

Lo hacían y después comían ese helado, veían todo el proceso de elaboración. Participaban hasta que después se iban con su heladito, felices…

 

Omar me comentó  que  siempre estaban atentos a las modas de los gustos de helado, especialmente en Buenos Aires.

 

 

" A veces hacíamos gustos que sabemos que se hicieron por primera vez en nuestra heladería, por ejemplo el Calafate"

 

 

Empezó para unas de las fiestas del Calafate, en Tecka. Ese año hicimos helado para ellos, y toda la producción de helado fue para la fiesta. A partir de ahí, se empezó a hacer comercialmente el helado y otras heladerías empezaron a hacerlas.

 

 

"El de mate cocido por ejemplo dejamos de hacerlo, era muy complicado de hacer. Pero sabemos que fuimos uno de los primeros en el país en hacerlo"

 

 

Anécdotas

 

 

Había un señor que sabía que hacíamos helado todos los días. Era siempre recién batido. Un helado de los industrializados, está meses en el depósito hasta que lo consume alguien (con glucosa, estabilizadores)…

 

 

"Nuestro helado se batía todos los días o día por medio, depende del sabor"

 

 

Una vez llega una pareja y el señor dice: Omar, ¿Cuál es el helado que tenés recién batido?

 

 

"Era una pregunta que me molestó toda la vida. Por que batíamos todo el día y todos los días"

 

 

Con bastante mal humor, "que fue la característica de la familia Mayor",  le respondo: Cacho, recién termino de batir el de dulce de leche con nuez. A lo que me responde, dame un cuarto...

 

En ese momento la novia le dice: ¡Cacho, pero a vos no te gustan las nueces!

 

 

"Cacho dijo: no importa, me voy escupiendo las nueces. Dicho y hecho, se fue escupiendo las nueces…"

 

 

Más anécdotas...

 

 

A veces se nos echaba a perder por la leche o huevos. Los huevos se recolectaban en una granja, y a veces las gallinas se iban al mallín. Cuando nos llegaba, nos dábamos cuenta que el helado tenía gusto a eso.  La leche también, cuando no era fresca enseguida sabíamos. 

 

 

“Esas cosas pasaban, es lo natural en cualquier producción. Por suerte nos dábamos cuenta”

 

 

Motivos del cierre

 

 

 

El motivo principal, fue para pasar tiempo con la familia. Sólo cerrábamos el 25 de diciembre y el 1 de enero. Después del fallecimiento de Antolín, pusimos esas fechas para cerrar. Los clientes se enojaban cuando cerrábamos.

 

No teníamos tiempo, nos agotó y saturó… Podríamos haber cambiado la forma de producción, pero no era nuestra impronta. Aún cuando empezamos a tener empleadas, nos costaba tener vida social, ya que para el cierre de la heladería teníamos que estar alguno de los dos, y se llevaba a cabo a la una o dos de la mañana.

 

 


"Si nos invitaban a cenar, no podíamos ir los dos ya que uno se tenía que quedar pendiente de lo que pasaba en la heladería"

 


No habían momentos de descanso. 

 

 

"Estudiamos mucho para cerrar, no fue de un día para el otro. La primera fecha que pusimos fueron los 60 años, y cuando estábamos tomando la decisión, mi mamá me dice: qué lindo sería poder volver a la esquina antes de cerrar, donde estuvo tanto tiempo la heladería, sería como un homenaje a tu papá"

 

 

Tomamos la decisión de seguir hasta los 70. Y nada más…Nos volvimos a la esquina, con confitería y heladería. Cuando se cumplieron los 70, cumplimos con la voluntad de cerrar. Influyó el cansancio y la casa parecía un restaurante, habían turnos en los que comíamos.

 

 

“No quisimos que nuestras hijas sigan con la herencia de la heladería. Las dos siguieron otros caminos, tanto Natalia como Alejandra”

 

 

 

Las hijas en su infancia

 

 

Rutina diaria

 

 

 

Primera hora de la mañana: leche recién ordeñada, el paso siguiente era pasteurizar además de estar pendientes de que llegue la crema, si vienen los huevos de la chacra… A veces llegaban los productos, y otras veces no. Había que tener un acopio de materia prima. Después batir y batir...

 

Los últimos 20 años, teníamos poco tiempo de cierre entre una temporada y la otra. Al principio mis papás trabajaban tres meses en la heladería. El resto del año no funcionaba, pero nosotros llegamos a no cerrar durante dos o tres temporadas. Después cerrábamos un mes para descansar un poco.

 

 

Días después del cierre...

 

 

Emocionados, Sandra habló sobre el inicio de su "libertad".

 

 

"Cuando cerramos ese verano, comimos un asado con mi hija Natalia y mi yerno Charly, en el lago. Con Omar nos largamos a llorar” Los chicos se preguntaban por qué... Nosotros hace 25 años no comíamos un asado en el lago"

 

 

Omar cuenta que así de esclavo era el trabajo en la heladería, "pero nos dio otras cosas también, tranquilidad económica y la posibilidad de ser reconocidos con todo el pueblo. Que hoy en día me digan: Hola señor mayor, es algo que no tiene precio".

 

Después siguieron un año más, pero a delivery. Al no notar descanso, cerraron definitivamente.

 

 

“A veces llegábamos de la Zeta y había que llegar y elaborar helado”

 

 


¿Qué se llevaron de los clientes?

 

 

Sin duda, agradecemos a la gente de Esquel porque somos conscientes que nunca fui, al igual que mi papá, el tipo más simpático para vender un helado. Éramos bastante amargos para atender.

 

 


“Tendríamos que hacerle un monumento a la gente que nos soportó durante 70 años"

 

 

Me llevo el cariño de la gente, que hoy todavía no pasa un día que me digan: ¿Por qué cerraste? ¿Por qué no vuelven?... Es indescriptible.

 


La voz de las empleadas del lugar, que hacían frente en cada temporada

 

 

Ivana Sepúlveda trabajó durante diez temporadas, en un lugar que la vio crecer. 

 

 

"Era una época donde se trabajaba muchísimo, la gente solía esperar en los cordones de la vereda, la que da hacia Rivadavia. Sacaban número y se iban a esperar afuera"

 

 

En ese entonces cambiábamos el rollo de los números dos o treces veces. En mi caso, trabajaba hasta las dos de la madrugada.

 

 

El clima laboral

 

 

 

“Jamás tuve otros trabajos con ese ambiente. Era excelente. El grupo era genial, nos divertíamos mucho"

 

 

Omar y Sandra

 

 

Los dos formaban parte de nuestro equipo de trabajo, no como jefes, sino que en lo personal eran súper amigos y consejeros. No teníamos mucho respiro , pero en los momentos libres la pasábamos muy bien. Era todo familiar.

 

Me acuerdo de Estela... era generosa, buena. Solía bajar los domingos, ya que su casa estaba arriba de la heladería, bien elegante y producida. Especialmente ese día, nosotros ya sabíamos que teníamos que prepararle helado: 2 o 3 kilos. Cada una conocía sus sabores, los buscaba y se iba a jugar a la canasta con sus amigas, ya era su tradición. 

 

La gente de Esquel era muy cálida y familiera.

 

 

"Sabíamos el sabor de cada cliente, ya que eran muy habitués del lugar. También había gente de la zona que iba a vender frutas regionales: Calafates, guindas… y ellos compraban todo lo que les llevaban"

 

 

La gente tenía curiosidad por ir a ver las máquinas, por la mañana se recibían grupos de las escuelas, también de adultos o instituciones que iban a ver cómo elaboraban el helado. Era muy llamativo ver la producción.

 

 

“Fueron tiempos muy lindos”

 


Gabriela López empezó a trabajar en la heladería en el año 94, fue la segunda que empezó. Hace 20 años vive en Comodoro y siempre mantuvo la misma relación con Sandra, Omar y toda la familia.

 


En ese momento estaba Estela y nos divertíamos muchísimo….Con Omar nos matábamos de risa, pese a que atendía con "cara de perro".

 

 

"Siempre nos decía, !Qué hago yo acá, para eso están ustedes. Yo tengo que estar atrás!, nos reíamos mucho"

 

 

Con los chicos se llevaba bárbaro, tenía una onda que todos los pibes lo querían. Ellos vivían ahí, todo el día… Si el helado no alcanzaba, había que ponerse a batir y dejarlo listo.

 

 

Ambiente

 

 

Podías comerte los helados que quisieras, y a la hora del mate venían con tortas fritas, o raspaditas. De los clientes nos pasaba que veía uno, y ya sabíamos que quería: él frutilla,  ella dulce de leche… ya sabíamos sus gustos.

 


Anécdotas

 

 

"Siempre recordamos las personas que hacían el chiste del helado frio o caliente, siempre venía alguien y te decía: un helado caliente por favor"

 

 

También tengo muchos recuerdos con Sandra, ella era todo. A veces cuando hacía frío y bajaba la demanda de trabajo, daba clases en el colegio y tenía que preparar cosas para el 25 de mayo, y preparábamos flores, escarapelas…

 

Siempre nos reíamos porque a Sandra le encantaba que los chicos queden con la boca manchada de helado.

 

 

 

Si estaba bordeando, nos enseñaba a bordear, era multiterreno.

 

 

La familia

 

 

Estela cocinaba y a veces me bajaba la cena. Yo comía lo que ella me hacía… Para que tomes una dimensión de lo familiar que era, las nenas venían con su tarea y tomábamos la merienda. Compartimos muchas cosas, al pasar tantas horas juntos.

 

 

“A mi me trataron como a una hija”

 

 

Hasta el 2003 trabajé. Hoy en día me da nostalgia y alegría, porque disfruté mucho de estar ahí. Me duele un poco que no esté, ver la heladería y la vereda.

 

 

 

"Fui muy feliz"

 

 

Angélica Bargas comenzó a trabajar en la heladería cuando tenía 17 años, siendo su primer trabajo.

 

 

 

"La heladería era nuestra casa. Yo tenía a mi hijo y lo llevaba allá, podía traer hasta sus juguetes. Me daban una mano enorme Omar y Sandra"

 

 

Valoramos que nos cuiden tanto, te sentías muy querida. Era una familia. Mi mamá a veces se iba de viaje y me quedaba sola un tiempo… Para ese entonces, yo pasaba navidad con ellos y también dormía en lo de Estela cuando me sentía mal.

 

 

"Hasta el día de hoy tenemos un grupo de Whatsapp con mis compañeras, seguimos el vínculo y compartimos muchas cosas"

 

 

El famoso helado

 

 

Hoy en día no como helado como antes, me acostumbré a los helados artesanales. El ver como se hacían… No tiene precio, y probarlos apenas terminaban de batirse, tampoco tiene explicación.

 

Todas teníamos nuestros gustos preferidos. Tomábamos helado al final del día, porque no teníamos tiempo, llegaba mucha gente.
 

 

Ambiente

 

 

Tengo muchos recuerdos, todos positivos. Uno de ellos es cuando hacíamos la decoración con Sandra, desde navidad hasta las actividades que tenía que llevar a la escuela. Nos encantaba participar.

 

 

 

Los clientes también eran muy familieros.

 

 

 “Me acuerdo de saber los sabores de la gente. Pasaba un chico y hasta el día de hoy me acuerdo que pedía menta granizada y dulce de leche”

 

 

Acá estoy yo, feliz. Se la puede ver a Sandra atrás corrigiendo tareas, ella estaba en todo.

 

 


Relación

 

 

Están siempre presentes, hasta el día de hoy. Pasé por situaciones y ellos aparecen a preguntarme cómo estoy o qué necesito. Sólo quieren que uno esté bien. Para dar un ejemplo, en un momento mi marido se quedó sin trabajo y ellos aparecieron y me preguntaron qué necesitaba y cómo estaba.

 

 

“Hacían mucho más llevadero el día a día en la heladería”

 

 

La ciencia del helado

 

 

El helado con mayor consistencia siempre tenía que estar abajo. Se servía con la paleta, nunca con la cuchara.

 

 

“Si se caía un helado, sabíamos que era porque estaba mal armado. Teníamos que tener mucho cuidado”

 

 

Tengo mis mejores recuerdos. Cuando cambié de trabajo, igual pasaba a charlar y tomar unos mates… Vimos el crecimiento de sus hijas, pasamos momentos felices y también difíciles.

 

 

Laura González fue la primera empleada de la heladería, en el año 1991.

 

 

 

"Fui la primera empleada del lugar. Cuando entré, era un momento triste porque en ese entonces Antolín estaba enfermo. Pero desde un principio fueron excelentes personas conmigo, te sentías en familia"

 

 

En un principio estaba con Sandra y Estela. Omar me enseñó el mecanismo durante el primer mes. Siempre esperaba que él saque el helado recién hecho para comerlo, era lo mejor.

 

 

"Nos daban contención. Todas empezamos siendo adolescentes, con nuestro primer trabajo... Pese a eso, ellos hacían que te sientas bien" 

 

 

El recuerdo con Estela Rossi

 

 

Ella era una persona que te veía, e intuía todo. Sabía lo que te estaba pasando. Con ella nos comíamos los chocolates y los marrocs. Omar los guardaba en una punta de la estantería, y a escondidas le comíamos los chocolates 

 

También nos preguntaba cómo estaba, siempre con una armonía que la caracterizaba.

 

 

Anécdotas

 

 

Uno de los recuerdos que tengo es que ya en ese momento, trabajábamos para la gente celíaca. Utilizábamos aparte las cucharas y no podíamos sacar el helado de las bateas, había que ir atrás y abrir los tarros nuevos. La elaboración era constante, siempre estaba la precaución de tener todos los cuidados. 

 

 

“Teníamos el gimnasio al frente. Veíamos a las chicas que llegaban vestidas de deporte, salían del gimnasio e iban a comprar helado de chocolate con almendras y dulce de leche granizado”

 

 

No comí un helado igual después de trabajar ahí. Me acostumbré a eso, a lo artesanal y natural… No tiene comparación. Cambié de trabajos, pero siempre tenía mi lugar asegurado en la heladería. Por cualquier situación que me pasaba, yo sabía que en cualquier circunstancias, ellos iban a estar, y así era. Para nosotras, tanto Sandra como Omar, eran nuestros padres. Uno tenía un problema, y lo podías solucionar con ellos.

 

 

 

Estuve hasta aproximadamente el año 2006, en la famosa esquina. 

 

 

"Me llevo los mejores recuerdos"

 

 

Pablo Díaz  repartía hielo que se fabricaba en la heladería, a estaciones de servicio y boliches. Comenzó trabajando en el año 1997.

 

 

 

"La heladería era muy familiar. Tuve buena onda con todas las chicas que trabajaban ahí, las protegía. Convivíamos mucho ya que estábamos muchas horas"

 

 

Un día normal

 

 

 

Si había mucho trabajo, preparaba el mate. Cuando estaba Omar con la producción, también le cebaba unos mates, comprábamos facturas. Recuerdo a Estela cuando bajaba a la heladería desde su casa, siempre muy amiga de todos, charlábamos y la pasábamos muy bien.

 

Después de mi post reparto de hielo, ayudaba a lavar las bateas, o si se necesitaba buscar frutas, también daba una mano.

 

 

¿Qué te generó el cierre?

 

 

Cuando cerró, me provocó nostalgia por los momentos vividos. Pasé fiestas con ellos, me ayudaron muchísimo: Cuando fui papá, cuando armé mi casa y en cualquier circunstancia.  Para mí, ellos eran mis patrones, mis compañeros, y también padres.

 

 

"Fue una época dorada, tuve un muy lindo grupo de trabajo"

 

 

Agradecimientos a Omar Mayor y Sandra Soto, además de las empleadas y empleados de la heladería por las entrevistas. Todos ellos, llevaban adelante de la mejor manera, un lugar que hizo feliz a muchas familias de Esquel.

 

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