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13 de Octubre de 2022
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A 50 años de la tragedia de Los Andes, el relato de uno de los sobrevivientes

El avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló en la Cordillera de Los Andes. Los sobrevivientes tuvieron que recurrir a todo tipo de recursos en el medio de la montaña para sobrevivir 72 días, cuando se logró su rescate.

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El jueves 12 de octubre de 1972, el avión Fairchild Hiller de la Fuerza Aérea Uruguaya partía rumbo a Santiago de Chile junto a 44 personas. Los 39 pasajeros formaban parte del Old Christians quienes viajaban para jugar un partido de rugby frente al club Old Boys. Un viaje que aseguraba momentos de diversión entre compañeros. 

 

Sin embargo, debieron realizar una escala obligatoria en Mendoza por una fuerte tormenta que no permitió la salida, allí se quedaron hasta el viernes 13 de octubre hasta que el clima mejoró y partieron a las 14.18 hacia el destino. Pero un error de cálculo hizo que el avión se estrellara en el Glaciar de las Lágrimas, cerca del Sosneado, Mendoza a 1200 metros de la frontera con Chile. 

 

Carlitos Páez Rodríguez, fue uno de los 16 sobrevivientes de la caída del avión uruguayo en la cordillera de Los Andes. Recuerda el viaje, la muerte de sus mejores amigos, la decisión de alimentarse con los cuerpos de las víctimas y el empeño de su padre para hallarlos cuando la búsqueda ya había terminado.

 

"La mayor enseñanza que me dejó la cordillera es que siempre que te la creés, Dios te pega un garrotazo. A nosotros nos pasó: primero fue el accidente, después nos enteramos que ya no nos buscaban, más tarde llegó la avalancha. Debemos ser de las pocas personas que se enteran por una radio que no existen más para el mundo. Nos pasó a los diez días. No entendíamos cómo el mundo seguía andando y nosotros ahí a 3.500 metros de altura, con 20 o 25 grados bajo cero”, comenzó el relato del viaje que cambió su vida para siempre.

 

Carlitos Páez Rodríguez, quien en ese momento tenía 18 años, vivió aferrado a su fe y a un espíritu que se volvió más fuerte cuando diez días después de estrellarse, con muchos compañeros muertos a su alrededor, se enteraron que ya no los buscarían. Fueron 72 días de “incertidumbre”,en los que tuvieron que acudir a recursos extremos para sobrevivir, hasta que el 22 de diciembre fueron rescatados.

 

Del momento del accidente, comentó que recuerda todo: la turbulencia, el ruido infernal de los motores cuando el piloto intentó elevar la nave, el Ave María que rezó, el golpe con la montaña, la cola del avión que se desprendió, el frío, la frenada en la nieve, los asientos que van encima unos de otros, el silencio inicial, los gritos y la media hora que tardó en liberarse.

 

"La gente cree que éramos Los Pumas, pero nada que ver, éramos jugadores de colegio, ni siquiera atletas. Nos juntábamos dos veces por semana para jugar y punto. Era un viaje de diversión. Nos costó 38 dólares el viaje ida y vuelta en un avión militar. Teníamos 70 dólares para el fin de semana, era una fortuna. Estábamos acostumbrados a viajar a la Argentina, pero ir a Chile era diferente”, expresó Páez Rodríguez en la entrevista.

 

En cuanto a los días que pasaron juntos y debieron trabajar en grupo para sobrevivir, contó: “Nosotros teníamos absolutamente divididas las tareas y los roles. La nuestra fue una de las historias más notables de trabajo en equipo. Había tres estudiantes de medicina, por ejemplo, y asumieron ese rol. Roy Harley era estudiante de ingeniería y se encargó de la radio. Daniel Strauch era el inventor, hizo algo con almohadones para caminar sobre la nieve, o los lentes negros. Yo era el tapiador oficial del avión. Pero lo mejor que hice con mis manos, fue coser la bolsa de dormir improvisada para Parrado y Canosa cuando salieron a buscar ayuda”.

 

Los primeros días tenían una lata de mariscos para compartir entre 26 personas. Cuando se enteraron que se había terminado la búsqueda se encontraron ante la idea de alimentarse de sus compañeros muertos para sobrevivir. La prioridad era vivir y regresar a sus casas.

 

Carlitos Páez es el hijo del pintor uruguayo Carlos Páez Vilaró (que falleció en 2014), sostiene que su papá “nunca perdió la esperanza”. Él fue el que los buscó impulsado por su madre quien nunca dudó que su hijo estaba vivo.

 

"La vuelta no fue igual para nadie. Se mezcló la felicidad de regresar vivos con la tristeza por los que no estaban. Yo perdí a mis dos mejores amigos allá, había estado el día anterior a la avalancha con ellos. Pero en ese momento estás peleando tan por la tuya, que se muere un amigo y seguís. Fue más doloroso cuando volví y me di cuenta que no estaban y no iban a regresar nunca más”, comentó Carlos. 

 

Luego de la tragedia regresó tres veces al lugar. Contó: “La primera con parte de los 11 sobrevivientes. La segunda con National Geographic para el documental que hicieron. Y la tercera con mis dos hijos y cuatro nietos. El mecanismo de defensa mío siempre es el humor. Pero con mi familia no podía y la pase mal, porque ahí, en el lugar donde quedaron los otros, se respira mucho dolor y sufrimiento”.

 

Carlos tiene dos hijos: Maria Elena de los Andes, uruguaya y Carlos Diego, argentino. El segundo nombre del varón es un homenaje a sus dos mejores amigos, muertos en la Cordillera: Gustavo Diego Nicolich y Diego Storm. También es abuelo de cinco nietos.

 

 

Fuente: infobae.com

 

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