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10 de Diciembre de 2022
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Jorge Piedrabuena, 30 años de docencia y con una cartuchera llena de sorpresas

Con su tradicional cartuchera llena de recuerdos, nos cuenta sobre su historia en la docencia. Prácticamente, dio clases en todas las escuelas de Esquel.

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Por Karim Chelbi Camba

 

El paso de la primaria a la secundaria es fuerte. Ya no está la "seño", ahora hay profesores. Tercer año de secundaria, donde las cosas se empiezan a poner más difíciles, a las 10.40 comienza la primera hora de matemática.

 

Todos sabíamos que teníamos clases con "Piedra". Todavía no le conocíamos el nombre completo, ni la voz. Solo veíamos a un hombre alto, con barba y una cartuchera muy particular.

 

 

 

Llegó un día, dijo "buen día" y arrancaron las clases. Con el correr del tiempo, lo fuimos conociendo como a cada elemento de la cartuchera que lo acompañaba para todos lados.

 

Varios años después, nos encontramos en el colegio Salesiano. Volvimos a entrar, subimos las escaleras y charlamos en el aula. Tranquilamente como lo pudimos haber hecho hace unos 10 años.

 

Conocido por todos, Jorge nos comenta sobre su historia en la docencia y recordamos momentos muy graciosos.

 

 

 

¿Fuiste profesor en casi todas las escuelas de Esquel?

 

Te diría que trabajé en casi todas las escuelas. Trabajé en la escuela 713, Politécnica, 735, 791, la Normal. Casi pasé por todas las escuelas de Esquel.

 

¿Cuándo arrancaste como profesor?

 

Vine a vivir en el año 84 y para fines de ese año, a pesar de que trabajaba en la Municipalidad a cargo de la oficina de Catastro, tuve la posibilidad de tomar las primeras horas de física en la escuela. Para un fin de año, que es complicado tomar horas, se dio todo bastante bien. La directora que estaba en ese momento, que era la señora Angiorama, no tuvo ningún inconveniente. Trabajé un mes y medio y después pude trabajar en forma continuada con más horas.

 

¿La docencia era algo complementario a tu profesión?

 

En realidad, en la escuela trabajaba una profesora de matemática que tuvo que irse. Ella me pidió que por favor tomara las horas que ella tenía. Yo como técnico mecánico y geógrafo podía tomar esas horas de física. Ella me dijo que se iba más tranquila si yo tomaba las horas. Había trabajado en Buenos Aires, ayudando a chicos de secundaria a preparar exámenes de física y matemática. Siempre fue una cosa que me gustó, pero trabajar como profesor fue acá en Esquel.

 

La docencia fue, prácticamente, tu vida...

 

Estuve trabajando en la Municipalidad en forma paralela con la escuela. Después, me empecé a dar cuenta que la docencia era lo que quería hacer. Mi madre y tías habían sido docentes y me llamaba la atención, pero nunca había tenido la posibilidad de ejercer en una escuela. Como tenía formación técnica, el anhelo mío era trabajar en una escuela técnica para brindar todo lo que había aprendido.

 

¿Qué preferís, física o matemática?

 

Las dos cosas me encantaron siempre. Por formación, nosotros en el año 96 o 97 empezamos con un amigo, después de varios cursos de formación docente, un profesorado a distancia de física y matemática. Luego, por razones políticas viajábamos a rendir a Buenos Aires y el profesorado se cerró. Tuvimos que pedir todas las equivalencias y con la gente de la universidad pudimos concretar el profesorado de matemática en Esquel. Ellos nos reconocieron las materias que teníamos y terminamos en el 2004 o 2005 de cursar. Nos pudimos recibir un grupo muy selecto de gente.

 

 

 

¿Tuviste mucho que ver con el armado del laboratorio de esta escuela?

 

Siempre estuve más ligado a la física por la cuestión práctica y me preocupó que en las escuelas no existieran laboratorios para poder desarrollar las actividades. Sobre todo las de construcción de modelos para dar explicación a ciertos fenómenos. Trabajamos mucho para poder montar el primer laboratorio en esta escuela y trabajamos con la gente de la Politécnica para poder enriquecer el laboratorio que estaba ahí. El laboratorio de acá nació en esos años y lo fuimos equipando hasta que la escuela se mudó a la parte nueva. 

 

 

 

Y a los chicos les gusta ir al laboratorio...

 

El laboratorio es el gancho que tiene la explicación teórica que uno puede enseñar. Me parece que a todos los chicos les gusta trabajar. Los chicos de la escuela tomaron el laboratorio como un espacio de ellos para trabajar y estudiar, pedían las llaves para ir a la tarde. Pudimos incorporarlo como un aula de trabajo de los alumnos que para mi eso fue el logro más grande que tuvo el laboratorio.

 

¿Cuántos alumnos crees que tuviste?

 

No te podría decir. Me puse a pensar que entre 250 y 300 por año. Yo ejercí casi 30 años y hubo grupos que tuve varios años. Aproximadamente es eso. La población de alumnos fue muy grande y me ha pasado de tener alumnos cuyos dos padres también fueron alumnos míos  Eso es una cosa maravillosa.

 

¿Cómo consideras que es tu manera de enseñar?

 

A veces es difícil resumir en palabras la tarea de uno. Siempre uno trataba de apuntar a que la producción del conocimiento pasara por los chicos. Yo dejaba hacer ciertas cuestiones y tomar como la responsabilidad de llevar adelante el tema de los trabajos y las tareas. Muchas veces me encuentro con exalumnos que se acuerdan de cuando cumplían el horario a la entrada, en los recreos. Cumplir con ciertas cuestiones que tenían que ver con el desarrollo armónico adentro del aula. No sé si podría llamarlo como facultad, porque hubo alumnos que criticaron eso. Tiene que ver con el desarrollo de todas las potencialidades que uno tenía, pensando en esta interfase entre la secundaria y la Universidad. A veces, es un paso difícil para los alumnos porque muchas veces se cree que porque son chicos del interior y van a grandes ciudades, uno tiene menos herramientas. Al contrario, han demostrado tener muy buenos resultados y eso tiene que ver con un tipo de trabajo a lo largo de muchos años en la escuela secundaria.

 

¿Cómo te recuerdan tus alumnos?

 

Muy bien. Me encuentro con muchos chicos a lo largo de todos estos años. Ellos están muy agradecidos y para mí es lo mejor que me puede pasar como profesor. Muchos de ellos me dicen que no se acuerdan nada, pero cuando tuvieron que hacer frente a un examen de ingreso se acordaban. Ellos agradecen lo que uno exigía en ese momento y otros no deben estar tan contentos. Sería imposible que todos estén contentos, tengo una gran satisfacción con eso.

 

 

 

Tuviste que desaprobar a muchas personas entonces...

 

Muchas veces, sí, pero también tuve la gratitud de encontrarme con muchos profesionales en distintos órdenes. La verdad que, para mí, es un orgullo encontrarme con ellos siendo jóvenes profesionales. Yo no tengo redes sociales, pero cuando me entero que un exalumno se recibió trato de mandarle un mensaje de aliento a través de alguna persona. Para mí es sumamente importante saber que uno los tiene presentes desde la escuela secundaria.

 

¿Te hacen recordar frases tuyas o algo en particular como la cartuchera?

 

La cartuchera es como un símbolo, como ese ente inseparable de Piedrabuena. Nos reíamos mucho. Todos los alumnos se acuerdan que abría la cartuchera y sacaba desde una gomita, una chinche, un marcador, hilo. La verdad que era la fuente de insumos para poder trabajar en el aula. Ellos se acuerdan de frases como "estás al horno". No me acuerdo de ninguna, pero seguro alguno va a comentar las frases típicas. Cuando resolvíamos polinomios, "los nenes con los nenes, las nenas con las nenas". De esas cosas sí se acuerdan.

 

Siempre hay cosas dando vuelta cosas adentro de mi cartuchera que siguen estando ahí, firmes. Hay algunas cosas que marcaba. La bibliotecaria me decía que tenían una caja de cartón gigantesca con diferentes formas y los instrumentos de geometría. Muchas veces, le pedía a los chicos que compraran su juego porque era fundamental para poder trabajar. Algún tipo de papel milimetrado o logarítmico. A mí me encantaba. Siempre llevaba cosas para poder trabajar.

 

¿Qué te molestaba de los alumnos?

 

No me molestaba tanto el "che", sino el tema del respeto hacia el otro. Yo no trataba a nadie de "che" adentro del aula y no siempre me caía bien. Prefería que me dijeran Jorge o Piedra. Después, la falta de respeto entre alumnos, a las personas mayores. El tema de comer chicle, que siempre me lo dicen. Yo tenía un hábito porque estas cosas las explicaba a principio de año, después no tenía ni que hablar. Cuando veía a alguien comiendo el chicle, agarraba el tacho de basura y se los ponía adelante. Eran cosas que aclarábamos durante todo el año. Los celulares, también. Hace años atrás, el uso del celular en el aula, mandando mensajes, sacando fotos a los profesores, esas cosas no sumaban y me hacían enojar. El resto, pudimos ir conviviendo. Los tiempos de hoy son bastante más difíciles. Me parece que nos tocó vivir una buena época a nivel escolar.

 

 

 

¿Cómo ves el sistema educativo de hoy?

 

Nosotros vivimos tres cambios de lo que representó el desarrollo escolar desde el 1980 al 2000. Eso hizo que uno tuviera que ir adaptándose a diferentes formas de trabajo. Estos últimos años fueron muy difíciles para los docentes, instituciones y alumnos, Me toca encontrarme con papás muy preocupados porque los hijos estuvieron tres años sin ir a la escuela. Me parece que el tema educativo, hoy por hoy, merece un debate serio para poder encaminarnos a esta igualdad tan demandada por todos. Es una igualdad que la viví en escuelas públicas y privadas. Muchos de nosotros siempre hicimos lo posible para que pueda trabajar de la mejor forma. Fue un esfuerzo muy grande. Reconozco que la educación está difícil sobre todo en los últimos cinco años.

 

¿Qué significa la docencia, la escuela y la cartuchera para vos?

 

Yo conviví con estas paredes durante muchos años y me trae infinidad de recuerdos, gente que nos acompañó; gente que ya no está con nosotros, pero tenemos un vivo recuerdo de la camaradería, solidaridad y trabajo en conjunto. Encontrarme con exalumnos después de tantos años es lindo. Soy una persona sumamente agradecida por el rol que me tocó jugar a nivel social en esta sociedad de Esquel y por otro lado que le brindamos todo también. Estoy mu contento de lo que fue mi carrera docente. estoy muy agradecido a toda la gente que me acompañó en la formación profesional. El camino de la docencia es un camino en conjunto, con otros. Eso me parece una de las cosas más importantes.

 

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