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10 de Julio de 2025
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Escándalo: lo llaman el “violador de vírgenes” y fue escondido en un asilo de ancianos

Se inició una investigación para saber quien dio la autorización. El hombre tenía un frondoso prontuario de abusos y condenas, pero llegó al lugar y hasta fue atendido por el personal. Protestas y duros testimonios.

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Un grave escándalo sacude a la localidad de Chos Malal tras revelarse que Luis Antonio Cuculich, un notorio violador serial con un oscuro historial, fue alojado en el hogar de ancianos Ruca Canay sin conocimiento del personal. La situación, calificada como una "vulneración de derechos" por la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), provocó la inmediata reacción gremial y el posterior traslado del agresor.

 

Cuculich permaneció en la residencia para adultos mayores desde el 19 de junio hasta el 5 de julio. Su ingreso, sin la debida comunicación a las trabajadoras, despertó sospechas por su comportamiento inusual y comentarios inapropiados, que inicialmente fueron desestimados. Sin embargo, la verdad salió a la luz cuando el propio Cuculich, de forma inesperada, reveló su identidad a dos cuidadoras, pidiéndoles que buscaran su nombre en internet. La investigación posterior destapó su estremecedor prontuario.

 

Luis Antonio Cuculich fue condenado en 1988 en Neuquén a 24 años de prisión por tres delitos de violación y privación ilegítima de la libertad. Su pena fue rebajada por indultos de los gobiernos provinciales de Felipe Sapag y Jorge Sobisch. Conocido en los pasillos judiciales como el "violador de vírgenes", sus víctimas eran siempre menores de edad, a quienes intimidaba haciéndose pasar por policía para abusarlas. Incluso tras cumplir 15 años de condena y obtener la libertad condicional, en 2002 y 2003 volvió a ser denunciado por intentos de violación, aunque estas causas no prosperaron.

 

El ingreso de Cuculich al hogar fue notificado por la directora de Ruca Canay, Sandra Ortega, a través de un escueto mensaje de WhatsApp el 19 de junio: "Buenas noches, disculpen la hora. Quería informarles que esta tarde ingresó un adulto. Se llama Antonio y es de Neuquén". Los trabajadores intuyeron la anomalía; el hombre llegó en silla de ruedas pero no la necesitaba, no mostraba signos de demencia y no tenía un historial clínico o psiquiátrico de respaldo, a pesar de que hay ancianos locales en lista de espera para ingresar.

 

"Los trabajadores solo sabían que se llamaba Antonio, y que el apellido —según la directora— era “muy difícil” y por eso no se los decía", explicó Yanet Moya, secretaria gremial de ATE.

 

La indignación de las trabajadoras fue rotunda. Los comentarios lascivos de Cuculich, como preguntar si tenían hijas y pedir ver fotos, o su insistencia en ingresar a habitaciones ajenas y su felicidad al saber que eran solteras, generaron un profundo malestar. "Las trabajadoras sienten que fueron carne de perro, se sintieron basureadas", sentenció Moya.

 

El reclamo fue llevado a Gloria Balderrama, titular de la Dirección de Derechos Humanos provincial, en una reunión calificada de "movilizante". Allí, una compañera tuvo la valentía de compartir su propia experiencia como sobreviviente de abuso y cuestionar cómo se había permitido que bañara a un violador serial. Además, la presencia de Cuculich en una institución con vínculos directos con jardines de infantes y la Orquesta Infanto Juvenil de Tricao Malal agravó aún más la preocupación.

 

ATE emitió un contundente comunicado a la comunidad chosmalense: "no vamos a tapar ni a ser cómplices de un hecho tan grave". Y denunciaron públicamente que Cuculich fue trasladado "luego de que se enteraron de que hoy (lunes) se iniciaba con duras medidas, no por eso vamos a dejar de decir que Luis Antonio Cuculich caminó entre nosotros, y estaba siendo "escondido" en la residencia Ruca Canay con la dirección de Sandra Ortega".

 

Así como ingresó en secreto, Cuculich fue retirado del hogar el domingo 22 de junio, tres horas después de que ATE notificara una asamblea de trabajadores. "Así como lo metieron a escondidas, lo sacaron. Sin decir nada. Nos dimos cuenta porque había salido y no apareció a merendar”, relató Moya. Posteriormente, un mensaje de WhatsApp de las autoridades admitió el traslado "por resguardo a la integridad del personal", lo que Moya calificó como un reconocimiento de lo que habían negado previamente.

 

ATE exige una investigación exhaustiva para determinar quién dio la orden de ingreso de Cuculich y que se asuman las responsabilidades políticas. Las trabajadoras claman por respuestas, rechazando la idea de que fue un "error administrativo" y denunciando lo ocurrido como una "violencia directa contra todas nosotras".

 

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