07 de Noviembre de 2020
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Con los relatos de un pibe de 24 años, hace medio siglo, Carlos Monzón se coronaba Campeón del Mundo

Hernán Santos Nicolini relató, para Radio Rivadavia, el round definitivo, el que lo puso en la historia del periodismo argentino.

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(Por Carlos “el Chavo” Ortiz). - Hay una historia detrás de otra historia. Y todo en un mismo momento. De esto hace 50 años. Justamente hoy se conmemora el día del periodista deportivo y hace medio siglo ocurrió un hecho que vale la pena destacar.

 

Lo que hizo fue una corajeada, fue una locura. ¿Lo hizo de visionario? Vaya uno a saber. Lo que si sabemos que a partir de este hecho, su vida cambió para siempre y que lindo que esté vivo y que lo pueda seguir contando.

 

El 7 de noviembre de 1970, casualmente sábado como hoy, en el Palazzo Dello Sport de Roma Carlos Monzón alcanzaba la gloria al vencer por nocaut en el round nº 12 (cuando las peleas se hacían a 15), al italiano Nino Benvenutti.

 

A partir de allí, el santafecino arrancaba su carrera como Campeón Mundial de los pesos Medianos, y con el correr de los años demostró ser el mejor boxeador argentino de todos los tiempos. Monzón se retiró invicto, siendo campeón, con un total de 14 defensas.  

 

Pero detrás de esta historia, hubo otra historia y es aquí donde me detengo.

 

Hernán Santos Nicolini fue el visionario. Gracias a Dios hoy está vivo. Todavía no tiene 80 años, más precisamente hoy tiene 74. Es decir que con 24 años fue quien marcó historia dentro del periodismo deportivo, dentro de las transmisiones de radio, tan diferentes a las transmisiones de hoy.

 

A mediados del año 70 Rodolfo Sabatini, quien se lanzaba como  promotor de la pelea, llegó hasta Buenos Aires y le ofreció a Tito Lectoure los derechos de transmisión para la pelea entre Carlos Monzón y Nino Benvenutti.

 

 

Lectoure no quiso saber nada con la compra de los derechos, precisamente no confiaba en que Monzón podría derrotar al “tano”  y ahí apareció el joven Hernán Santos Nicolini, para vestirse de Don Quijote y pelear ante los molinos de viento.

 

Parece un chiste, los derechos de radio y televisión por aquel entonces salían 35 mil dólares, aunque al final se terminó vendiendo por 28 mil de los billetes verdes.

 

"Tenía un departamento en Mar del Plata y por él me ofrecían 28 mil dólares. Lo hipotequé y conseguí que Sabatini me bajara precisamente a 28 mil dólares los derechos de la pelea” destacó en su momento.

 

“Yo quería comprar solo los derechos de radio, pero Sabatini fue categórico; la radio va con la tele, separados no”.

 

 

¿QUE DATOS TENÍA EL JOVEN PERIODISTA?

 

Hernán Santos Nicolini, meses antes de la pelea y antes de firmar la compra de los derechos, sabía que el italiano no se entrenaba.

 

“Yo tenía un contacto en Italia, un periodista que trabajaba en la agencia ANSA y yo lo hacía en Telam, y él me dijo, a dos meses de la pelea, no se empezó a entrenar y tiene 10 kilos de más”.

 

“Este hombre me mando lo que antiguamente era un télex (lo que sería hoy un fax) con este dato”.

 

“Lo arranqué, me lo puse en el bolsillo y se lo mostré a Amilcar Brussa, entrenador de Monzón y le dije: esto es un secreto de estado, se lo muestro y me lo guardo para mí”.

 

¿Le sirve? Claro que sí, me digo Brussa. Bueno, póngalo a Monzón lo que mejor pueda, esta pelea no se escapa”.

 

Solo dos personas vieron ese famoso papelito. Primero se lo mostró a Amilcar Brussa, luego a su papá. A nadie más.

 

Es decir que antes de firmar el convenio, Nicolini sabía que Benvenutti no se entrenaba y que estaba más dedicado a las películas y a los amoríos.

 

Nino Benvenutti tenía una popularidad y una reputación superior a la de cualquier integrante de la selección italiana de fútbol, subcampeona del Mundo en México 70. 

 

Participaba en programas musicales junto a Mina, en el cine protagonizaba duplas junto a Giuliano Gemma en los spaghetti western, y había consolidado una miniserie de TV como "el nuevo agente secreto italiano".

 

Antes de perder la hipoteca de su departamento, Héctor Ricardo García, (el recordado dueño de Crónica), le preguntó si era verdad que tenía los derechos. Por 20.000 dólares le vendió los derechos para la televisión. La misma se iba a transmitir por Canal 11.

 

Hernán Santos Nicolini solo tenía una obsesión. Transmitir la pelea por radio y se venía la mejor parte de la historia.

 

Lo que había que resolver en radio se iba a transmitir la pelea, y terminó siendo una pelea, antes de la pelea.

 

En Radio Rivadavia estaban dos pilares fundamentales del periodismo deportivo, uno el conocido José María Muñoz, “el gordo” Muñoz. El otro Osvaldo Cafarelli, el relator insignia del boxeo. Una figura estelar en este deporte.

 

"Radio Mitre fue la primera alternativa que manejé, pero un día me llamó José María Muñoz para negociar, supuestamente algo mejor en Rivadavia”.

 

“Me dijo ya está todo arreglado: relata Osvaldo Caffarelli, comenta Horacio García Blanco y vos hacés vestuarios”, nada más despectivo para un muchacho que hipotecó un departamento para comprar los derechos.

 

Hablando de boxeo, casi se van a las manos. A Nicolini le pegaron una patada donde termina el saco y lo echaron de la radio.

 

Al día siguiente, bien temprano, lo llamo el hijo de Muñoz, Carlos Alberto, primero para pedirle disculpas, de parte de su padre, y segundo para que regrese a la radio y arreglar un nuevo convenio.

 

Fue un arreglo salomónico. Y muy loco a la vez. Se pusieron de acuerdo que dos iban a ser los relatores. Cafarelli relataba los rounds impares, Nicolini hacía los pares. La pelea estaba pactada a 15 asaltos, es decir que el gran Osvaldo transmitiría 8 asaltos, el joven desconocido hasta entonces, Hernán Santos Nicolini, relataba los 7 asaltos restantes.

 

La trasmisión se completaba con García Blanco en los comentarios, Cacho Fontana con los avisos comerciales y la producción general del mismo José María Muñoz.

 

 

Nicolini no sólo no perdió su departamento, sino que las ganancias de ese combate le sirvieron para comprarse otro en Buenos Aires.

 

Fue el pionero, cuando nadie confiaba en el boxeador santafecino.

 

"La publicidad más fuerte que tenía en esa pelea era Ginebra Bols. Cuando volvimos a la Argentina me citaron a la fábrica. Me recibe el capo de la firma, un holandés y me dice: tengo un papel que es lo que usted firmó. Pidió 4.000 dólares, pero le vamos a dar el doble, porque gracias a la pelea, en cuatro días vendimos la mitad de la producción anual de ginebra”.

 

Lo nombraron representante y embajador de la firma. Acompañó a Monzón a todas las peleas y también a otros boxeadores de primerísimo nivel.

 

“Lo único que me pedían es que a todos lados que fuera, además de mencionar sus avisos, usara un saco con el logo de Ginebra Bols”.

 

Feliz día del periodista deportivo, Maestro. Yo tuve la suerte de conocerlo y tuve el honor en 1990 de que sea uno de los tantos buenos profesores que tuve en el Círculo de Periodista Deportivo de Buenos Aires (foto de portada: crédito Andrés Vásquez.

 

Posdata. Hoy es sábado, cuando sea de noche, luego de la cena en familia apagá la tele y hacé click y disfrutá de la primera gran pelea de Carlos Monzón, el gran Campeón Mundial.

 

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