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“Yo fui testigo de aquel equipo lleno de mística”

Hace casi 20 años tuve la suerte de relatar al Fontana de Luis Medrano

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(Por Carlos “el Chavo” Ortiz).  - Todo me llamaba la atención. No hacía un mes que estaba viviendo en aquel Trevelin más rural que urbano. Buenos Aires me estaba enfermando y necesitaba cambiar de aire. Como los muchos porteños que tomaron una decisión difícil pero necesaria a la vez.

 

Jorge Saadi, un gran amigo que tuve en aquellos años, me facilitó un Handy y un domingo por la tarde en aquel increíble estadio “el Jardín”, lleno de álamos para el lado que uno mire y con las montañas de fondo, me puse a realizar flashes para un programa musical conducido por David Pugh, en la FM del Valle, en la radio ubicada en el histórico molino.

 

Aquel domingo a la tarde, Fontana de Trevelin recibía a San Martín de Esquel. Luis Medrano de un lado, José de Hernández, del otro. Nadie me conocía y yo no conocía a nadie. A partir de ese momento arrancó una época muy linda en mi carrera como periodista deportivo, una de las que más recuerdo con mucho cariño.

 

El partido estaba uno a uno, Fontana jugaba mejor y quedaba un minuto para terminar el encuentro.

 

Yo estaba dentro del campo de juego justo detrás del arco, del lado de la vieja EG3; del lado de la ruta de acceso a Trevelin. Justo en ese momento estaba al aire, y relato un córner.

 

Desde la derecha fue el tiro de esquina. Del lado donde estaban las viejas tribunas de madera. El centro le llegó justo para que Gustavo Millamán le metiera un cabezazo certero, furibundo, bien ubicado. Walter Selg, el arquero de San Martín, nada pudo hacer, más que ir a buscarla adentro. El grito de gol, mi primer relato en la cordillera. Y así comenzó esta linda historia. Hace ya casi 20 años.

 

Aquella tarde fue apenas con un Handy. Al día siguiente Jorge Saadi, me aseguró el aporte de una base de VHF y con ella, aquel recordado Citroen 3CV, que fue nuestro móvil, el recordado móvil.

 

La crisis del 2000 y 2001 le pegó fuerte a todos. Nos pegó fuerte a todos. Nadie tenía un mango y los domingos en la plaza de Trevelin era un paseo religioso y obligado para todos. Mucho mate, algunos que otros puestos de tartas, dulces caseros y empanadas. Una salida barata que muchos disfrutamos.

 

La gente no tenía dinero para ir a la cancha, por más barato que sea la entrada. Muchos escuchaban mis relatos en la misma plaza y las victorias se iban sucediendo una tras otra.

 

El equipo de Luis Medrano estaba, en ese torneo 2000-2001, en su punto de ebullición, a punto de caramelo. Fontana de Trevelin fue superior a todos, inclusive a Belgrano de Esquel quien al mando de Raúl Moreno se hizo un equipo duro de roer.

 

ME ACUERDO UNO POR UNO

 

Aquel equipo que jugó hace 20 años, lo recuerdo como si jugara ayer.

 

Leonardo Jones fue su arquero, joven y experimentado a la vez. Uno de los pilares en lo que se sostuvo aquel campeonato.

 

Juan Carlos Aravena fue el lateral por la derecha, inamovible y seguro. Firme atrás y con proyección por la banda derecha, aunque en verdad con los jugadores que tenía ese equipo no eran tan necesaria sus escaladas por esa ruta de acceso al área rival.

 

Los zagueros fueron el tío y su sobrino. Elías Novoa, uno de los experimentados fue sencillamente el mariscal del equipo, el “Roberto Perfumo de la Cordillera”. Su sobrino Segundo Heriberto “Tito” Andrade, era el zaguero más adelantado. El que iba encima del delantero rival, siempre supervisado por Elías.

 

El lado izquierdo de la defensa tuvo algunas modificaciones. Félix Andrade, el hermano de “Tito” jugó algunos partidos, pero por cuestiones laborales debió ausentarse de Trevelin. Daniel Monsalve (uno de los refuerzos que llegó con Luis Medrano) padeció una hepatitis que lo marginó de ese campeonato y la casaca 3 la alternaba el joven Alexis Mardones, “Vico” Vásquez o “Viti” Jones. Cualquiera de los tres podía jugar por ese sector.

 

Del medio campo en adelante, Fontana funcionó como una maquinita, bien aceitada, bien pulida, con mucha brillantez, con buen juego del balón y con mucho compromiso.

 

Todos eran buenos jugadores y cualquiera de ellos podía ser titular.

 

Fabián Lavadié era un jugador exquisito pero de un temperamento que le jugaba en contra, muy en contra. A él y al equipo.

 

Siempre estaba paradito en la mitad de la cancha, un cinco típico. No existía eso del doble cinco. Claro que nunca estaba solo en eso de recuperar el balón.

 

Nelson Recalde por la derecha fue en aquel equipo una gran rueda de auxilio para todos. De mucha técnica y con llegada al área rival.

 

Más adelantado, aparecía su hermano Marcelo “el chompi” Recalde. Un jugador con un talento increíble y una pegada envidiable. Cada tiro libre tenía mucho de olor a gol.

 

Gustavo Millamán, fue otro de los experimentados de este equipo. Venía con Luis Medrano, en aquellos equipos de Belgrano, de muchas vueltas olímpicas y, a pesar de su edad, tenía carretel para desplegar su juego.

 

Ariel Jones, polifuncional, podía jugar en cualquier lugar del medio campo y también en defensa si hacía falta y por el extremo izquierdo, con mucho de ida y vuelta, con mucho de sacrificio aparecía Raúl “Lali” Huechumil. Aquel flaco y espigado que todo técnico hubiera querido tener en su equipo.

 

Y arriba el dúo dinámico. Los goleadores que hacían temblar a cualquier defensa.

 

Walter Troman, menudito, de una velocidad increíble de una definición precisa y quirúrgica; con un promedio de más de un gol por partido, En aquel entonces, Walter apenas tenía 18 años. Aquel campeonato fue su debut en primera. Jugó varios años más en Fontana, se fue con Luis Medrano a San Martín y regresó al equipo de “los Mantequeros” y siempre goleador.

 

Les aseguro que si se arma un equipo de toda la historia del fútbol de la Cordillera, está en cualquiera que se anime a armar ese equipo ideal.

 

Su ladero fue Juanito Chaura, más grande en edad y más grande en cuerpo. Era un búfalo, al estilo del recordado Juan Gilberto Funes. No era un derroche de habilidad, pero cuando tenía la pelota en su poder, era difícil pararlo. Un tractor, un camión con acoplado, un tren bala.

 

Este equipo de Fontana fue goleador mil por mil. Salió campeón de manera invicta, les ganó a todos y a varios de ellos con una diferencia enorme. Troman y Chaura tuvieron mucho que ver con eso.

 

Esa dupla se inició en Fontana, siguió en San Martín con la misma eficacia y luego en el fútbol de veteranos con el equipo de SiTraViCh. Se jubilarán juntos, en el fútbol y en el laburo.

 

AMIGOS Y PARIENTES ENTRE SI

 

Ese equipo tuvo mucha comunión con el pueblo. Más que un equipo, aquel Fontana de Trevelin era un grupo de amigos y encima muchos de ellos parientes entre sí. Estaban los hermanos Huechumil, “Lali” más grande y Mario, el más chico. Los hermanos Recalde: Marcelo y Nelson. Claro que ellos ya tenían un referente en la casa, porque quienes lo vieron jugar a Juan Recalde, el papá de ellos, lo señalan de un valor superlativo.

 

Ya hablamos del tío Elías y los sobrinos “Tito” y Félix, pero Walter Troman se coló dentro de este parentesco. Una hermana de Walter es pareja de “Tito” Andrade, es decir que todo queda en familia.

 

Los Jones, eran cuatro. Uno de ellos, el arquero: Leonardo Jones. No recuerdo que sea parientes con el resto, pero uno nunca sabe.

 

Los otros tres sí eran hermanos. Ariel “el diente” Jones, Víctor “Viti” Jones –el más grande de los tres; y el más chico, Javier Jones, conocido como “javito”, que no integraba ese equipo por su edad, pero con el tiempo ocupó el arco de Fontana cuando el técnico era el cabezón Ruiz, cuando Medrano ya estaba en San Martín.

 

 

CORRER, PATEAR Y ABRAZARSE

 

Fontana de Trevelin era una máquina de hacer goles. Este equipo tenía la característica de jugar de la misma manera, tanto de local como de visitante. Hubo un par de encuentros, que la consigna era “patear y abrazarse” porque a cada jugada le llegaba un gol.

 

Un recordado 9 a 1, como visitante, ante el ya inexistente Defensores del Oeste partido que se jugó en el Estadio Municipal de Esquel y otro muy festejado 8 a 0 ante Huracán de José de San Martín, como local en Trevelin.

 

El técnico del globito, fue el recordado Luis Bascuñán, quien con el tiempo pudo armar aquel gran equipo de José de San Martín con los hermanos Nahuel, con Federico Inda y Táccari, en la delantera.

 

Después del partido ante Huracán, llegó la gran victoria ante Belgrano de Esquel como visitante (aquel de la macana de Fabián Lavadié en perjuicio de Rodrigo Flores) por 2 a 0 y a tres fechas del final llegaba el momento de gloria, en un Domingo de Pascuas.

 

 

TODO EL PUEBLO EN UN SOLO LUGAR

 

Recuerdo que fue un domingo con mucho calor y sobre todo con mucho color. Los memoriosos recuerdan que unas dos mil personas se agolparon al viejo estadio “El Jardín” de Trevelin. Dos mil almas enloquecidas en un pueblo de cinco mil habitantes hablan a las claras de la comunión de este equipo con la gente.

 

FM del Valle fue la radio emblema de este equipo. Todos los días hacíamos notas con los jugadores y con la gente, tanto en la previa como en el post de cada partido.

 

La situación económica del país, de la provincia y de mi querido pueblito de Trevelin era delicada. Nadie tenía un mango y había que ingeniársela. Muchos comercios querían aportar para la transmisión deportiva y se generó con ellos los famosos canjes. “Mirá, no tengo plata”, era la frase recurrente. ¿Y qué tenés? Comidas preparadas, verduras, pan, pizzas, carne, helado. Todo servía para la publicidad. Extraño aquellas relaciones con los comerciantes amigos.

 

Además de los jugadores, había un equipo afuera de la cancha pero tan o más comprometidos como los mismos jugadores. Un grupo de hinchas, que de barra brava no tenían nada: Las mamás, las hermanas y las novias de los jugadores.

 

Ellas se reunían para que nada les faltara a los jugadores y mucho tuvieron que ver con la fiesta de aquel domingo de pascuas del 2001. Una gigantesca bandera, muchos globos con los colores rojo y negro y la vestimenta de ocasión.

 

La cancha estaba perfecta, las tribunas repletas, el ambiente era el ideal. Se estaba a punto de por vivir un momento clave en la rica historia de Fontana, de la inmensa historia de “Los Mantequeros”. Hoy llegando a los 78 años de vida, en aquel tiempo a los 58.

 

NO FUE UNA TARDE CUALQUIERA

 

En aquella época, a modo de aperitivo y como preliminar del encuentro de primera división se jugaba la quinta categoría. Y Fontana tenía un equipo de excelencia, conducido por Luis “Charcán” Almendra. Ese año también hubo vuelta olímpica para este equipo. Mi reconocimiento para esos pibes, entre quienes estaban Jesús Sánchez, Mario Huechumil, Pinilla, Alan Rowlands, Alexis Mardones, como así también Walter Troman.

 

El rival de aquella tarde era Juventud Unida de Gobernador Costa. De ganar, el equipo de Fontana se consagraba campeón después de 18 años de penurias. Es más, a la gente de Trevelin todavía les dolía aquella final perdida ante Belgrano de Cholila en la temporada anterior. Para muchos, esta era la revancha. Era de local, ante su gente y nada podía salir mal.

 

Como relator deportivo puedo decir que no es lo mismo transmitir cualquier partido, no son todos iguales y al igual que los jugadores, uno se prepara de manera diferente, ya en la previa se vive de manera diferente.

 

Recuerdo que el calor de aquella tarde fue insoportable. Como toda Semana Santa, en Trevelin se desarrollaba la ExpoFeria. En aquel momento, la expo se hacía en el SUM de la Escuela 166, lugar donde también se reunía la gente para el recordado Club del Trueque, del cual dicho sea de paso yo también participé.

 

No lo vi, pero me contaron que durante el partido ante Juventud Unida, la gente en el SUM estuvo callada y que pusieron parlantes para escuchar el partido. Increíble, pero real.

 

Para estar cerca de la gente y que los canticos se metieran como audio ambiente en la transmisión deportiva, al Citroen lo ubicamos en la mitad de la cancha, si me basaba en las cábalas, ahí yo la estaba rompiendo.

 

Quienes vivieron esa época, recordarán que yo transmitía los partidos en una esquina, casi pegado a los viejos vestuarios.

 

Recuerdo un gol de Marcelo Recalde, de tiro libre; recuerdo otro de Nelson Recalde y también uno de “Lali” Huechumil, quien vino corriendo hasta el móvil para sacarme el micrófono y gritar el gol, desaforadamente.

 

El resultado final fue 4 a 1, recuerdo la vuelta olímpica, los jugadores (y yo) arriba de la autobomba de los bomberos y la recorrida por todo el pueblo. Un momento increíble que viví como periodista. Luego, el compromiso del plantel fue pasar por la FM del Valle, por la Radio del Molino y meterse todos en el estudio para la gran entrevista final.

 

Por la noche, el asado en el quincho del “cabezón” Ruiz donde con Elías y Juanito Chaura “nos pusimos al día” con la cerveza.

 

Un momento increíble. Fontana con este título a tres fechas del final, había clasificado para el Torneo Argentino B, donde los rivales fueron Pájaro Azul de Bariloche, Deportivo Roca de Rio Negro y Alianza de Cutral Co, pero esa historia quedará para otro capítulo.

 

El terrible accidente de Luis Medrano fue el momento triste de esta historia, que por suerte él la puede seguir contando.

 

El gran “partido de la vida”, que yo lo titulé de esa manera, ocurrió en al Estadio Municipal Fontana goleaba a San Martín por 3 a 0. Luis estaba internado (no recuerdo si en ese momento era en el hospital o en la Clínica Los Alerces) y los jugadores le dedicaron esa victoria por goleada.

 

La rápida e increíble recuperación de Luis fue lo más emotivo de esta historia. Y como hecho anecdótico, el poder sacar un casette con todos los goles de Fontana Campeón, cuyas fotos se comparten en esta nota.

 

Salud Campeón, gracias Fontana por haberme hecho vivir este momento por demás increíble en mí larga vida de periodista deportivo.

 

Claro que la historia continúa…

 

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