Asegúrese de cumplir la cuarentena y lavarse las manos, Todo estará bien.
El consenso sobre lo devastadora que está siendo la cuarentena sobre la actividad económica es casi absoluto. Donde aún quedan algunas diferencias ya no es el fuerte impacto que el aislamiento está teniendo sino en la magnitud. Mientras el gobierno y algunos analistas estiman que la recesión del año rondaría el 6 o 7% de caída respecto de 2019, otros tantos ya ubican sus proyecciones de caída por encima del 10%. Este último escenario llevaría al 2020 a instalarse como uno de los años más recesivos de la historia económica argentina.
Durante esta semana comenzaron a salir a la luz los primeros datos concretos que comienzan a ponerle números a la crisis. La actividad industrial, por ejemplo, tuvo en el mes de marzo (afectado por el aislamiento desde mediados de mes) una contracción del 17%, caída récord para un solo mes desde, al menos, el año 1993. El indicador correspondiente a abril mostrará un derrumbe aún mayor ya que el cuarto mes del año se vio completamente dominado por la cuarentena. A modo de ejemplo si se abre por sectores la caída del 17% de la industria general, se encuentra que la industria automotriz tuvo una caída interanual del 34%. Sin embargo, la contracción de la actividad fabril automotriz en abril, según los números de ADEFA, fue del 100% ya que todas las plantas del país estuvieron completamente paradas y la producción de autos fue de cero unidades, un evento jamás antes visto. Un fenómeno similar se registró en otras ramas industriales, por lo que la actividad agregada del sector en los meses de abril y mayo se verá significativamente más afectada que en marzo.
En el sector de la construcción ocurre algo similar. En el tercer mes del año la caída fue del 32,3% en relación a febrero y del 47% en términos interanuales. Pero la actividad de la construcción se detuvo recién el 20 de marzo. Esto indica que los números de abril y mayo mostrarán contracciones muchísimo más fuertes. Analizando las ventas de insumos para la construcción del mes de abril, un proxy muy cercano a la actividad en sí, se encuentra una disminución interanual del 75% en relación al mismo mes del año pasado.
Por otra parte, la evolución real de la recaudación tributaria también está señalando un hundimiento histórico de la actividad económica. Si bien en estas estadísticas también influye el incremento de la morosidad que ocurre en circunstancias como las actuales, los datos del mes de abril dejaron al descubierto una caída del 25% en relación al mismo mes del año pasado. Esto indica al mismo tiempo, un derrumbe de la actividad económica y una complicación seria para el balance fiscal del gobierno.
Hasta el momento no se cuenta con datos sobre el impacto que el parate económico está generando en el mercado laboral. Sin embargo, no hay ninguna duda sobre el salto abrupto que mostrará la tasa de desempleo. Más allá de que se intente morigerar el crecimiento del desempleo mediante decretos de prohibición de despidos, es altamente probable que la tasa de desocupación registre valores que no se veían en la economía argentina desde los años 2003-2004, cuando la actividad económica estaba saliendo de la crisis de la convertibilidad.
En conclusión, los primeros datos de actividad sectorial comienzan a confirmar los temores que se tenían sobre la situación económica. La pandemia y las medidas de aislamiento social obligatorio indujeron a la actividad económica a una de las recesiones más rápidas y profundas de las que se tenga registro. El daño ya está hecho y ahora toda la atención debería estar puesta en diseñar una salida lo más cuidada y eficiente posible para minimizar los efectos permanentes que puedan quedar sobre la estructura económica.
Si como resultados de esta recesión se contabilizara una gran cantidad de empresas quebradas, entonces el nivel de actividad económica de la salida de la crisis no volverá a ser el mismo que en la entrada. Aunque se intente estimular la demanda para acelerar la salida, estrategia que no está exenta de mayores riesgos, si la estructura de la oferta ha sido dañada entonces deberemos convivir durante algún tiempo con un nivel de producción, riqueza e ingresos menor al que teníamos a finales del año 2019.
En su última conferencia de prensa, el presidente Fernández, habilitó otro paso de la salida gradual de la cuarentena para todo el país excepto el AMBA.
Se tomó como parámetro para ello los días en la duplicación de casos positivos.
Teniendo en cuenta que existen muchas provincias o departamentos enteros dentro de las provincias que han tenido un nivel de circulación viral casi inexistente como es el caso de Chubut, o incluso ningún caso detectado como es Esquel y el resto de la cordillera, queda la impresión de que las medidas de flexibilización llegaron un poco tarde.
Haber permitido al interior del país desarrollar una actividad económica algo más normal de forma más temprana, incluso de los sectores que faltan como el gastronómico, hubiera ayudado a compensar la crisis de los grandes centros urbanos del país, o por lo menos no se habría afectado innecesariamente la economía de muchos ciudadanos, como los chubutenses.
Hablamos claro, de una actividad con los recaudos del caso: distanciamiento social, reducción de personas por local, barbijos obligatorios; restricción de acceso a las ciudades, departamentos o provincias abiertas, y testeos para monitorear la no circulación del virus.
Lo cierto es que otra vez el interior de la argentina, los chubutenses en general y los cordilleranos en particular, hemos sufrido el conocido dilema de centralismo o federalismo.
Medidas pensadas para la ciudad de Buenos Aires donde hay redes de subterráneos u otros transportes masivos de personas, en los que es imposible guardar el distanciamiento social, aplicadas a Aldea Apeleg, Laguna Rosario o Gualjaina, son solo un ejemplo.
Con los datos actuales, haber paralizado por completo a todo el territorio nacional durante 50 días luce como una estrategia demasiado costosa en términos de actividad, empleo y pobreza.
Para las etapas que quedan, o para las etapas que eventualmente vuelvan, con la experiencia pasada se podrá dar más autonomía a los intendentes y a los gobernadores, que las que se ha dado, para que puedan decidir en el terreno, de acuerdo a cada situación particular e incluso con el apoyo del gobierno nacional y debidamente asesorados, las medidas adecuadas para cada comunidad.