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16 de Octubre de 2021
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Rocío Paleari

A 15 años de la sanción de la Ley: Cuánta ESI nos hace falta

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Estaba cursando octavo grado de la EGB 3 y hacía tan solo un año que se había aprobado la ley de ESI. Hoy sé que, en ese momento, la ley todavía no estaba reglamentada porque, tras seis meses de un debate en el qué fueron incluidos, el Consejo Superior de Educación Católica Argentina (CONSUDEC) y de la Universidad Católica Argentina se volvían a oponer. Por las dudas, el colegio privado al que asistía se apuró y organizó una jornada educativa.

 

 

Todos los cursos desde séptimo de EGB a tercero polimodal fueron convocados en el gimnasio del colegio. La charla la dieron una médica ginecóloga y un médico con una especialidad en algo que no recuerdo. Nos mostraron un vídeo donde los personajes -siempre una nena y un varón- iban creciendo. Al desarrollarse, ella menstruaba. Por esas épocas la mayoría de mis amigas ya lo hacía, yo todavía no. En cambio, el varoncito al desarrollarse despertaba el deseo sexual y comenzaba a masturbarse. Al finalizar del vídeo la ginecóloga intenta explicar que las chicas también pueden masturbarse. Hay una risa general en el salón. Su compañero, el otro médico, agrega: “pero bueno, los que siempre andan tocándose la bananita por ahí son los varones”. Ella intenta corregirlo, él le habla encima, obligándola a callar. Nos muestra otro videíto animado, otra vez una pareja de hombre y mujer, ahora adultos, toman vino, se besan, tienen sexo, el video dice algo de que si no cuidan pueden contraer una enfermedad de transmisión sexual o, peor, un embarazo no deseado.

 

 

Termina el video y nos enseñan a poner un preservativo en un palo de escoba. Solo nos dicen que tenemos que usarlo.

 

 

Esa misma charla, o de manera muy parecida, se repitió durante todo mi secundario. Creo que es muy importante remarcar que mi colegio era de “avanzada”, la ley de ESI todavía no estaba reglamentada, nadie obligaba a la institución a enseñarnos sobre nuestra sexualidad y mucho menos a tener profesionales formados en la materia. La mejor solución que encontraron los adultos a cargo -que tampoco nunca habían tenido ESI en su educación- fue llamar a otros profesionales supuestamente formados en la materia.

 

 

Lo cierto es que la educación sexual en mi casa tampoco era mucho mejor: crecí con un padre violento donde la perspectiva de género nunca existió, y con una madre católica que consideraba que la abstinencia era la mejor forma de llevar adelante la sexualidad: si no te casas, no te inicias.

 

 

La anécdota es larga, tal vez un poco aburrida, pero necesaria. Es necesaria, porque hoy, a 15 años de la sanción de la ESI, se sigue haciendo campaña para que no se enseñe. Fueron y son virales muchos vídeos que dicen que a los niños en el jardín de infantes se los va a incentivar a tener sexo, que a las adolescentes se las va a empujar a la promiscuidad, que la perspectiva de genero va en contra de los valores familiares y puedo seguir contando. Eso sí, en estos sectores que hacen campaña nadie se hace cargo de que la información es poder, que ser educados en nuestra sexualidad nos va a permitir tomar decisiones conscientes y libres.  Estos grupos resistentes hicieron famoso el eslogan: “con mis hijos no te metas”. Nada más alejado de la realidad.

 

 

La perspectiva de ESI incluye cinco ejes fundamentales para su enseñanza: cuidar el cuerpo y la salud, valorar la afectividad, garantizar la equidad de género, respetar la diversidad y ejercer nuestros derechos.

 

 

 

La ESI es importante y necesaria.

 

 

Sus cinco ejes son importantes y necesarios.

 

 

Que hayan profesionales formados para enseñarla es importante y necesario.

 

 

Y a los que siguen chillando que con sus hijos no te metas: desde la sanción de la Constitución de 1994, los niños y los adolescentes son sujetos de derecho. Estos derechos están establecidos en las leyes, la función del Estado es garantizarlos. En otras palabras, las familias educan, cuidan y nutren, pero no son las propietarias de los niños y los adolescentes. Vivir nuestra sexualidad libremente es un derecho, maternar o paternar no te habilita a negarle a tus hijos sus derechos.

 

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