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Estos pibes tienen corazón para correr hasta el final… hasta el final

Hay una historia antes de la conmovedora participación de “Coco” Muñoz y Joaquín Arbe en el Maratón de los Juegos Olímpicos

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(Por Carlos “el Chavo” Ortiz). – No lo conozco personalmente a Jorge Basiricó, el entrenador de Joaquín Arbe, pero las veces que tuve la posibilidad de conversar con él me dio la sensación que es un hombre honesto, predispuesto a enseñar y sobre todo a escuchar. Dentro de las varias charlas que tuve con él, antes de la carrera, me dijo lo siguiente:

 

“No es clima de marca. En marcha corrieron 12 segundos más lento por km en 20 km. Lo que hablábamos hoy con los coachs, si estamos a menos de 2hs 20min vamos a estar todos felices”.

 

“Así va hacer. No es lo mismo 12 grados que 25. El costo ventilatorio es mayor y el tiempo decae. Recordá que Kip (por Elud Kipchoge) hizo 2.08 en Rio”.

 

“Se corre en Costo 5 Escala de Borg a Densidad Fisiológica de 0.75 piso de Súper”.

 

No entendí nada, el único “Borg” que conocí fue el tenista sueco Bjorn Borg. Para mí lo que dijo Basiricó fue en un chino básico, pero le redoblé la apuesta.

 

“Jorge lo que no sale en ninguna estadística es que estos pibes corren con el corazón, con el corazón”.

 

 

EL ÉXITO DE JOAQUÍN, CONOCER A ALEJANDRA

 

Todos deben saber la historia de estos pibes, pero a veces es bueno recordarlo. En octubre del 2019 estaba a punto de nacer el tercer hijo de Joaquín y de Alejandra Carinao (monumento para Alejandra) y justo a los organizadores del maratón de Buenos Aires se les ocurre hacer la carrera para esa fecha.

 

La relación de Basiricó con Arbe comenzó en febrero del 2019 y la idea era no correr cualquier carrera para ganar plata, sino estar preparado para la gran fiesta del deporte, que son los Juegos Olímpicos, pero sin saber que en distancia y en que prueba.

 

Claro que con el correr de los meses “lo más cercano” a conseguir a una marca para los Juegos de Tokio era el maratón, donde pedían un registro de 2hs 11min 30seg.

 

Y con Alejandra en Esquel y con su panza creciente, Joaquín fue en búsqueda de su sueño, del mismo sueño que tenía a los 13 años cuando destacó que quería participar en un Juego Olímpico.

 

 

En aquella oportunidad, en compañía del paraguayo Derlys Ayala, quien a la postre se había coronado Campeón Sudamericano de Maratón fueron en busca del sueño olímpico y vaya que lo consiguieron.

 

Joaquín en Buenos Aires dio una ventaja de 28 segundo, para clavar un registro de 2hs 11min 02seg y el sueño se estaba siendo realidad.

 

Claro que al día siguiente nacía su tercer hijo y Joaquín quedó por varios días varado en Buenos Aires, sin poder verlo, conocerlo, acunarlo, cantarle una canción de cuna con estilo japonés.

 

Sin estar preparado de la mejor manera, Joaquín corrió aquella carrera con la fuerza de su hijo en la panza de Ale, de sus otros hijos más grandes que estaban en Esquel y con el corazón, siempre con el corazón hasta el final.

 

 

COQUITO, EL CAMPEÓN DEL PUEBLO

 

En verdad no sé si ya cerraron las listas para las próximas elecciones. Capaz que sí, capaz que no. Se nota que no estoy muy empapado en el tema político, pero “Coco” Muñoz se merece el cargo de presidente de Gualjaina. Yo lo voto.

 

De una familia humilde, de la más extrema humildad, “Coco” tuvo que correr desde chiquito para alcanzar a sus hermanos más grandes que nunca lo esperaban cuando iban de un lado al otro.

 

Y aunque quiso ser como Ariel Ortega, aquel endiablado delantero de River, su destino ya estaba marcado sobre otros caminos, para correr otros caminos.

 

El de correr hasta nunca parar, al estilo Forest Gump, aquel soldado con cara de bonachón que recibió un simple consejo: “cuando te pase algo no te quedes parado, solo tiene que correr”.

 

Y un día se cruzó con Rodrigo Peláez, quien lo adoptó como su hijo o como su hermano menor. Y juntos edificaron una carrera fantástica.

 

Se apoyaron uno al otro y ambos señalaron a Dios por sobre todas las cosas.

 

Rodrigo recibió un palazo meses atrás que a cualquiera lo hubiese dejado aturdido para siempre. El pequeño Roy también fue parte esencial de la preparación de “Coco” como atleta olímpico y de Rodrigo, como entrenador olímpico.

 

El viaje a Toluca tuvo sus inconvenientes. La pandemia jugaba su partida y los vuelos estaban cancelados.

 

Pasaron varios días varados en Buenos Aires, en el cemento de Buenos Aires y aunque algunos entrenamientos se pudieron hacer en el CENARD faltaban los trabajos de fondo.

 

Y para un joven de campo, no hay mejor que cruzarse con otro amigo del campo. Y la gauchada fue inmediata. Rodrigo se contactó con Ariel Ferreyra, Director de Deportes de la Municipalidad de Lobos, un pueblo bien de campo, a uno 100 km de Buenos Aires con calles de tierras y mucho de verde, ideal para salir del loquero de Buenos Aires y concentrarse por algunos días en un lugar parecido al terruño propio.

 

Y esto ocurrió por algunos días hasta conseguir el vuelo hacia Toluca, pero esta es otra parte de la historia.

 

Claro que cuando muchos hablan de parciales por km recorrido, por ahora yo prefiero hablar del corazón, porque estos pibes corren con el corazón hasta el final… hasta el final.

 

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