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05 de Septiembre de 2021
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Una esquina de Esquel: Cruz Blanca, el Sanatorio más antiguo de la ciudad

Cruz Blanca lleva el nombre de Edgar Winter, quien con la ayuda de otras personas y bajo mucho esfuerzo, trajo la medicina a la ciudad de Esquel. Salvaron vidas y realizaron cientos de nacimientos desde el año 1952.

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Por Donato del Blanco

 

 

Corría el año 1947, época en la cual llegaba a Esquel el Doctor Edgar Winter, con el propósito de ejercer la medicina y cumplir con el objetivo de ayudar al otro. Ronald Winter, su hermano mayor, ya estaba en la ciudad hace unos 8 años.

 

Tan sólo 29 años tenía Edgar cuando comenzó a trabajar en un consultorio, y poco a poco se ganó el reconocimiento de la comunidad por su trabajo: Tal es así, que su apellido lleva el nombre de un barrio de Esquel.

 

Tres años después, por iniciativa de los hermanos, comenzaron con la construcción del Sanatorio Cruz Blanca, bajo el propósito de instalar en Esquel un centro médico con internación y atención para las personas que lo necesitaban. Cabe mencionar que fue el primero en la ciudad, aunque anteriormente había uno llamado "Sanatorio Andes", pero no contaba con los mismos servicios.

 

 

 

Cruz Blanca es una extensión de la capilla que se encuentra dos cuadras antes, en la Calle Belgrano. Ese lugar toma importancia ya que, en conjunto con otras personas, fundaron el Sanatorio con objetivos sociales y misioneros.

 

 

 

Exactamente el 6 de Junio de 1952 realizaron la inauguración. Tenía unas 10 camas de internación, Cirugía, Servicio de Emergencias, , Maternidad y un servicio de Rayos X. Toda la tecnología fue sorprendente para aquellos años.

 

Los dos primeros médicos fueron Edgar Winter y Samuel Ericsson; este último llegó desde la ciudad de Cinco Saltos a Esquel.

 

 

 

El Doctor Allen Winter, hijo de Edgar, transmitió algunas de las vivencias y recuerdos de su padre y de aquella época particular:

 

 

"Había una gran necesidad de enfermeras. En esos años tanto Edgar como Samuel se conectaron con una casa de Diaconisas Mutterhaus en la ciudad de Aidlingen, Alemania. Era como una escuela de monjas pero de la iglesia protestante. Formaban enfermeras de alto nivel"

 

 

Dos de ellas vinieron a Esquel:  Schwestern (hermana) María y Elfride.

 

Tiempo después se sumó Schwester Edeltraut, quien vivió en la ciudad por más de 40 años y es ciudadana ilustre.

 

 

 

Así fue la creación de la primera Escuela de Enfermería: En Esquel se graduaron más de 30 enfermeras.

 

 

Primeras enfermeras graduadas

 

 

"Las enfermeras de Alemania se encargaron de mantener un nivel excelente, brillaba"

 

 

No tenían la misma tecnología que hoy

 

Allen recuerda que en aquellos años toda la calefacción era a leña, no era fácil, pero trabajan muy bien: nacían prematuros, hacían cirugías y todas las prácticas médicas que puedas imaginarte. 

 

 

 

Había menos de 10 mil habitantes en la ciudad, pero llegaban personas de los lugares aledaños. 

 

El transporte también era distinto: Desde la entrega de insumos hasta el traslado de los pacientes ya que no había ambulancia.

 

 

 

Pese a la falta de tecnología para realizar algunos procedimientos, el Doctor Edgar era muy ingenioso, tal es así que una de las anécdotas toma como protagonista a Allen y su papá:

 

 

 

"Un día caminando por el patio de atrás, encontré un trasto viejo que era como si fuera una especie de recipiente grandote, de chapa, con un portalámparas. Le pregunté a mi papá qué era y me respondió que fue la primera incubadora para prematuros que la armó él mismo, con una tapa de un lavarropa industrial. Él la arregló, la tapizó, le puso un porta lámparas para dar temperatura y un caño para el oxígeno. Ahí vivió un bebé que pesaba 900 gramos"

 

 

 

La familia Winter vivía atrás, donde estaba el Círculo Médico. Edgar, médico principal, cruzaba al patio y ya estaba en su lugar de trabajo: Estaba presente las 24 horas, los siete días de la semana, los 365 días del año.

 

 

Allen con Waltraut en el patio 

 

 

Otra de las anécdotas que más recuerda es el terremoto del año 60 que sufrió Esquel:

 

 

"Se armó una carpa grande afuera con camas preparadas y cuando empezaban los movimientos se llevaban a los pacientes ahí. Había mucho abrigo, el edificio se movía pero por suerte nunca se cayó"

 

 

Krieger, otro de los Doctores reconocidos del Sanatorio

 

 

 

Para fines de 1963 llegó el Doctor Ernesto Krieger, quien aportó su mano en el área de cirugía y obstetricia. 

 

Una persona que lo recuerda muy bien y me transmitió sus recuerdos es el Doctor Carlos Migliori, quien hace casi 40 años trabaja en Cruz Blanca. 

 

Cuando se recibió en la ciudad de Córdoba y llegó a Esquel para ejercer su profesión, inmediatamente fue al Sanatorio para pedir trabajo. Él pensaba que no iba a quedar, ya que los comentarios en esa época era que había un nivel muy grande de exigencia, pero sin pensarlo más ingresó a Cruz Blanca y el Doctor Krieger lo entrevistó:

 

 

"La entrevista duró tres minutos, me tomaron, comencé a trabajar y acá estoy: 38 años sin interrupciones, con el mejor trato y los mejores recuerdos"

 

 

Enfermera histórica

 

Alda Araneda fue de las primeras mujeres en recibirse en la famosa "Escuela Patagónica de Enfermería". Del grupo, era la más chica de todas. Tenía sólo 15 años.

 

 

 

Pasaron los años pero recuerda con exactitud todas las anécdotas que marcaron su vida:

 

 

"Yo entré a la Clínica a trabajar a través de una señora que viajaba a Buenos Aires por enfermedad, y me pidió si podía reemplazarla. Ahí empecé, se abrió el curso y vieron que tenía vocación para ser enfermera"

 

 

Alda conoció y trabajó con las hermanas Schwestern, María y Elfride. "Eran "bravas" pero te dejaban una gran enseñanza", explicó.

 

 

"Te formaban y aprendías a ser una enfermera de vocación: cómo atender al paciente, cómo entrar a cirugía, cómo recibir un bebé..."

 

 

Uno de los exámenes del curso de enfermería era esterilizar una habitación, y las profesoras tocaban absolutamente todo: si había polvo, desaprobabas. Pasaban la mano por todos los bordes de la habitación.

 

 

 

"La limpieza era rigurosa, y cuando el paciente entraba a cirugía debíamos entrar con las uñas cortadas"

 

 

El reglamento era de excelencia. 

 

 

 

Tal fue el trabajo que realizaba Alda, que la Doctora Pasquini le pidió que también trabaje con ella en Clínica Esquel. Aceptó, pero con la condición de que le respeten las guardias en Cruz Blanca: 16 horas por día trabajaba de corrido, todos los días de la semana. 

 

Con emoción y alegría, también recuerda a Krieger y Winter, como excelentes médicos.

 

 

"Todo el día estaban disponibles, no preguntaban si el paciente tenía obra social, pedían la dirección e iban. Sólo querían ayudar al otro"

 

 

En Cruz Blanca había 8 enfermeras trabajando, pero al transcurrir los años, cerró la internación y quedaron sólo los consultorios. Pese a eso, todas quedaban con trabajo, ya que la Doctora Pasquini se llevó al personal para su Clínica.

 

 

 

Cuando cerró, juntaron a todas. Las ocho lloraban porque sentían mucho afecto por la clínica. "Era mirarnos y llorar", cuenta Alda con emoción.

 

 

"Krieger y Winter nos reunieron y explicaron la situación, pero avisaron que iban a dejar una enfermera. De las ocho, me eligieron a mi"

 

 

Alda siguió trabajando en Cruz Blanca y en la Clínica Esquel durante cuatro años. Tuvo que dejar uno por el cansancio y la cantidad de horas que trabajaba.

 

Tiempo después, pidió entrar al Hospital Zonal de Esquel, ya que era Provincial y podía conseguir mejor sueldo y obra social.

 

 A los tres meses la nombraron directamente, pero le tocó trabajar en el Hospital de Trevelin. Durante tres años viajaba desde Esquel y Trevelin para ejercer su profesión.

 

 

"Yo hacía partos, me iba hasta el Lago Rosario, Sierra Colorada, Aldea Escolar, donde me pidan. Estaba totalmente comprometida"

 

 

Agradecida, expresa que hasta el día de hoy las personas recuerdan su vocación y pasión por la enfermería. También, por el destino mismo, está totalmente feliz por haberse topado con los Doctores de Cruz Blanca y aprender a hacer de todo: desde poner una sonda nasogástrica o realizar un parto.

 

 

 

"Si yo me muero y tengo que volver a este mundo, le pido a Dios volver a ser enfermera devuelta. El Sanatorio me dejó muchas enseñanzas"

 

 

 

Indudablemente Cruz Blanca es un lugar muy especial para gran parte de los esquelenses y marcó una época clave en la ciudad: Instalar la medicina, pero a través de los valores y el compromiso.

 

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