El año pasado me trataron de descerebrada por plantear que eso que llaman amor es trabajo no pago. Hoy ya empiezo a escribir sabiendo que eso es lo menos grave que me van a decir. Parece que molesta mucho que las mujeres empecemos a decir lo que pensamos, a cuestionar cuando nos dicen cómo tenemos que vivir.
Hoy voy a escribir que la maternidad no solo será deseada, sino también como se nos canté el quinto forro de los ovarios.
No soy madre. Todavía no decidí si quiero serlo o no. Cuando cierro los ojos y me imagino siendo madre hay algo que de toque me corta la escena: pareciera que la maternidad es de lo único que no podemos arrepentirnos. ¿Y qué pasa si no soy buena haciéndolo? ¿Qué pasa si realmente me siento desbordada? ¿Qué pasa si no creo que sea lo mejor que me pasó en la vida? Porque seamos sinceras, los relatos que hay de la maternidad son más o menos así:
Mamá es lo mejor que hay. Y sus hijos son lo mejor que le pasó en la vida. Mamá esta siempre feliz. No importa si se levantó temprano, limpió toda la casa, ordenó, se fue a trabajar, volvió liquidada del trabajo como cualquier ser humano, se puso a cocinar, el pibe llorá, hace berrinche porque está cansado, la casa ahora está toda hecha un quilombo… mamá lo hace con una sonrisa, porque mamá puede con todo, porque la maternidad se trata de eso: de poder incluso cuando estamos desbordadas.
Les tengo una noticia: no mamá no es la mujer maravilla, tampoco Mary Poppins con un bolso que todo lo resuelve, mucho menos la Virgen María. Mamá es una mujer de carne y hueso. Mamá es una mujer, una persona, con su vida propia, con sus deseos, con sus ganas, con sus humores y con sus problemas también. Mamá, como todas las personas, está haciendo lo que puede con lo que hay. A veces, las cosas le saldrán mejor, a veces las cosas le saldrán mejor. Pero mamá no tiene que poder con todo. Ni siquiera la mujer maravilla puede siempre sola con todo. Así que por favor este día de la madre hagámosle el mejor regalo: dejar de señalar con el dedo. Basta de señalar con el dedo a las madres. Basta de opinar sobre cómo deberían llevarse las crianzas. Basta de suponer que las madres todo lo pueden.