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21 de Mayo de 2023
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La historia de Lorena: Una madre valiente y luchadora

La madre de Martín, el chico de las tortas fritas, cuenta su historia y las dificultades que pasaron. Una madre ejemplar y un verdadero ejemplo de fuerza y ​​resiliencia. 

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-Por Lelia Castro- 

 

La semana pasada hicimos una nota sobre Martín Almada, conocido como Piñón, un chico que vende tortas fritas en la calle para ganarse la vida, que tiene el sueño de un día llegar a ser policía, lo cual ha despertado muchas repercusiones positivas, pero también posiciones críticas en cuanto a la explotación infantil. Hoy Lely fue hasta Cholila y dialogó con Lorena, la madre de Martín, para que cuente un poco sobre su vida y las adversidades por las que ha tenido que atravesar. 

 

 

 

Con cinco hijos a su cargo y una sobrinita que considera como su propia hija, ha demostrado ser una madre ejemplar y un verdadero ejemplo de fuerza y ​​resiliencia. La mayor murió a los pocos meses de nacer por muerte súbita. La historia de Lorena comienza en el año 2001, cuando ella y su familia se mudaron a Neuquén capital debido a la crisis económica que azotaba al país. Fue allí donde conoció al padre de su hijo Martín, fruto de un amor que floreció en medio de las dificultades. Pero el destino tenía preparada una sorpresa aún mayor. 

 

 

 

 

El día del nacimiento de Martín fue inesperado y lleno de emociones. Lorena recuerda claramente aquel momento en el que fue a una ecografía de rutina seguida de su madre. En medio del frío y la confusión, Lorena se encontró dando a luz a su hijo de forma espontánea. Debido a su prematuridad, Martín tuvo que ser trasladado a otro hospital para recibir los cuidados necesarios, y fue allí donde Lorena lo conoció al día siguiente. 

 

“Me llama la obstetra y me dice ‘vos estás en trabajo de parto’ yo le digo que no, y ella me dice ‘sí, tenés contracciones’. Yo le decía que no siento nada, no me duele nada y ella se asusta y me lleva a la sala de preparto y me tienen ahí sentada en una camilla, me recuestan y en eso yo siento como un pequeño malestar, me siento en la cama y nace Martín. Así fue su nacimiento, algo espontáneo, que no lo esperábamos. Yo me asusté mucho porque lo tuve sola: iba por una ecografía y terminé teniendo a mi hijo”. 

 

 

 

A partir de ese momento, la vida de Lorena fue una montaña rusa de desafíos. Tres meses después del nacimiento de Martín, descubrió que estaba embarazada nuevamente, algo que la llenó de miedo y sorpresa. A pesar de las dificultades y las dudas que surgieron en su mente, Lorena decidió seguir adelante con su embarazo y darle la bienvenida a su hija Luna, también nacida en forma prematura. 

 

 

 

Su valentía se hizo aún más evidente cuando habló sobre su experiencia como una mujer golpeada. Aunque reconoció haber sufrido maltrato, eso no la detuvo ni le quitó la determinación de salir adelante. Después de siete años de matrimonio con el padre de sus hijos, tomó la decisión de poner fin a esa relación tóxica, dejar todas sus cosas y emprender un nuevo camino. 

 

“Uno a veces se da cuenta mucho después de esas cosas. En el primer golpe, el primer maltrato, ya sea verbal, vos tenés que decir no, ahí se corta. Pero uno cuando lo vive, después lo entiende. En el mientras tanto pensás que se puede reacomodar, que todo puede ser mejor, y no es así”. 

 

 

 

 

 

Se lamenta el hecho de que sus hijos hayan presenciado esas situaciones y las recuerden hasta el día de hoy, ya que cuando hay maltrato en el núcleo familiar considera que pueden suceder dos cosas: o que se repita la historia, o que se produzca un cambio y se revierta completamente, ella es consciente de que pudo darle un corte, “mis hijos pudieron ver la otra realidad, y experimentarlo en sus vidas de que eso no estaba bueno. Ellos pudieron ver la otra realidad, de que eso no era la vida, que eso no era lo normal”.

 

 

 

 

Con coraje y determinación, Lorena se llevó a Cholila en busca de una nueva oportunidad para ella y sus hijos. Allí encontró apoyo en su tía y en su actual pareja, Lucas, quien se convirtió en un pilar fundamental en sus vidas. A pesar de no ser el padre biológico de Martín y Luna, Lucas los ama y los cuida como si lo fueran, y juntos formaron una hermosa familia. Luego vino León, como fruto de este amor. 

 

“Él estuvo siempre cuando yo me caía, cuando mis hijos fueron creciendo, la imagen paterna que mis hijos conocen es Lucas. Y más allá de que es una persona tranquila, no levanta la voz, el respeto que mis hijos le tienen es porque él se lo ganó a fuerza del amor que él les dio. Yo creo que una persona que le da amor a un hijo que no es suyo te está demostrando cuánto te ama”. 

 

 

 

 

 

Lorena también se enfrentó a desafíos económicos, vendiendo productos en la calle para sostener a su familia. Aunque algunos podrían cuestionar su decisión de involucrar a sus hijos en esta labor, ella defendió su elección, afirmando que nunca los explotó y que siempre los cuidó y protegió, los llevaba consigo ante la falta de alguien que los cuide o la imposibilidad de pagarle a alguien para que lo haga. Siendo un pequeñito, Martín dormía en el bolso en que llevaban la mercadería mientras su madre trabajaba. Esas eran sus posibilidades, “no era que yo ponía al nene a pedir, o al nene adelante. Entiendo que mucha gente lo mal interprete, o se habla de explotación infantil y demás. Pero no, yo creo que en muchos casos, como el mío, no fue explotación o trabajo infantil”. 

 

 

“Yo sé que es un hilo muy fino. Yo comenté la nota que hicieron ustedes, que si vos no conocés la realidad específica de cada persona, no podés opinar desde el desconocimiento. Yo jamás quise andar con mi hijo en un bolso pasando frío, nunca pasó frío porque yo lo resguardaba. Sí, no era la mejor opción, pero era la que había”. 

 

 

 

 

Cuenta que de niño, Martín tenía problemas de motricidad, era un chico retraído, vergonzoso, que no tenía amigos, el anotarse a patín artístico lo ha ayudado un montón en esos aspectos. También tenía dificultades en la escuela, por lo que contó con un maestro de apoyo durante su trayectoria escolar. Tanto el maestro como su familia, siempre lo han apoyado por superarse día a día, sin compararse con el resto, ya que cada uno tiene su ritmo y sus tiempos. Martín siempre fue un chico especial para todos, un día el intendente de la ciudad le regala un par de patines, un gesto del corazón que no se supo en ningún lado. 

 

“Yo siempre le dije a mis hijos a mi no me importa que se saquen un 10, a mi me importa que se superen cada día y sin mirar lo que hace el resto, si le podés dar una mano a otro dásela, que no te impida porque el otro pueda, vos no vas a poder, a tu ritmo vas a poder”.  

 

 

 

 

Ante las adversidades, afirma que Martín nunca se ha puesto en el papel de víctima, él siempre rescató lo positivo de cada situación. Cuenta la situación de un acto escolar, en el que había mucho un presentador y diversos animales y Martín se sabía el diálogo de todos ellos, al preguntarle cuál era el suyo, dice que es la marmota, porque no dice nada, ya que la maestra consideraba que no se iba a acordar el diálogo y arruinaría el acto. Sin embargo, a él no le importó, “si total lo que piense el resto no importa, si alguno de mis compañeros se olvida la letra yo voy a estar para ayudarlo”. Sabiendo con sólo 10 años que estaba siendo discriminado. 

 

 

 

Siente que cada paso adelante que Martín dio en la vida es un logro, siempre con asistencia perfecta en la escuela aunque vaya sin comer, llegando a la escuela en tiempo y forma. Muy emocionada al ver que su hijo fue elegido como mejor compañero, pero su mayor orgullo fue cuando en la secundaria terminó saliendo segundo escolta, “yo creo que fue su premio por todos los años de sacrificio de él, que fue el que puso todas las garras para salir adelante”. A pesar de que sus hijas también hayan sido abandaradas, siente un fuerte orgullo por él, porque sabe todo lo que le ha costado. 

 

“Nunca fue un 10, pero nunca se llevó una materia y lo que hacía, lo hacía con responsabilidad. Para mí el orgullo más grande es que él siempre pudo superarse. Y terminar la secundaria como segundo escolta fue el premio a toda su trayectoria. Más allá que muchas veces le costaba, siempre le buscó la vuelta y siempre pudo”. 

 

 

 

 

Como reflexión final, dice que más allá de las dificultades o las adversidades por las que uno pueda llegar a estar pasando, siempre se puede salir adelante. Dice que hay que amarse a uno mismo para luego poder amar al resto, aceptar nuestros errores para ser cada día un poco mejores personas. Si una persona está siendo maltratada o vulnerada, debe animarse a salir de ese lugar, porque nadie merece estar donde no es respetado. Ella da fe de que siempre se puede salir. 

 

 

“Tratar de ver siempre la parte buena de nosotros, del resto, y en base a eso tomar la iniciativa y tratar de cambiar lo que está mal. Muchas veces pensamos que no se puede cambiar, porque decimos mi vida es todo un desastre, no valgo nada, todo mal. Pero si nosotros empezamos de a poquito a tratar de cambiar, vamos a poder. Y lo alto que podamos llegar sólo depende de nosotros, yo creo que cada uno puede cambiar su presente y que es posible”. 

 

 

Su marido trabajaba en el campo, pero luego enfermó de la columna, por lo que ella tuvo que salir nuevamente a vender. A lo largo de su historia, Lorena ha demostrado una determinación inquebrantable para superar obstáculos y dar lo mejor de sí misma por el bienestar de sus hijos. Su valentía y amor incondicional son un ejemplo inspirador para todos aquellos que han enfrentado adversidades en la vida. Y también un ejemplo para sus hijos de una mujer trabajadora que sale adelante. Luego de ver la nota con Martín, creo que ha cumplido su misión. 

 

 

 

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