Luis Cayulef y una remera que conmueve

(Por Carlos “el Chavo” Ortiz). - No hay dudas que saldrá adelante, porque Luis tiene raíces muy firmes. Ni se va a caer tan fácilmente, porque nada en su vida fue fácil y su madre hizo de todo para que sus hijos sean felices y buenas personas.

Para Luis todo fue sacrificio. Para Luis todo será sacrificio. Y eso lo hizo fuerte y eso lo hará fuerte.

El mazazo de hace un par de fines de semana fue terrible. De un abrir y cerrar de ojos, quedó un lugar libre en la mesa. Un plato sin usar. Un espacio amplio. Un terrible silencio y una criatura sin su madre.

La pregunta habrá quedado flotando en el aire. ¿Por qué una mujer tan joven se va antes de tiempo? ¿Cómo puede una persona tan pequeña quedar sin su madre? ¿Por qué tanto castigo para una familia que todo le cuesta el doble?

Preguntas sin respuestas. Tal vez mirando al Cielo, las señales empiecen a aparecen.

En este medio se había publicado, justamente días antes del penoso hecho, el esfuerzo de Luis para conseguir los fondos para seguir corriendo, haciendo sorteos y vendiendo torta fritas. Una carrera en septiembre en Puerto Madryn y el sueño de participar en un Mundial de Trail.

Tiene talento, pero no tiene los fondos suficientes para seguir demostrando su talento.

En los primeros días de junio fue el mejor argentino en Turmalina, una de las pruebas emblemáticas de la provincia de Córdoba.

Logró el segundo puesto detrás de un uruguayo, donde mostró toda su categoría para correr este tipo de pruebas.

Demostró (y se demostró) que puede ser un atleta de elite.

Pero un atleta de elite no surge de un día para el otro. Tiene un tiempo de mucho sacrificio, de mucho entrenamiento. De años y años de competencia. De más derrotas que de victorias.

Y desde los medios de prensa, desde el Estado y desde el privado, siempre se mira y se apoya a los que ganan, a los que se cuelgan la medalla, a los que triunfan.

Pero para llegar al triunfo tiene que haber antes muchas derrotas y es precisamente aquí donde el apoyo tiene que ser una constante.  

Llegar a la cumbre no es tan fácil, no solo se llega con talento. Al talento se le tiene que sumar, compromiso, tener los dientes apretados y levantarse cada vez que uno se cae.

Es cierto es Luis, con apenas 21 años, tiene todo eso. Pero le falta un apoyo serio y constante. Del Estado Municipal (donde dicho sea de paso no recibe ningún tipo de becas) y de los privados.

No miremos para otro lado. A este pibe el deporte lo está salvando. No podemos dejar que se pierda en el montón sin haberlo intentado.

Tiene las condiciones. Tiene el alma y el corazón fuerte para salir adelante.

Pero las zapatillas son caras, las inscripciones son caras, las vitaminas son caras, tener un buena alimentación también es caro y ni que hablar de los viajes y las estadías.

Cada vez más caro, cada vez más inalcanzable. Y Luis eso lo sabe.

Y Luis tenía dos opciones. O se quedaba en su casa llorando todo el día o salía corriendo a buscar su destino.

Y decidió por esto. Salir a correr. Ahora más que nunca, por su madre, por su sobrino Fran y, sobre todo, por Gabriela.