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28 de Enero de 2024
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Hélices Clerici, una historia en las alturas que recorre el mundo

La 2° edición del Trevelin Fly In es un emocionante escenario donde se entrelazan historias de vida y pasión por la aviación. Entre los protagonistas, destacamos a Diego Clerici y Marcela Sauvage y la empresa familiar Hélices Clerici.  

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Por Lelia Castro.

 

Diego Clerici hoy se encuentra al frente de la empresa familiar Hélices Clerici, junto a su esposa Marcela, pertenece a la tercera generación del taller reconocido a nivel mundial, y hoy su hijo también forma parte de la empresa familiar de fabricación, reparación y mantenimiento de hélices aeronáuticas.

 

“Soy de Castelar. Mi familia se compone por mi esposa Marcela, que tiene más nexo con la zona porque mi suegra es de Cholila, ella pasó gran parte de su infancia en la zona sur, y la mayoría de su familia vive acá. No es sólo por los aviones que nos atrae la zona, venimos seguido. Mis hijos Florencia y Emanuel, de 22 y 20 años, quedaron allá en Buenos Aires”.

 

La epopeya de Hélices Clerici se inicia con José A. Clerici, un visionario que, tras el cierre de la fábrica de aviones de Sfreddo y Paolini, decide continuar solo la fabricación de hélices de madera en 1946. Junto a su hermano Carlos y su primo Luis Vera, se aventuran en la construcción de Planeadores Grunnau Baby para la Dirección de Aeronáutica. La calle Colón 295 en Morón se convierte en el hogar de la empresa, dedicada a la fabricación y reparación de hélices de madera.

 

José A. Clerici fue testigo de los inicios de la aviación argentina y dejó un legado de trabajo, respeto y pasión por la historia aérea del país. A mediados de la década del cincuenta, la empresa amplía sus horizontes al recibir pedidos para reparar hélices metálicas, marcando el inicio de una tradición de innovación y adaptación a las necesidades del mercado.

 

En 1965, Hugo Clerici se incorpora a la empresa tras terminar sus estudios de técnico aeronáutico. Durante los años ochenta, viaja a los Estados Unidos para capacitarse en las fábricas McCauley y Hartzell. El relevo generacional continúa con Sebastián y Diego Clerici, quienes realizan cursos en Estados Unidos y Alemania, consolidando la presencia internacional de la empresa.

 

En 2015, al retirarse Hugo Clerici después de cincuenta años de trabajo, su hijo Diego Clerici asume el liderazgo de Hélices Clerici, llevando consigo la rica historia de la empresa. A más de 70 años del inicio, la tradición se combina con la incorporación de nueva tecnología, abriendo mercados y manteniendo la calidad en la fabricación de hélices de madera y otros materiales.

 

“Me siento identificado con el pasado de la empresa, porque la empezó mi abuelo como un taller de carpintería por circunstancias o casualidad, o necesidad de trabajar y progresar. Yo me identifico con ese pasado, que lo siguió mi padre, que fue quién le dio la impronta de una empresa más relacionada con el exterior y demás, y eso le dio un impulso muy diferente desde lo tecnológico. Y después un poco recobramos las raíces fabricando hélices de madera nuevamente”.

 

Desde pequeño mamó el tema de las hélices y los aviones, un tema recurrente en su familia. Sus pasiones eran los animales y los aviones, y se terminó decidiendo por continuar con el legado familiar, “nunca fui forzado a seguir la empresa familiar”, recalca.

 

Así como su abuela Elba acompañaba a su abuelo José en el taller, hoy su esposa Marcela lo acompaña a Diego en esta empresa reconocida a nivel mundial, cumpliendo un rol fundamental, encargándose de las promociones, eventos y logística.

 

Marcela cuenta que su marido es un apasionado de su trabajo, que estudia, investiga y sabe mucho, pero que es muy humilde al hablar de sí mismo, sin embargo, confiesa que él “es reconocido mundialmente, la gente se acerca a saludarlo y reconoce su trabajo. Sus hélices han llegado a España, Colombia, Estados Unidos, Chile, Brasil, Perú, Uruguay, Paraguay… él es reconocido en muchos países. La gente cuando llama al taller pregunta por Diego Clerici, en su momento preguntaban por mi suegro y por el abuelo José, hoy Diego Clerici es requerido y reconocido en toda la familia aeronáutica”.

 

 

Así como mantiene la admiración por su marido es mutuo el amor que se tienen y mirándose a los ojos confiesan que se volverían a casar una y mil veces, siempre se volverían a elegir.

 

 

Diego Clerici, al frente de la empresa, comparte su pasión por las hélices y la aviación. Desde el hangar de Queque Parodi en la ciudad de Trevelin, Diego destaca el placer de diseñar y construir hélices que mejoran el rendimiento de los aviones. La satisfacción llega cuando los clientes notan mejoras en velocidad, ascenso y consumo de combustible.

 

 

Marcela Sauvage, la esposa de Diego, es una parte fundamental del equipo. Reconoce la humildad y dedicación de su esposo, destacando su reconocimiento a nivel mundial. La pareja, unida por 27 años, ha llevado adelante la empresa con esfuerzo y amor por la aviación.

 

“Un gran amor de familia, pero también acompañarlo en el trabajo y en todo lo que realiza. Hace poco que estoy involucrada 100% en este trabajo, la pandemia hizo que me sumara al equipo de trabajo, porque él quedó varado en México por un trabajo, por lo que estuvo casi seis meses sin poder entrar a la Argentina porque había cerrado sus fronteras. Yo siempre digo que las cosas pasan por algo, y eso hizo que él me pidiera por favor si me podía sumar al equipo de trabajo porque necesitaba gente”.

 

En el evento del Trevelin Fly In, Diego y Marcela expresan su agradecimiento a Queque Parodi por la iniciativa de este evento, “que es una locura lo que ha hecho en tan poco tiempo, que Trevelin lo va a disfrutar por mucho tiempo, es único en el mundo, es acá o en Alaska, no se hace este tipo de eventos en otro lado”, resalta Diego, además a Matías de la Armada por su colaboración, que trasladó solo el avión. También reconocen a la familia que los recibe en Trevelin y a todos los que han contribuido al éxito de la empresa y del evento.

 

El mensaje de Diego Clerici es claro: "A los jóvenes que crean que todo lo que quieren se puede hacer, hay que trabajar más, esforzarse más en países como el nuestro, pero se puede hacer. Todo el mundo me decía que había hélices que no se podían fabricar acá, a nuestro ritmo y a nuestros volúmenes, no masivamente como en otros lados, pero se puede hacer. Hay que tener el objetivo y hacerlo".

 

En este fin de semana entre aviones y hélices, la historia de Hélices Clerici, encarnada por Diego y Marcela, se convierte en un testimonio inspirador de perseverancia, amor por la tradición y la capacidad de alcanzar metas incluso en entornos desafiantes. La Patagonia y Trevelin son testigos de este legado que perdura en cada vuelo de las hélices que forjaron la historia de la aviación argentina.

 

 

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