07 de Abril de 2024
red43-canal |

Malvinas: Paulino Salvador Fernández, “no voy a golpear la puerta para entrar en mi casa”

Cada año, los veteranos de Malvinas como el Sto. Salvador Fernández son recibidos con homenajes y gratitud. Su historia inspira a toda una comunidad a mantener viva la memoria de aquellos que lucharon por nuestras Islas.

Escuchar esta nota

Por Lelia Castro

 

 

Cada año, el corazón de Esquel late al ritmo de la memoria y el honor, recordando con respeto y gratitud la gesta heroica de aquellos que defendieron nuestra soberanía en las Islas Malvinas. Veteranos de Malvinas como el Sargento retirado Paulino Salvador Fernández regresan para honrar su valentía y sacrificio. Este es su relato de lucha y amor por la patria.

 

En el centro de este homenaje se encuentra el Sargento retirado Paulino Salvador Fernández, un Veterano de guerra de Malvinas del Regimiento -que en ese entonces era el Destacamento de Exploración de Caballería Blindada 181 C3 General Pacheco-, un héroe de carne y hueso que carga en su pecho las marcas indelebles de la guerra. Años atrás, partió hacia el Atlántico Sur como parte del Escuadrón Panhard, un joven soldado con sueños de gloria y el firme compromiso de defender su patria.

 

 

Oriundo de Resistencia, Chaco, desde temprana edad supo que quería ingresar a la Escuela de Suboficiales. Su padre era jefe de la policía de la Provincia del Chaco y su mayor anhelo era que Paulino siguiera sus pasos, pero él quería seguir la carrera militar, la cual comenzó en Curuzú Cuatiá.

 

Así que hice el servicio militar en Curuzú Cuatiá y estuve en el cuadro de honor y como premio me dieron la posibilidad de ir a rendir a la Escuela de Suboficiales de Sargento Cabral, fui y aprobé. Por el año del Servicio Militar, más siendo dragoneante, me pasaron al segundo año de la Escuela de Suboficiales. Estuve todo el año ’81 en la Cabral en el segundo año de la carrera y egreso en el mes de noviembre. En diciembre soy destinado a esta Unidad, al destacamento de Exploración de Caballería Blindada 181 C3 en la ciudad de Esquel”.

 

Muy emocionado de venir a vivir un tiempo a Esquel, ya que era un paisaje y clima bastante diferente al del Chaco, no conocía la nieve y demás. Lugar donde conoció a su esposa y tuvo a su primer hijo Cuestiones que al estar en Malvinas lo hicieron sentir un poco “como en casa”, ya que se había acostumbrado en cuatro meses a las contingencias del clima patagónico.

 

Llego en enero del ’82, me dan unos cursos de preparación con los Panhard, después con reglaje de tiro en el polígono de tiro en la zona del Cerro 21. Así que nos preparamos hasta el mes de abril, que fuimos designados para ir a las Islas Malvinas. En ese momento no tuve ninguna duda, al contrario, me sentí agraciado por ser uno de los designados, ya que éramos gran cantidad de personal militar que estaba predispuesto para ir. Pero las Secciones Águila y Cobra fueron las únicas dos seleccionada para ir a participar del conflicto. En total fuimos 27, entre oficiales, suboficiales y soldados”.

 

En Malvinas fue designado como refuerzo y apoyo a las distintas unidades que estaban en la primera línea de batalla, preparados para realizar cualquier maniobra dentro de la isla. “Lo recuerdo latente como si estuviera en el día de hoy, a diferencia de la edad y los años encima, pero realmente en la mente y los recuerdos de uno es permanente. Le ocurre a todo el personal Veterano de Malvinas, que es algo inolvidable, porque es una experiencia única haber participado en el conflicto y unas vivencias que quedan grabadas en la memoria de cada uno”, recuerda con emoción.

 

 

Confiesa que la parte más dura que le tocó vivir durante el conflicto fue cuando tuvo que estar en el frente de batalla, donde tenían que disparar y automáticamente cambiarse de lugar para no ser alcanzados por la artillería del enemigo.

 

 

En esos momentos, y sin saber si volvería o no al continente, a Paulino le resonaban en la mente las palabras de su padre: prefiero tener un hijo muerto valiente que un hijo vivo cobarde, eso le daba la fuerza y valentía para seguir adelante en medio de la batalla.

 

Para mí volver era como que era un cobarde para mi familia. Pero después con el tiempo me he dado cuenta que eran palabras de incentivo en la cual me instaba a tener valor y coraje para enfrentar la situación, sabiendo que mi padre era un hombre de armas también y que me estaba inculcando esos valores para que no tenga miedo o cobardía ante el conflicto armado”.

 

Hoy, cada regreso a Esquel es un peregrinaje hacia los recuerdos, un reencuentro con camaradas que ya no están y un tributo a aquellos que dejaron sus vidas en las inhóspitas tierras de Malvinas. Paulino, con la mirada perdida en el horizonte, rememora aquellos días de combate, donde la bravura y el miedo se entrelazaban con las vivencias en el campo de batalla.

 

 

Pero detrás de la fachada del héroe de guerra y la disciplina militar, late un corazón humano, marcado por el dolor y la pérdida. "Llorábamos de alegría, llorábamos de tristeza , pero más lloramos cuando vimos que nuestra bandera comenzaban a arriarla, cuando fue el momento de firmar el cese del fuego", confiesa Paulino, recordando con bronca e impotencia ese día, dejando un vacío de amargura en el alma de cada soldado.

 

 

El regreso a casa no significó el fin del conflicto para Paulino y muchos otros veteranos. Las secuelas físicas y emocionales perduran, como un recordatorio constante de los horrores vividos en la guerra. Pero a pesar del dolor, Paulino encuentra consuelo en su familia y en la comunidad que lo acoge con los brazos abiertos en Esquel.

 

Todos quedamos con secuelas, depende la capacidad con que uno ha absorbido las situaciones. Por ejemplo, en mi caso a mí me ha generado un estrés post traumático, en donde me atacó el órgano más sensible, en la parte del estómago, en la cual me ha provocado un tumor en el colon, que es crónico e inoperable. Es la secuela del conflicto, pero tratable y controlable, si uno lo sabe llevar perfectamente a la afección que uno tiene”.

 

Con la voz quebrada por la emoción, Paulino comparte su mensaje con la ciudadanía: "Mientras haya un Veterano de guerra, siempre va a mantener viva en la memoria de las Islas Malvinas". Es un llamado a la esperanza, a no olvidar el sacrificio de aquellos que dieron todo por la patria, y a mantener encendida la llama del amor por nuestras tierras.

 

 

Con rotunda convicción afirma que no regrasará a las Islas Malvinas hasta que no vuelva a flamear la bandera argentina nuevamente, con un profundo pesar repite “hasta que no haya que golpear la puerta para entrar a mi casa, no. Cuando no haya pasaporte para ir, sí, ahí si voy. Yo no tengo el carácter para pedir permiso para entrar a mi casa”.

 

Así, Esquel se convierte en un santuario de memoria, donde cada año se rinde homenaje a los héroes de Malvinas. Y en el centro de este ritual de gratitud y remembranza, brilla el rostro cansado pero digno del Sargento Paulino Salvador Fernández, un símbolo viviente del valor argentino.

 

 

Que su historia y la de tantos otros veteranos nos inspiren a mantener vivo el legado de la Gesta de Malvinas, y a nunca olvidar el sacrificio de aquellos que lucharon por nuestra tierra y nuestra libertad.

 

¿QUÉ TE PARECIÓ LA NOTA?
Ocurrió un error