08 de Marzo de 2025
opinion |
Alicia López Montes

Cortisol alto: Cómo afecta a tu alimentación y bienestar 

Cuando los niveles de cortisol se mantienen elevados de forma crónica, el impacto en la salud puede ser significativo. 

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¿Qué pasa cuando el cortisol está constantemente alto?

 

Nuestro cuerpo está preparado para responder a situaciones de estrés puntual, pero en la vida moderna estamos expuestos a factores que activan esta respuesta de manera constante: preocupaciones diarias, exceso de trabajo, falta de sueño, mala alimentación y hasta la exposición prolongada a pantallas.

 

Cuando el cortisol se mantiene elevado por largos periodos, puede provocar:

 

-Desequilibrios en el metabolismo: Aumenta la resistencia a la insulina, favoreciendo el almacenamiento de grasa, especialmente en la zona abdominal.

 

-Alteraciones en el apetito: Se intensifican las ganas de alimentos ultraprocesados y ricos en azúcar, lo que puede dificultar la adherencia a hábitos saludables.

 

-Dificultades en la regulación emocional: Un cortisol alto impacta en la serotonina y la dopamina, neurotransmisores clave en el bienestar y la motivación.

 

-Mayor inflamación: Un estrés crónico genera un estado inflamatorio que puede derivar en problemas digestivos, fatiga crónica y alteraciones hormonales.

 

¿Cómo se relaciona con la inflamación?

 

El cortisol tiene un efecto antiinflamatorio a corto plazo, pero cuando está elevado por demasiado tiempo, el cuerpo pierde sensibilidad a su acción y se genera una inflamación crónica de bajo grado. Esto afecta el intestino, el sistema inmunológico y hasta el estado de ánimo.

 

La inflamación crónica se ve agravada por una alimentación rica en ultraprocesados, el sedentarismo y la falta de descanso, generando un círculo vicioso donde el cuerpo no logra recuperarse adecuadamente.

 

¿Qué podemos hacer para regular el cortisol y reducir la inflamación?

 

-Priorizar una alimentación basada en alimentos reales: Frutas, verduras, grasas saludables, proteínas de calidad y cereales integrales ayudan a regular la respuesta inflamatoria.

 

-Dormir bien: La falta de sueño aumenta el cortisol y disminuye la capacidad del cuerpo para gestionar el estrés.

 

-Reducir el consumo de cafeína y azúcares refinados: Ayuda a evitar picos de cortisol y estabilizar los niveles de energía.

 

-Gestionar el estrés: Incorporar técnicas como la meditación, respiración profunda o pasar tiempo al aire libre es clave para equilibrar el sistema nervioso.

 

-Ejercicio moderado y constante: El movimiento es fundamental, pero un exceso de actividad de alta intensidad sin recuperación adecuada puede empeorar el problema.

 

En un mundo donde el estrés y la inflamación son moneda corriente, aprender a regular nuestro cortisol es clave para mejorar nuestra salud, nuestra energía y nuestra relación con la comida.

 

Porque el equilibrio no es solo lo que comemos, sino cómo vivimos.

 

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