Después de cuatro décadas en encierro, Kenya, la última elefanta en cautiverio en Argentina, inició su viaje hacia una nueva vida en el Santuario Global de Elefantes en Brasil. La protagonista de esta emotiva historia dejó atrás el exzoológico de Mendoza, donde vivió en soledad desde 1984, y comenzó a recorrer más de 4.000 kilómetros rumbo a la libertad. Su traslado marca un quiebre en el país: por primera vez en su historia, Argentina ya no tiene elefantes en zoológicos.
Viaje con destino a la semilibertad
El viaje de Kenya comenzó el lunes y, aunque su primera noche fue dura por las bajas temperaturas, logró descansar y dormir algunas horas. Las organizaciones involucradas en su traslado, como el Proyecto ELE, la Fundación Franz Weber y el propio Ecoparque Mendoza, monitorean en tiempo real su estado a través del hashtag #VamosKenya, que se volvió viral en redes sociales.
Durante el trayecto, la elefanta viaja dentro de una estructura de hierro diseñada especialmente para su tamaño y seguridad, equipada con cámaras internas que permiten monitorear su estado físico y emocional. La caja está cubierta con una lona que simula una carpa, incluye sistema de calefacción y le permite recibir agua caliente y frutas, como parte de su rutina diaria. En una de las paradas técnicas, Kenya fue filmada comiendo bananas con tranquilidad, un signo alentador para su adaptación.
Un santuario entre la naturaleza
El destino final de Kenya es el Santuario de Elefantes en Mato Grosso, Brasil, un predio de cientos de hectáreas donde podrá vivir en condiciones de semilibertad, rodeada de selva, cuidado especializado y —por fin— en compañía de otros elefantes. A diferencia del encierro que conoció por décadas, en el santuario podrá desplazarse libremente, elegir su ritmo y recuperar comportamientos propios de su especie.
Una historia marcada por el trauma y la resiliencia
Kenya llegó a la Argentina en 1984, con solo cuatro años, desde un zoológico de Alemania. Como muchas crías capturadas, fue separada de su madre y su manada a la fuerza, probablemente tras presenciar su muerte. En Mendoza vivió en total soledad durante décadas, aislada de otros elefantes y sin estimulación natural.
El proceso que hoy le permite dar este paso hacia la libertad llevó siete años de trabajo conjunto entre el Gobierno de Mendoza, el Ecoparque, organizaciones de protección animal nacionales e internacionales, y el acompañamiento del actor y activista Nicolás Pauls, quien dio visibilidad a la causa.
Fin del cautiverio de elefantes en Argentina
El traslado de Kenya no solo representa un cambio en su vida, sino que también marca un antes y un después en la política de conservación animal en Argentina. Su caso se suma a una serie de traslados y liberaciones iniciadas en 2017, cuando se intentó enviar a Pelusa, la elefanta del zoológico de La Plata, que lamentablemente murió antes de viajar. Le siguieron Kuky, Pupy, Sharima, Tamy y Merry, quienes también dejaron el cautiverio o fallecieron. Hoy, con la partida de Kenya, no quedan más elefantes en zoológicos argentinos.
Para dimensionar el impacto del cautiverio, basta recordar que en el actual predio del Ecoparque porteño vivieron y murieron 14 elefantes durante el siglo XX.
O.P