14 de Mayo de 2020
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El Horcón

El Horcón: De líderes y futuro

Una nueva entrega de la columna de opinión

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La sociedad, argentina atravesada por una grieta que parecía insalvable, encontró en la cuarentena la vía para llegar a consensos que hoy, entran en una nueva etapa.

 

El presidente sigue conservando su imagen positiva acrecentada en estos meses, pero la economía en bancarrota, preocupa tanto como la salud. Las voces disidentes, que aceptaron el verticalismo como opción en la cual Alberto iba al fracaso si no lograba minimizar el impacto de la pandemia, casi dos meses después y buenos resultados en el manejo del virus, ya tienen mucho para “aportar”.

 

La economía está en un punto álgido. La recesión, que afecta a más de 150 países, nos incluye. No podía ser de otro modo, habida cuenta de los antecedentes de cuentas en rojo que viene acompañando los desgobiernos de Argentina, no solo el del pasado reciente: la deuda suma a muchos de diferentes colores políticos. En cuanto al sistema de salud mundial, hemos visto como ha hecho agua en países de todo el mundo, colapsando el derecho humano que mal se ha atendió.

 

El sistema de salud argentino que precedió la pandemia, fue calificado de “horroroso” por el actual Ministro del área. Aún con toda la inversión que se ha hecho en poco tiempo, no alcanza para subsanar el abandono que sufren grupos sociales y regiones de nuestro país.

 

Sin duda los que denostaban el papel del Estado, se han visto, paradójicamente, pidiendo soluciones, precisamente, al Estado, ese que debe, definitivamente, ocuparse de salud, educación, seguridad y generar las condiciones para que haya trabajo.

 

Ahora bien, ese Estado no está dado por una figura, aunque el liderazgo es fundamental. Alberto Fernández despunta como un líder de un alcance hasta hace muy poco impensado, sin embargo, sin un equipo eficaz no podrá ser consecuente con lo que espera hacer en su presidencia, de hecho, ha tenido problemas no menores que resolver, por mal manejo de sus ministros de las áreas para las que fueron designados.

 

Los errores del gobierno tienen como denominador común poca idoneidad para los cargos y falta de gestión. No alcanzan las ganas ni los discursos bonitos y enérgicos, hace falta gestionar, asesorarse con humildad y tener la capacidad suficiente para manejar todos los ministerios en tiempos de crisis, porque en mayor o menor medida no hay área que no esté golpeada por este escenario que arrasa con vidas, empleos, rubros o trabajos tal cual los conocemos, cultura y consumo por solo mencionar lo más visible.

 

El Estado tiene a la política, incluyendo oficialismo y oposición, como el indiscutible binomio responsable de monitorear el presente, estar ya activo planificando el día después con los distintos escenarios que pueden darse y pensar en la matriz productiva que regirá en el país, las provincias y cada municipio. Cada uno con sus actores y sus referentes.

 

Para llegar a salir de esta crisis, lo cual no será en pocos meses, se necesita un trabajo de acercamiento con cada barrio, con cada ciudad, con cada una de las regiones. Se está terminando el tiempo de hacer política sin polvo en los zapatos o utilizando a los ciudadanos para, demagógicamente, hacer el vergonzoso trueque de aplausos y votos por promesas vacías y proyectos que nada resuelven. Hay que pensar en una familia, en un problema sin solución y no por minoritario dejar de lado a quien lo necesite. De a uno es como se llegará al todo.

 

Ir hasta cada vecino, llegar hasta el barrio, empezar por ahí. Más hechos, menos cámaras y menos proyectos inviables. No hay sectores para excluir. De todos se necesita y a todos hay que escuchar y atender.

 

En Esquel vale alertar al oficialismo y también a la oposición (excluye tanto o más que quienes nos gobiernan) que, aunque el año no es electoral, para cuando lo sea, puede haber alguna sorpresa de nuevos actores que andan dando vueltas con un trabajo, por ahora silencioso y minucioso, pero sin dudas con excelente imagen e impacto mayor a los ya conocidos.

 

 

CHISTE DE YAPA

 

Estaban todos los animales de la selva listos para correr en las olimpiadas de los animales. Cuando empieza la cuenta atrás para correr: 3, 2, 1, ¡arrancar!
Todos corren, pero a media carrera se fatigan y van quedándose uno a uno. Al final sólo queda la hormiga y el elefante peleando por el primer lugar, cuando de repente se oye un temblor, ¡punnnnnnttt! El elefante había pisado a la hormiga, y todos los habitantes de la selva le empiezan a gritar:
- ¡Asesino, asesino!
Y el elefante responde:
- ¡No, sólo le quería meter el pie para que se cayera!

 

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