01 de Julio de 2020
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Eduardo Paillacán: "Trato de ser un niño cuando hago mis canciones"

En esta nueva edición de Firma y Aclaración, el cantautor nos cuenta sobre la cosmogonía mapuche, en este día que representa un nuevo ciclo, y explica de qué se trata su música.

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El invitado de hoy es un músico e intérprete mapuche, Eduardo Paillacán. Para la cosmovisión mapuche-tehuelche, y la cosmovisión de Latinoamérica, en este día se celebra la Fiesta del Sol: es una manera de ver el mundo desde su parte más natural, porque la savia, escondida en las raíces, comienza a moverse, “para subir sobre los tallos, llegar a las hojas y convertirse en sol de primavera”, explicó el cantautor.

 

“El ciclo nuevo comienza ahora, sobre todo para lo natural: los hombres, las gentes, somos parte de ese ciclo. Eso es lo que nos abuelos nos han dejado”.

 

Sus abuelos se criaron en el Río Percy, levantándose a las 4 de la mañana para ir al arroyo a lavarse, como parte del comienzo de la ceremonia. Cada persona hace su propio ciclo, donde lavarse significa renovarse. Luego, se realiza una ceremonia colectiva.

 

El más antiguo de sus ancestros fue asesinado en la frontera entre Chile y Argentina, donde había disputas territoriales: buscando nuevos horizontes, realizaban eternas caminatas desde la zona sur de Chile, desde Valdivia, hacia el territorio nacional. Hoy, quedan familiares en ambos países, que se comunican a través de Internet.

 

“Los que nacimos y crecimos en urbanidad tenemos como dos conocimientos espirituales”.

 

En su crianza, estuvo presente el catolicismo. Aunque no se identifica como católico, cuenta, risueño, que le gustaba ir a la iglesia porque allí tocaban la guitarra. “Yo toco la guitarra desde los cinco años”, explicó. Para él, las creencias no colisionan, sino que los choques entre culturas son algo intrínseco del hombre. “Lo verdadero no colisiona. Creo que el hombre lo hace colisionar. Creo que la esencia, si está bien palpada, las realidades, las verdades estas, no colisionan. Todo confluye en el bien, y se termina en el bien y el mal, en definitiva”.

 

Para los mapuches, hay un más allá, pero se trata más de una transformación, un viaje que se continúa. “Somos tehuelches mapuches, somos mestizos en sangre”, cuenta. Su música, de la que vive, fue naciendo de sus padres, sus abuelos y lo que se fue encontrando a lo largo de la vida.

 

“Los que nos dedicamos al arte no somos tan cotidianos, tan normales: por ahí trabajamos en otras horas, en otro momento; nos inspiramos y nos conmueven otras cosas”.

 

En el tren, donde toca sus canciones regularmente, le preguntan de dónde proviene y él responde de buena manera, nunca habiendo tenido una pelea. “Yo no confronto con el arte, porque el arte es para comunicar, unir”, explica. Pese a esto, tuvo algunas malas experiencias, en especial, cuando cumplió con el servicio militar, en la época de Malvinas. En ese entonces, estuvo encuartelado en Río Mayo, cuidando la frontera con Chile, donde tuvo una mala experiencia, ya que le pusieron un sable al cuello para matarlo.

 

Actualmente, se identifica con su comunidad y no necesariamente se siente argentino. Sin embargo, cuando era niño, dibujaba los mapas en celeste y blanco, y tampoco reniega del país donde vive.

 

“Yo voy a lo profundo de mi corazón y a mí me duele, muchas veces, no sentirme parte de esto, de la argentinidad. Porque mientras más uno aprende de lo que hemos sido, de lo que son los abuelos, y la historia que nos envuelve, es difícil: es muy difícil”.

 

En su visión del mundo y su sentir como persona, continúa aprendiendo y ya no se siente atado por su nacionalidad, su educación formal o lo partidario.

 

“Cuando uno ve la cosmovisión mapuche, uno va aprendiendo la espiritualidad antigua y demás, todo eso es como que está más abajo, porque lo nuestro es gigante. Y a mí me falta mucho para aprender todavía”.

 

La música, de la que vive hace 30 años, es protagonista en su vida. Él lleva sus recuerdos y lo que ocurrió en su infancia a todas sus canciones.

 

“Trato de ser un niño cuando hago mis canciones. Ahí me siento cómodo, me siento bien, porque ahí, en esa pureza, yo puedo trabajar, puedo pintar, puedo dibujar, con la palabra y la música”.

 

Aunque el pasado es parte importante de su vida, también aprovecha las nuevas herramientas, para compartir su música en estas épocas de distanciamiento y continuar trabajando. En su página web, www.eduardopaillacan.com.ar, se pueden encontrar sus discos, que también presenta por streaming. Allí, se arma una especie de “gorra” virtual donde se puede donar dinero mediante un botón.

 

Escuchá un poco de su música y no te pierdas esta nueva edición de Firma y Aclaración.

 

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