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23 de Octubre de 2021
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Rocío Paleari

Charly García, lo más grande que hay

¿Cómo empezar a escribir cuándo tenés que escribir sobre Charly García?

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¿Cómo empezar a escribir cuándo tenés que escribir sobre Charly García? Me resulta prácticamente imposible hacerle frente a la hoja en blanco. Pocas veces en mi vida me pasó, pero es cierto. No puedo ser objetiva cuando tengo que escribir sobre un artista que hace años me tiene flasheada.

 

Pienso en la primera vez que escuché su nombre. Era pequeña, estaría en segundo o tercer grado de la escuela primaria. Mi mamá cocinaba la cena con el noticiero de fondo.

 

— ¡No puede ser! — dijo.

 

Automáticamente subió el volumen de la televisión. Un tal Charly García había saltado del techo de un edificio a una pileta.

 

— No se mató de pedo

 

Al ver la pantalla, un hombre volaba desde una terraza. Me pareció un superhéroe. Todos los veranos cuando visitaba a mis abuelos insistía con que me dejaran saltar de la ventana del segundo piso a la pileta del patio.

 

— Ni se te ocurra — sentenció mi mamá con su dedo acusador, antes de que llegara a emitir palabra.

 

Pasarían algunos años antes de que volviera a escuchar ese nombre que siempre se pronuncia con un dejo de admiración. Todavía no terminaba la primaria, habíamos ido a acampar a la isla pavón pasabamos la tarde a orillas del Río Santa Cruz. Se escucha una canción que no recuerdo muy bien, pero el estribillo decía y rasguñaaa las piedras. Mi tía empieza a cantar y mi mamá la sigue. Yo pienso que están muy locas.

 

—Es Charly, esto cantábamos cuando éramos jóvenes —dicen, tratando de explicar que no están locas. Y entonces, me pareció que estaban más locas de lo que había pensado.

 

Con el tiempo aprendería que si mamá tenía un mal día, lo mejor era poner alguna canción del señor de bigote con dos colores. No importaba si estaba triste, cansada, o enojada… mi mamá no podía resistirse a cantar necesito alguien que me emparche un poco

 

El verdadero trip en el bocho llegaría al comenzar la secundaria. En un campamento, un compañero canchereaba tocando en la guitarra las canciones rockeras que le enseñaban sus hermanos más grandes. Hubo un tiempo que fue hermoso y fui libre de verdad, guardaba todos mis sueños en castillos de cristal, poco a poco fuí creciendo, y mis fábulas de amor, se fueron desvaneciendo, como pompas de jabón, te encontraré una mañana, dentro de mi habitación, y prepararás la cama para dos… Por supuesto, ese fue su momento de rockstar, todas las chicas del curso flashamos amor. Hasta que se quiso hacer el interesante.

 

—Esta canción no habla del amor, habla de la muerte…

 

Al volver a mi casa, después de acampar, lo primero que hice fue descargar Canción para mi muerte en el Ares. Sentada en la computadora, con los codos apoyados en el escritorio, y las manos sosteniendo mi cabeza entendí lo que significa que te partan la cabeza. Y desde ese momento no pude parar. Me descargué todas las canciones que pude piratear con el Ares: Seminare, Confesiones de Invierno, Nos siguen pegando abajo, Quizás Por Qué, Fantasma de Canterville, y la lista sigue. Y no, no puedo escribir sobre Charly García, porque Charly es lo más grande que hay.

 

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