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31 de Octubre de 2021
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Rocío Paleari

El terror está en nosotras

¿Por qué mis lecturas favoritas son cada vez más terroríficas? ¿Será por qué las mujeres que escriben se están apropiando del terror como género? ¿O el terror ya estaba en nosotras?

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De chica, lo peor que me podía pasar era ir a un pijamada y que viéramos películas de terror. Nunca me gustó ver a personas asesinándose porque si, sangre volando sin sentido, o espíritus medio fantoches que muchas veces más que asustar causaban risa. En otras palabras, y pidiendo disculpas a los amantes del género, el terror nunca fue lo mio. Hasta que empecé el secundario.

 

 

Cuando empecé el secundario me hicieron leer Socorro y otros cuentos. La tapa de esa edición de mil años atrás tenía la cara de un Frankenstein, arrugado, con dos tornillos a los costados y la piel azulada. En una época donde los filtros no eran moneda corriente, eso era bastante impresionante.

 

 

El primer cuento que recuerdo de esa antología es La del 11 J. Me acuerdo que la posibilidad de una mujer tan malvada, que su espíritu perduraba en ese departamento, me puso la piel de gallina. Tal vez no fue la trama lo que me impresionó, lo que sí me puso la piel de gallina fue cómo lo contaron. Elsa Bornemann, una autora supuestamente infantil y juvenil, no subestimaba a su público. No por escribir para chicos, escribía sin sentido, o simplificando algo que no es tan simple.

 

 

Pasaron unos cuantos años hasta que me volví a encontrar con el género. Un compañero de un taller de escritura me prestó “Pájaros en la boca y otros cuentos”. Y de alguna manera, esa antología de cuentos escrita por Samantha Scheweblin reflotaría lo que Elsa Bonnerman había plantado en mí. Esos cuentos escritos por Schweblin, de repente, tenían alguna forma medio conocida. Se parecían bastante a los cuentos de los autores del Boom Latinoamericano. Hay algo en eso de tomar lo cotidiano en transformarlo en otra cosa. Pero, en lugar de convertirlo en una realidad mágica, ella en sus cuentos lo convierte en un realismo terrorífico.

 

 

No soy crítica literaria, sólo una gran lectora, devoradora serial de libros. No pretendo hacer crítica con esta nota… simplemente usar la excusa de Halloween para hacerles un lugar a Elsa Bornemann y Samantha Schweblin. Las recomiendo, no porque pueda afirmar que su literatura tiene una técnica impecable, sino, porque al leerlas ambas lograron que me cagara de miedo.

 

 

Algunos dicen que el terror es el género de moda. Es cierto, hay muchos escribiendo cosas terroríficas y creo que últimamente hay varias mujeres que se destacan en eso. Y no sé si es moda o es que el terror está entre nosotras.

 

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