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10 de Abril de 2021
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Niyul Huitram, el kiosco de la plazoleta

Desde los años 60 hasta el año 1986, este kiosco esquelense era uno de los más concurridos por su lugar estratégico. Tenía desde permisos de pesca hasta hilos para coser, todo lo que te imagines. En sus inicios abrió con Inés Braese, siguiendo por Héctor Etchart y en los últimos años Darío Bujer y Betty Crettón.

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Por Donato del Blanco

 

Inés Braese fue la pionera del kiosco, que se originó en octubre de 1966. Volvió de Europa y cuando llegó su hermano Eloy le preguntó: ¿Qué vas a hacer?.

 

En esos momentos le comentó que se podría poner un kiosco. Inés recuerda con exactitud las palabras que le dijo:

 

"Conozco un lugar que Said Bestene tiene..."

 

 

¿Cómo empezaste a trabajar en el Kiosco?

 

Empecé de a poco pero había que llenarlo. Bestene fue muy bueno conmigo, no me apuró con el alquiler y habían dos mayoristas: Harichabalet y Aníbal Igarzabal.

 

Me dieron toda la mercadería dulce, todo lo que era chocolates y caramelos, fueron muy generosos conmigo.

 

Además se vendían muchísimos cigarrillos, la parte de librería se la compraba a "Ayats". Al principio me compré una bicicleta e iba para todos lados, llevaba todos los diarios por ese medio.

 

"Como era un lugar tan puntual para que la gente se mueva, por la estación de servicio que tenía Bestene, había muchísimo movimiento"

 

 

Era una época de un gran movimiento comercial en Esquel, había mucha plata.

 

Mi hermano con su ayuda y con su aporte me dijo: Tendrás que poner cosas de urgencia también: Yerba, Café, azúcar...

 

Así nos fuimos llenando. Al principio estaba sola, y mi hermana Fátima trabajaba en la hostería, hasta el año 1971 que se sumó conmigo.

 

¿Por qué ese nombre?

 

El nombre "Niyul Huitram" significaba "guía del forastero". Pero en algún momento, un señor llamado Basilio Nahuelquir me dijo: ¿Por qué le puso ese nombre al Kiosco?, y le respondí el significado y que nuestra intención era informar a la gente que llegaba. Me dijo que en realidad la traducción correcta es "para los que vienen de afuera".

 

Me encantó. Don Basilio Nahuelquir, una gran persona.

 

Clientes

 

Me acuerdo de un cónsul de Chile. Se paraba en su auto en la ventanilla del Kiosco, le dije que no se podía estacionar. Y el me respondió: No estoy estacionado, estoy detenido...

 

Venía a buscar el diario y se iba.

 

"Con la muchachada del ejército hice mucha amistad, incluso iban a tomar mates cuando estaban de franco"

 

 

Me encargaban los diarios, los recibía y los anotaba con nombre. Un día empezaron a quedar los diarios de uno de ellos...

 

Yo digo, qué raro, pero igual se los voy a seguir guardando. Cuando volvió, le dije que tiene todos sus diarios acá guardados. Y me dijo: ¡Yo le dije al solado que suspenda! 

 

Le respondí que no me dijo nada el soldado, por lo que me debe los diarios.

 

"Pasaron unos días y puse una lista en la ventanilla de todos los deudores del kiosco, para que se acuerden..."

 

 

Un día lo veo que viene llegando y escondí la lista. Apenas llegó me dijo: Me dijeron que estaba en la lista de morosos...

 

Mi respuesta fue inmediata. Si señor, usted es moroso. Se enojó, pero le dije que "yo tengo la razón pero usted tiene la espada".

 

"No me asustaba, era muy directa, no lo pensaba"

 

 

 

Amistades

 

Con los soldados teníamos mucho vínculo. Recuerdo que los Domingos salían, y en ese tiempo estaban muy descuidados.

 

"Uno de ellos una vez llegó todo empapado, lo hicimos entrar, le dimos ropa seca de un familiar y le dimos de comer. Estaba muy agradecido"

 

 

También cuidé a un chico que pedía comida en la calle. La ventanita tenía un mostrador, y también se podía entrar, tenía un mostrador donde estaban todas las revistas.

 

Cuando llegó le dije: ¿Vos no estás yendo a la escuela?

 

"Enseguida me ofrecí a darle clases. Tenía una mesita y una máquina de escribir, y ahí le enseñé cuentas y algo de letras"

 

 

Estuvo meses hasta que un día dejó de venir. Al tiempo, lo encontré afuera de la ventanilla con el brazo adentro para robar unas golosinas...

 

A los años me lo encontré y me dijo: ¿Se acuerda de mi? y le respondí que sí pero que me acordé que me quiso robar... 

 

Amigos me hice muchos también de la estación de servicio, me acuerdo de Expósito.

 

Días de frio...

 

Mi hermano Eloy me puso una salamandra, agua corriente desde el caño de la plazoleta y me puso una bacha. Las nevadas en ese momento eran impresionantes, pero ese kiosco era como mi casa.

 

Épocas distintas

 

El movimiento nocturno en Esquel era mejor que ningún lado. Uno podía elegir donde ir...

 

"Recorríamos todo. A veces salía y pasaba de largo para trabajar en el Kiosco"

 

 

Salía de bailar a las doce de la noche, y a las siete de la mañana volvía a trabajar.

 

"Una vez recuerdo que dormí quince minutos en una alfombrita acostada en el kiosco... ¡Pero a esa edad podía hacerlo!"

 

 

Horarios

 

Cerraba solamente en navidad, año nuevo y viernes santo.

 

Abría de siete de la mañana hasta las once de la noche. Comía ahí y me cruzaba a los baños de la estación de servicio.

 

"Cuando todos se iban al lago, yo charlaba todo el día con los nafteros"

 

 

El kiosco lo vendió a Mass, en el año 1974. Dejando atrás una historia, pero comenzando otros proyectos y trabajos, como la chocolatería.

 

Héctor Etchart trabajó en el quiosco dos años, pero de las tantas anécdotas, tiene una particular y recuerda el lugar con mucha nostalgia. 

 

¿Cuándo comenzaste a trabajar en el Kiosco?

 

"Empecé en el año 1976. El intendente que estaba de turno, en la época militar, era Juan Manuel Baena.

 

Estuve dos años, hasta el 78. Me lo pidieron para demolerlo pero luego comenzó a trabajar Darío Bujer.

 

El problema es que para manejar, al doblar quitaba visibilidad. 

 

"Era una cosa coherente. si vos venias del centro de la ciudad, no veías a tu derecha. Estaba el impedimento, de todas maneras si existiera un semáforo, el kiosco no molestaba"

 

 

Anécdotas

 

Involucra un contexto de la ciudad complicado, cuando el regimiento de Esquel se fue a Chile por un conflicto que tenían.

 

En ese momento solíamos hacer chistes, entre nosotros, los conocidos.

 

En ese entonces yo estaba en el quiosco y ya habían estado convocando gente para llevar hacia el conflicto para ir a la frontera. Huguito Rodríguez era mayor que yo, estaba trabajando en la YPF, al frente del Kiosco, en la playa despachando combustible.

 

 


En esos momentos, llegaban algunos telegramas. Fue así que llegó uno para "Huguito".

 

Me tocan la ventana y me dicen "Héctor, llego un telegrama para Huguito. Era un papelito que venia con otro papelito adentro pegado, que era lo que mandaban a preguntar.

 

Lo agarro y eran los padres de Hugo, quienes me preguntaban donde estaba.

 

Me lo llevo a mi casa al telegrama, agarro la maquina de escribir y escribo el nombre del regimiento y la clase de Huguito,  agarro la tirita, la pego y espero hasta el otro día, cuando llegue al ACA.

 

Venía caminando por donde estaba la terminal antes....

 

 

 

La terminal en aquellos años

 



Yo ya me estaba riendo, porque al kiosco venían a traer los diarios del cuartel, venia un teniente primero, habían unos muchos amigos

 

Le di el telegrama a los chicos que trabajaban con él para que se lo den. Llega Huguito y pegó dos saltos, llegó a mi quiosco y dijo: 

 

¡A QUÉ CLASE ESTÁN LLAMANDO! SI SOY MÁS CHICO... ¿Cómo me convocaron a mi?

 

 

Se tomó un taxi y se fue al regimiento.  Pero antes dijo: NO SERÁ UNA JODA...

 

Cuando se fue, me tuve que bancar haber armado una joda...

 

Cuando volvió ya estaba sospechando, mientras yo me hacía el distraído.

 

Llegó y me dijo que el que lo atendió le tomó los datos , y cuando le preguntó dónde trabajaba, el gendarme se dio cuenta que era un chiste porque solíamos hacer ese tipo de cosas, inmediatamente pensó "Esta es cosa del gordo..." y lo dejó ir.

 

Con el vuelo de aerolíneas llegaba el diario al quiosco, por la tarde. Vino Huguito a buscarlo y me dice: SOS UN TURRO, LA QUE TE MANDASTE... Me salvé de hacer la colimba (antes el servicio militar era obligatorio). 

 

Cuando le doy el telegrama verdadero, salió a los gritos diciendo: BASTA DE JODAS.

 

"El quiosco, además de tener de todo, también provocaba un sentimiento y vínculo muy familiar con las personas de los negocios aledaños, desde la estación de servicio hasta la gomería que se encontraba cerca"

 


Darío Bujer y Betty Crettón trabajaron juntos muchos años, hasta la última etapa del quiosco, en su demolición.

 

"Nosotros adoptamos el nombre que ya venía históricamente, desde que lo inició Fátima e Inés Carlota Braese. Fueron muy pioneras"

 

 

¿Mucha gente iba al kiosco?

 

El kiosco era el informante en esa época de los turistas que llegaban, y a su vez era un comercio. 

 

Cuando lo agarramos nosotros, fue en el año 1978, hasta su demolición por parte de la municipalidad de Esquel".

 

¿Por qué motivo lo demolieron?

 

"Por la ubicación, el tráfico ameritaba un cierto cuidado. En los últimos años habían muchos accidentes y a veces chocaban contra el kiosco, especialmente los fines de semana, algunos doblaban muy abierto y se chocaban contra el lugar"

 

Calles

 

El quiosco estaba ubicado en la Avenida Fontana, para ese entonces se tomaba la calle Rivadavia, donde estaba el boliche "Kapañuma", doblaban un poco abierto y agarraban el cordón o el quiosco (seguro iban medio alcoholizados porque los choques eran más que nada los fines de semana).

 

 

 

"De todas maneras nunca se le salió una piedra laja que tenía de revestimiento, estaba preparado para cualquier golpe"

 

 

La importancia del lugar

 

"Para nosotros, con mi esposa (Betty Crettón), fue muy importante.

 

Yo era empleado de un banco que en esa época quebró. Nos presentamos en la licitación que sacó la municipalidad, la ganamos y tuvimos una entrada que necesitábamos en ese momento.

 

Siempre tuve la idea de ser independiente, no me acuerdo de los montos pero a mi me entusiasmó mucho el día que abrimos porque el primer día hice 10$, y consideré que era muy buena venta. Al otro día, hice casi 50$; había quintuplicado la venta.

 

"Abrí los ojos y dije, este es el negocio para mi"

 

 

Crecimiento y personas solidarias

 

Cada día, cada semana, las ventas y los clientes iban creciendo.

 

Con 0$ inicio el capital que tengo hoy, en ese lugar.

 

Nosotros armamos las estanterías, nos regaló las tablas Aníbal Simonetta, que tenía un aserradero frente al ejército. Nos quería mucho, tal es así que fuimos concejales juntos en la ciudad y siempre estuve agradecido con él.

 

"Cuando arrancamos, tuvimos una mano amiga que nos dijo: "agarra las tablas y búscalas, todo lo que necesites"

 

 

Si bien era osco para tratar a la gente, tenía un corazón gigante que es difícil de conseguir. Para nosotros Aníbal, aún hoy, fue muy importante.

 

¿Tenías idea de lo que era manejar un quiosco?

 

No, para nada. En mi inicio me ayudó  Carlos Héctor y Emilce Malizia.

 

Nosotros no teníamos mucho dinero, y me acuerdo que me dijo:

 

"De la plata que tenés, lo más importante es que compres los cigarrillos", por el resto de la plata no te preocupes,  "yo te voy a armar un surtidito: galletitas, titas, chupetines, chicles Bazooka...".

 

"Me ayudaron muchísimo para arrancar, fueron mi impulso"

 

 

Héctor Carlos Malizia también recuerda esos momentos. Con gran alegría me habló sobre la ayuda que le dieron al kiosco de Darío y Betty:

 

"En un tiempo dirigía el Seleccionado de básquet de Esquel y convoqué a Darío, quién era jugador del Colegio Salesiano. Trabajaba por entonces en el Banco Patagónico. Cuando se fue a "pique" Bestene Hnos. con la Ford arrastró al banco.

 

Darío quedó en la nada. Consiguió que le alquilen un local en la Plazoleta, justo en la esquina. Bien amplio. Nosotros teníamos negocio mayorista de cigarrillos, golosinas, almacén y le montamos el negocio...

 

"El Dari" se portó, cumplió, siempre pagaba y sacaba más y más hasta que un día se mudó a dónde está ahora y luego obtuvo la lotería, cambiando de rubro".

 

 

Extensas horas de trabajo...

 

"Teníamos largas horas de atención. Abríamos a la siete de la mañana, a veces antes, y cerrábamos a las doce o una de la mañana, todos los días del año.

 

"Hicimos un sacrificio muy grande. Tener un kiosco amerita que el horario sea extenso y que el surtido sea amplio"

 

 

¿Qué podías encontrar en el quiosco?

 

Desde cucharita para pescar, permisos de pesca, agujas para coser, cuerdas para guitarras, artículos de farmacia, todo.

 

"Cuando se permitía vender balas, también teníamos. Lo que quiera un cliente, lo conseguía en el kiosco"

 

 

A pesar de que el espacio no era muy grande, teníamos siempre una canastita de agujas colgada, el hilo de coser guardado, libros para leer.

 

De los libros que más se buscaban, eran los de "Corín Tellado", y los de "Cowboy". Además vendíamos mucha revista y diarios.

 

Época de la represa...

 

Sí, agarramos justo esa época, fue un boom comercial, había una gran llegada de gente.

 

"¡Vendíamos por fin de semana, tres cajones de cigarrillos! Nunca se superó esa marca creo yo"

 

 

Nos beneficiaba tener la estación de servicio al frente, donde ahora está Distribuidora Martín.

 

 

 

Bestene S.A , al frente, el famoso quiosco en sus primeros años.

 

 

En ese lugar cargaban una tanda de micros, y al chofer le encargaban desde Rio Pico o Rio Senguer, cartones de jockey club, tres kilos de tabaco, lo que precisaban. Yo se lo preparaba a los choferes y me pagaban.

 

"En esa época se usaba mucho eso de la "gauchada", del chofer con sus pasajeros, pobladores de distintas localidades"

 

 

La gente de la obra de la represa también venía y todo el mundo se llevaba dos cartones de cigarrillos, teníamos que tener un stock tremendo.

 

"Gracias a eso, nos permitía pagar muchas cosas porque la venta masiva del pucho dejaba mucho dinero"

 

 

Valga la aclaración, en ese momento las propagandas del cigarrillo lo tomaban como una "canchereada". Fumar era estar en la onda.

 

Clientes

 

Me hice muchos amigos, y también clientes con los que todavía tengo el afecto.

 

Los playeros de Bestene vivían tomando conmigo unos mates temprano, y llegaba Don Said que era el encargado y los sacaba de una, pero siempre estaban atentos de que pare un auto y salían corriendo.

 

"Fui testigo de las largas colas del kerosene"

 

 

La gente se calefaccionaba con eso, y llegaba el camión y todo el mundo iba a hacer fila con sus latas grandes o sus recipientes. El frio de aquella época era bravo, era cruel.

 

 

 

Grandes nevadas

 

 

"Hoy veo las colas de los bancos, pero antes eran las filas para calmar el frio"

 

 

¿Qué significaba el nombre "Niyul Huitram?

 

Guía del forastero significaba, en esa zona informaban sobre el turismo.

 

Llegaban una tonelada de mochileros desde la terminal, que antes estaba donde ahora se ubica el Centro Cultural Melipal.

 

 

 

¿Qué era lo que más se llevaban los turistas?

 

Las postales eran lo que más se llevaban, vendíamos MILES.

 

Había un mural muy emblemático que vendimos también miles, era una foto a color de la ciudad de Esquel nevada.

 

"Vendimos también una gran cantidad de ceniceros de la provincia del Chubut. Los hacía el gallego Manolo, que todavía sigue haciendo artesanías. Un vecino muy trabajador, que hacía muchas artesanías pero su emblema era el cenicero de la provincia del Chubut"

 

Los ceniceros no nos alcanzaban por las impresionantes ventas.

 

Ampliación

 

Cuando nos ampliamos un poco más, empezamos a traer juguetes, perfumería... Teníamos un depósito en nuestra casa, y poníamos tres espumas de afeitar en una hilera, y cuando nos quedábamos sin stock íbamos agregando.

 

En aquel momento no habían celulares, entonces la agenda nuestra era una libretita.

 

"Si venía alguien y pedía algo insólito, lo anotábamos y lo conseguíamos. En la próxima visita, ya lo teníamos"

 

 

En un kiosco, es clave tener una agenda para ver qué es lo que te falta, no te tiene que faltar nada. En aquella época si un cliente en la segunda o la tercera no tenías lo que pedía , lo perdíamos.

 

"Éramos fanáticos de cuidar a la gente"

 

 

Cuando comenzaron las importaciones, nos ofrecieron tabaco y teníamos un amplio stock. Siempre crecimos, nunca fuimos para atrás.

 

¿Qué otros quioscos habían en esa época?

 

Habrían diez quioscos en la ciudad en ese momento, Fasulo tenía uno frente a la cervecería blest, un bungalito, estaba el de Nona Callegaro, había otro frente del Todo, muy conocido, ahí me dijeron que se había iniciado Huguito Saulo, MarMau, Stop, Pinocho, el de Chocho Morán, muchos...

 

"Todos trabajaban muy bien"

 

 

¿Te acordás de algún cliente particular?

 

Una gran cantidad...

 

De los hermanos Criado, recuerdo que charlaban mucho, hablábamos de lo rural, del precio de la lana...

 

"Todos los días buscaban la pila para la radio, tabaco"

 

 

Recuerdo mucho al Doctor Ventura, era un gran cliente, una gran persona. Parecía un tipo osco, pero era un pan casero. De esa época tengo muchos clientes que me enseñaron tanto...

 

Te marcan. Me enseñaron muchas cosas y recibí varios consejos.

 

Otras personas que me marcaron fueron Arrondo y González, eran distribuidores de carne. Eran clientes del quiosco, me decían: "Darío quédese con la esquina (donde tengo la quiniela ahora), no se haga problema"

 

"La confianza de la gente en esa época era impresionante"

 

 

Mientras tenía el quiosco licitamos una agencia de lotería, que la ganamos y hasta el día de hoy la mantenemos.

 

¿Cuándo cerraron?

 

En el año 85 u 86... Se nos venció el contrato con la municipalidad y nos anticiparon que no lo iban a renovar porque lo demolían.

 

Luego me fui a la esquina, amplié el quiosco e hice un local grande, comenzamos a trabajar todo lo escolar.

 

 

 

Empezamos a tener muchos empleados, llegaron al país las fotocopiadoras de última generación y hacíamos copias.

 

"La mayoría de las instituciones públicas confiaban en nosotros y nos dejaban los expedientes, libros para fotocopiar, hasta cualquier hora"

 

 

El sacrificio de tener un kiosco

 

Teníamos todos los días abiertos, y esos días correspondían a fechas importantes, un 25 de diciembre, un 1 de enero; Todos iban al lago a pescar, y nosotros nos quedábamos trabajando

 

"Fue un sacrificio que yo hoy tal vez no lo haría si me pongo a pensar"

 

 

Fuera de todo, conocí mucha gente, me divertí y conservo hasta el día de hoy a todas esas personas.

 

"Agradezco a aquellas personas que iban a comprar, creo que les brindamos un muy buen servicio. Crecí gracias a ellos"

 

 

Agradecimientos a Inés Braese, Héctor Etchart, Darío Bujer y Betty Crettón por las entrevistas y las fotos, además de contarme la historia de un lugar muy importante para todos ellos.

 

 

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