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26 de Septiembre de 2021
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Flor Romero, de superar una ceguera por cáncer hasta las participaciones Olímpicas

En exclusiva con Red43, la deportista que tiene récord argentino y panamericano nos cuenta de sus inicios en Esquel, el deporte, su problema de visión, los logros obtenidos y hasta las camas de cartón de los Juegos Olímpicos de Tokio.

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Por Karim Ch. Camba

 

Un DNI puede decir algo. El suyo, dice que nació en Buenos Aires, pero Florencia Romero es de Esquel.

 

Jueves por la tarde, día nublado pero lindo. Nos encontramos en el Estadio Municipal de Esquel, pero el viento que se levanta nos obliga a cambiar el escenario. Y claro, tenía que ser con los anillos olímpicos.

 

Sentados, Florencia cuenta su vida. Su llegada a la ciudad de Esquel, cómo comenzó con el deporte. Un problema de visión por un cáncer infantil, pero que poco le costó adaptarse. Por supuesto, hablamos de los logros. Récords. Participaciones olímpicas y los próximos objetivos.

 

 

 

¿Dónde naciste y cuándo llegaste a Esquel?

 

Nací en Buenos Aires y por el trabajo de mi papá me fui mudando. Pasé por Marcos Paz, La Pampa, Neuquén y llegué a Esquel a los 8 años. Desde los 8 hasta los 18 viví acá y por eso siempre digo que soy de Esquel, porque fue la primera vez que viví en un lugar tanto tiempo. Acá fue donde más tiempo me quedé, me egresé y pasé por un montón de lugar.

 

Recuerdo que en el Salesiano ibas con tus compañeros y no a algún curso especial...

 

Fue algo totalmente normal. No recuerdo que hayan hecho diferencias. Por ahí cosas normales de la adolescencia, pero era una más. No me trataban distinto. Yo me manejaba con el braille, en ese momento no estaba muy latente la tecnología. Lo transcribían en evaluaciones y trabajos prácticos. Hacía exactamente lo mismo que mis compañeros, no había ningún tipo de diferencia.

 

¿Cómo fue el comienzo de tu problema y la adaptación?

 

Dejé de ver a los 8 años a causa de un cáncer infantil. En realidad, no me di cuenta. En un momento pedí que me enseñen braille, no sé por qué. Quizás sentía que no veía y me empezaron a enseñar. Tres meses después fue la operación final y quedé ciega. Yo ya sabía braille y me sabía manejar. El tema era acostumbrarse a cosas de la vida cotidiana. Yo salí de la operación y 20 días después estaba esquiando. Por ahí, los que se tuvieron que acostumbrar fueron mi familia”.

 

Al principio fue complicado porque yo acá no me manejaba sola. Ahora que vuelvo, digo qué fácil que es. Me fueron enseñando mis mismos compañeros, me fui mandando y ahora, no te digo que es fácil, pero me encanta manejarme sola en colectivo, ir por la calle y hacer lo que necesito y lo que quiero. Te da una autonomía hermosa. Me parece lo más lindo. Después ayudar a otro a manejarse está buenísimo también.

 

¿Cómo está Esquel en cuanto a la accesibilidad?

 

Es complicado. En Buenos Aires me acostumbré a que todas las rampas tengas puntitos amarillos que te avisan dónde están o guías en el suelo. Siempre pienso en accesibilidad no para mí, sino para otras personas. En este caso, para sillas de ruedas, Esquel es un desastre. Pero no solo silla de ruedas, puede ser un cochecito de bebé, cualquier cosa y no está tan preparado. No hay guías en el piso, los autos se estacionan en las rampas. Hay un montón de cosas que habría que educar al a sociedad y la infraestructura también cuenta.

 

¿Qué significa el deporte para vos?

 

El deporte es mi vida. Vivo para hacer deporte y hago deporte para vivir. Gracias al deporte vivo. Por los logros cobro, por los resultados viajo, por los viajes conozco amigos. Es lo más lindo que pude conocer.

 

 

 

¿Se puede vivir del deporte?

 

Cuando llegás a cierto nivel es posible vivir del deporte. No para darse muchos lujos, pero es posible. Hay que mantener los logros, las medallas, no hay que bajar el nivel. Pero siempre hay que tener un plan B.

 

¿Cómo empezaste?

 

Empecé en el 2010 para los Juegos Evita. Yo iba para natación y me dijeron que había que hacer atletismo. Para mí era correr, saltar y veníamos bien hasta que me pusieron una bala y dije qué es esto. Desde 2010 hago bala y en 2012 me mostraron lo que era un disco. Desde 2014 lanzo disco y bala solamente.

 

 

 

¿Cuándo llegaste a Buenos Aires y cómo está el CENARD?

 

En el 2014 me fui a Buenos Aires. Terminé el colegio en el 2013 y en 2014 me fui a estudiar allá. Querían que vaya en 2013 y terminar el colegio allá, pero por suerte la terminé en el Salesiano y no en otro lado.

 

El CENARD es lo más lejos que un atleta argentino puede llegar en Argentina. Volviendo acá, viendo el gimnasio, la residencia y la pista no tenemos nada que envidiar, para nada.

 

¿En qué momento te diste cuenta de los logros que estabas haciendo?

 

Es muy loco, porque lo veía por el reconocimiento. Que me conozcan en otros países. Hasta 2011 o 12 iba a los juegos nacionales y más o menos me conocían. Desde 2015 que empecé a salir y en 2016 o en primer mundial me crucé a una rival y sin decirle nada me reconoció. Ahí me di cuenta el nivel en el que estaba. Mientras uno entrena, el mundo ve lo que estás haciendo. Ahí dimensionás un poco dónde estás. Para mí, siempre era competir, sea un nacional, patagónico, panamericano. Las ganas de ganar estaban en cualquier. Me pasó de escalar muy rápido y no tiene comparación con nada.

 

¿Cuáles son tus récords actuales?

 

Tengo récord panamericano en lanzamiento de bala y el record argentino en lanzamiento de disco. Me gusta dependiendo el que salga mejor en ese momento. Me gustan los dos al mismo nivel.

 

 

 

¿Qué diferencias encontraste entre los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016 y estos últimos en Tokio?

 

Río fue más una fiesta porque no fue en pandemia y el brasilero es más fiestero. Había público, el espíritu era otro, que no quita que en Tokio no haya estado el espíritu competitivo. Rio fue en sueño y lo viví durante 19 días. Tokio fue una realidad en la que estaba enfocada, confiada, competitiva, pero son experiencias totalmente hermosas y lo más alto del mundo. Cada uno tiene lo suyo. Tokio esperaba cosas más tecnológicas, pero nada que ver. Esperábamos cosas “guau”, pero fue normal. Fue un Juego Olímpico espectacular, pero le faltó la emoción del público. Fue algo raro, pero lindo.

 

¿Es verdad que las camas de Tokio eran de cartón?

 

Es verdad. O eran de cajas de zapatos las camas y los colchones de poliéster. Yo me acostaba y dormía, pero era patear la cama y que se te desarme, un par de cajas se me desarmaron. O pateaba un poquito las paredes y se desarmaban. En ese sentido, son muy inteligentes los japoneses. No sé cómo hicieron para que no se caiga todo eso abajo.

 

 

 

¿Qué carrera estás estudiando?

 

Estudio profesorado de educación especial, pero no tiene nada que ver con lo deportivo. A lo largo de mi vida vi ciegos o disminuidos visuales muy dependientes de otras personas y fue como que no me gustaba, que otra persona sea dependiente. Que sean autónomos, independientes, que hagan su vida, que salgan a la vereda y si se chocan un palo se lo vuelvan a chocar. Que salgan y hagan su vida. Por eso empecé. Quiero trabajar con eso y con la sordoceguera y multidiscapacidad.

 

¿Se equiparó la situación con el "deporte convencional" o continúa cierta exclusión?

 

Los que nos pagan las becas y el ENARD nos equipara totalmente con los convencionales, no hacen diferencias. Yo tengo la suerte de que Chubut Deportes y la Municipalidad de Esquel me apoya. Más es el tema con los sponsors. Un atleta convencional siendo campeón nacional tiene marcas muy importantes y nosotros no. Nosotros somos medallistas panamericanos, pero por ser discapacitados no lo tenemos. Está más en el apoyo de la sociedad, que sigue viendo la discapacidad con la mirada de la lástima y el estigma que nos ponen, no sé por qué.

 

De a poco está mejorando. A partir de los últimos juegos, se vio el deporte adaptado más competitivo. Me parece que Tokio fue un quiebre y está bueno que mucha más gente nos pudo ver y puedan animarse.

 

Además de a vos y tu esfuerzo, ¿A quiénes le agradecés el acompañamiento y los logros deportivos?

 

A mi familia. Mi papá, mi mamá y mi hermana son mis tres pilares fundamentales para todo en la vida. A mis entrenadores de Esquel, Yanina y Pablo. Los que me acompañaban al CENARD las primeras veces, en todos los campeonatos, sean donde sea. A mis entrenadores de hoy y a mis amigos. Todos los que se me cruzaron en el camino son parte de lo que soy hoy y que voy a seguir siendo.

 

¿Por qué Argentina está tan lejos de los demás países en los medalleros?

 

Argentina tiene un espíritu humano enorme, unos entrenadores de oro. En instalaciones, no es nada que ver con el resto del mundo. De hecho, el gimnasio de Esquel está mejor que el del CENARD. No sabemos por qué. SÍ faltan muchos chicos con discapacidad que se animen. Somos un país grande con una delegación chiquita. El resto de los países tienen mucha infraestructura y mucho apoyo. En Argentina hace mucha falta el apoyo. Sin irnos más lejos, Chile tiene entre 10 y 12 pistas y nosotros llegamos a 6 en todo el país.

 

¿Qué objetivos se vienen?

 

El objetivo son los dos mundiales. El año que viene en Japón a ver si clasificamos. El 2023 otro mundial que no se sabe la sede todavía. Los panamericanos en Chile 2023 y París 2024 como fin de este ciclo olímpico que es muy corto.

 

Por último y te agradezco, ¿el resultado de Tokio fue producto del año y medio de pandemia y las restricciones?

 

Creo que a mí me benefició, lo decía antes de los juegos, me sentí muy bien y el año de estar encerrados fue volver a cero. Volver a mirar y ver toda la técnica y sirvió.  A mi particularmente me sirvió un montón así que entrené en casa, tenía mi gimnasio, no lancé por 6 meses, pero no creo que haya sido parte del resultado.

 

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