Ya estamos en año nuevo con viejos desafíos o conocidos problemas. A pocos días de que algunos balances obligatorios tuvieron lugar para proyectar desde municipios, provincias y nación la elaboración de la Ley de Presupuesto y con ello el plan de cómo se prevén los próximos 12 meses, todo parece indicar que la inflación, base de muchas dificultades y a su vez índice de debilidad en política económica del país, no parece que, para los próximos meses, tendrá una recuperación significativa de manera tal que repercuta en la recuperación del salario.
No está de más señalar que el aumento sostenido de la inflación, como sucede en Argentina, se traduce en el incremento general de los precios, lo cual repercute directamente en la disminución del consumo de bienes y servicios. De igual forma lacera la economía hogareña empobreciendo o poniendo al límite de la pobreza a muchos hogares.
Es menester recordar que en Nación no se aprobó el presupuesto, lo cual -en general- trae mayores dificultades a las provincias. No obstante, más allá de la importancia de aprobar la ley de leyes, lo que Argentina demanda es un acuerdo político entre oficialismo y oposición lo cual no parece que ni los reyes magos puedan lograrlo.
Este 2022 viene con salaros devaluados y con la incertidumbre para muchos -incluyendo a gran parte de los que tienen la suerte de trabajar en blanco- de no tener lo suficiente para pagar los servicios básicos y a la vez satisfacer necesidades tales como la alimentación adecuada. A ello se suma un deterioro marcado en la educación pública lo cual implica que muchas familias son conscientes que sus hijos no reciben la adecuada respuesta académica que cada nivel escolar le debe brindar, con consecuencias no solo para el presente, sino también en el futuro.
También el 2022 comenzó con una nueva ola de coronavirus con un incremento exponencial de contagios, con la consecuente alarma en el sistema de salud que puede, nuevamente llegar al límite de su capacidad de atención a pacientes.
Los primeros meses del 2020 -al inicio de la pandemia- se evidenció como nunca el deterioro de la salud pública y la necesidad que se garantizara este derecho por parte del Estado. Por aquellos días se hablaba que íbamos a salir distintos, que venía un después mejor.
Tanto el personal sanitario del país y los vecinos -especialmente de esta provincia- aún están esperando que en esta área se comience a trabajar en políticas de Estado que prevalezcan de un gobierno a otro sin importar otra cosa que la calidad de la salud de los argentinos.
Ha quedado demostrado que la ineficiencia y la falta de recursos en salud pública no afectan solamente a los que tienen bajos recursos, nadie escapó a las consecuencias de la pandemia de ahí que a estas alturas debería ser una preocupación y una ocupación de todos.
Por otra parte, venimos de un periodo de marcada sequía, la emergencia ígnea ha sido declarada en el país. En Chubut y especialmente en nuestra zona, estamos rogando porque no se prenda un imprudente fósforo de más o que la poda que no se hizo no provoque que una falla eléctrica nos triga una desgracia que solo la lluvia pueda controlar. Solo se habla del peligro de incendios pero aún a sabiendas de lo que puede llegar a pasar, comenzamos el verano sin un adecuado trabajo preventivo y sin los recursos suficientes para que no ocurra un fuego imparable.
Chubut no puede pasar un nuevo año a los saltos e improvisaciones. Esquel hace mucho que gira sobre la nada y no avanza para ninguna parte y del gobierno nacional no se sabe bien que quiere para Argentina ni en política interna ni menos en política exterior.
¿Puede ser el comienzo de año también un comienzo y toma de conciencia de no seguir en una eterna crisis institucional y política que atraviesa tanto al municipio como a la provincia y nación?
Que difícil pinta el panorama si los actores que hoy son el elenco de la escena política siguen en la única línea que hasta ahora coinciden: mantenerse si o si en papeles principales o como elenco de reparto sin dejar ¡jamás! el escenario. Si se empeñan en ese plan de una forma u otra el comienzo que estamos viviendo no es simplemente de un nuevo año, es de una nueva era que se parirá con sufrimiento, pero seguro que con futuro porque sin remedio tendrá que haber un remplazo y una nueva forma de dirigir los destinos del municipio, la provincia y la nación
Chistecito de Yapa
Un Licenciado en Administración pasa una semana en su nueva oficina con el Gerente al que va a reemplazar.
El último día, antes de marcharse, le cuenta que le dejó dos sobres en el escritorio y que el primer sobre debe ser abierto si sufre algún tipo de crisis con la empresa y el segundo sobre, si ocurre una crisis más adelante.
Tres meses después ocurre una crisis, todos los empleados estaban y el Administrador se sintió amenazado por la situación. Recordó las palabras de su predecesor, buscó y abrió el primer sobre. El mensaje adentro decía “échame la culpa”.
Así lo hizo y se salvó de las consecuencias.
Tres meses después, hubo una nueva crisis, así que abrió el segundo sobre.
El nuevo mensaje decía: “andá armando dos sobres”