Hace algún tiempo atrás me horroricé cuando una amiga confesó que prefería perderse la oportunidad de entrar a un trabajo a que tener que enviarles un CV. En su momento me pareció una tontera que una vez que había presentado un proyecto, había logrado tener las entrevistas y, encima de todo, el trabajo le interesaba decidiera no seguir adelante con el proceso de selección si debía presentar un CV. Me pareció que con la formación y experiencia que tiene mi amiga no iba a tener ningún problema. Es decir, nadie se animaría a decir que no está calificada para el puesto (y desde mi visión capaz que hasta se encuentra sobrecalificada para el mismo).
Pero… dándole una segunda mirada: una hoja de vida puede decir muchas cosas y ser puro bla bla bla. Sí, soy escritora y sé lo fácil que puede ser armar una buena ficción. Es muy fácil inflar un CV. No hablo del acto de armarlo con información completamente inventada, sino de inflarlo. Podés agarrar las cosas que ya hiciste, los trabajos que ya tuviste y en la sección de tareas sumar algunas responsabilidades que jamás te dieron… pero que se asemejan a las responsabilidades que estás buscando. También podés poner en la sección de capacitación los cursos que hiciste y no importa si prestaste atención o no, lo importante es que tengas el papelito.
También todos sabemos lo que es armar un primer Currículum, ese con el que vamos a patear la calle por primera vez. ¿Quién no puso que había cubierto horas el quiosco de la abuela? ¿O que había cuidado niños cuando solo eran sus sobrinos? Y siendo realmente sinceros: salvo excepciones donde se requieren estudios específicos… un currículum se puede inventar por completo. Podés fingir demencia, hacer de cuenta que viviste en otra ciudad, poner que trabajaste en de administrativa o lo que se te dé la gana en lugares que ni siquiera existen. ¿Y las referencias? Pones un nombre inventado y el teléfono de un amigo que te haga la gamba.
Sin embargo, ese no era el punto de mi amiga. No es que no trabaja con CV porque en ellos se puede mentir. Ella elige trabajar sin hoja de vida porque lo importante es conocer a la persona, escuchar lo que tiene para ofrecer, prestar atención a las razones por las que está buscando trabajo en ese lugar. Y entonces pienso en cómo conseguí yo la mayoría de mis trabajos: nunca fue por el CV. Si, es cierto que siempre lo presenté en cada lugar en el que trabajé, en algunos tuve la suerte de que me llamaran a una entrevista y así de toque quedé. En otros, nunca me llamaron y sin embargo terminé trabajando ahí igual. Fui una, dos, tres, cuatro y todas las veces que fueron necesarias hasta el lugar. Fui conociendo a la gente que trabaja ahí, pregunté mil veces por los responsables de contratación, charlé con la gente y conté mis razones para querer trabajar ahí. Y de repente, la idea de mi amiga de rechazar un trabajo porque solo les interesa el CV ya no me parece tan alocada.