Mauricio Lima es artesano y se dedica a producir y vender garrapiñadas en el centro. Todos los días se lo puede encontrar con su carrito en una de las cuadras más transitadas por las y los vecinos de Esquel.
En diálogo con Red 43, Mauricio contó que lleva adelante este emprendimiento desde hace 3 años y medio. Es oriundo de San Juan, lugar en donde es habitual observar a vendedores ambulantes de garrapiñadas.
“Del lugar de donde vengo en una cuadra tenés 3 carritos. En todo el norte argentino es muy común y me llamó la atención que aquí nadie hiciera garrapiñadas porque el clima es ideal”, contó sobre el origen de su trabajo.
“Me decidí un día y me mandé con el carro con la ayuda de mi compañera”, expresó.
Cuando comenzó con el oficio, se lo podía ubicar en la esquina de uno de los bancos de la ciudad. No obstante, y luego de un tiempo, decidió permanecer en la calle 25 de mayo, entre 9 de julio y Rivadavia, porque representa uno de los lugares más transitados y frecuentados por las y los vecinos de Esquel.
Contó que para hacer garrapiñadas se necesita “maní crudo, azúcar, agua y esencia de vainilla”. Este último ingrediente lo considera “el marketing del producto” debido a que grandes y chicos se acercan al puesto atraídos por el olor dulce que desprende.
El consumo de garrapiñadas se encuentra muy asociado a las fiestas de fin de año, pero para Mauricio es un alimento que puede consumirse en cualquier época. “San juan, Mendoza o Córdoba es común ver todos los días gente vendiendo en carritos”, sostuvo.
Asimismo, reconoció que instalar este producto en nuestra región no fue una tarea sencilla por el fuerte arraigo de la comunidad a la tradición de comer garrapiñadas solo en Navidad o Año Nuevo.
“Al principio se hizo duro, hasta que la gente lo probó. Tengo clientela, gente que viene y compra siempre”, indicó, y destacó que las y los niños son quienes más se sienten atraídos.
También resaltó que la ciudad tiene el “clima ideal” para la elaboración de garrapiñadas debido a las altas calorías que contienen.
“Cuando hace frío se vende mucho, incluso viene la gente y me pide garrapiñadas calentitas y recién hechas”, expresó.
Sobre las devoluciones que realizan los vecinos al probar su producto, sostuvo que le dicen que es “muy rico”, y valoró el acompañamiento y apoyo que recibe por parte de la comunidad esquelense.
Mauricio trabaja todos los días de 17 a 20.30 horas en el centro de la ciudad y, además, se lo puede encontrar en la feria de Trevelin en donde muestra sus obras artísticas.
“Participo en la feria todos los domingos. Pinto cuadros con la técnica digitopintura, que es con los dedos, y lo hago eso de toda la vida”, concluyó.