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18 de Marzo de 2022
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Magdalena Robersson

El Presidente en su Laberinto

La aprobación del acuerdo con el FMI no dejo dudas sobre el quiebre oficialista. 

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Todas y todos no están del mismo lado. El actual escenario es de definiciones políticas para el presidente; hace uso del poder que le da su propia envestidura o de lo contrario, la debilidad mostrada en la conducción del gobierno, traerá consecuencias muy difíciles para Argentina dado la situación económica complicada del país y el contexto internacional marcado por la invasión de Rusia a Ucrania.

 

Alberto Fernández inició su mandato al mismo tiempo que la pandemia. Era el comienzo para el país, la región y el mundo de nuevos paradigmas políticos y sociales que todavía están en construcción.

 

El mandatario parecía un hombre de consensos, un estilo diferente al de la vicepresidenta quien lo había convocado para el cargo. Para los argentinos ver a oficialismo y oposición del mismo lado, en circunstancia tan complicadas, era recobrar confianza perdida y un poco de esperanza en la política.

 

Tal como sucedió con el reciente acuerdo con el FMI y como fue con la pandemia, desde la oposición se le dio el aval al presidente para que fueran aprobadas las medidas que se pedían, no sin antes destacar que el manejo de ambas crisis estaba en manos del gobierno.

 

El encanto de oficialismo-oposición trabajando juntos se rompió rápido con los desaciertos del gobierno en el manejo de la pandemia y a su vez el Alberto de consensos fue debilitándose dentro de un gobierno sin rumbo que lo mostraba carente de poder y de decisiones propias.

 

En tanto las elecciones legislativas del año pasado dejaron un mensaje explicito al kirchnerismo y a la Cámpora, su núcleo duro: el camino al 2023 está muy complicado y hay que acudir a todos los recursos posibles para despegarse de un gobierno que formó a su medida, pero ahora sus fracasos económicos y sociales van en detrimento de las aspiraciones de continuidad para el 2023.
Cristina ya dejo claro que para derrotas no cuenten con ella, nunca asumió un fracaso y esta vez no iba a ser diferente; no estuvo al momento de la votación del acuerdo con el FMI y ya había dejado entrever que las piedras que entraron por la ventana de su oficina eran responsabilidad del propio gobierno del que es parte; la operación de ruptura va a acompañado de una lirica narrativa que sabe muy bien manejar el kirchnerismo, al igual que maneja  las cajas de mayor recaudación como las de PAMI y ANSES.

 

 

 

De igual forma la oposición, esta vez, acompaño un acuerdo que es producto de una crisis que ayudó a construir cuando fueron gobierno; eso sí, ahora saben que pueden perder elecciones y que no son, todavía, la alternativa para un retorno seguro.

 

Para el presidente los próximos meses son decisivos: tiene que conservar la institucionalidad y, por otro lado, la economía inflacionaria del país está enmarcada en un contexto internacional donde también la inflación está en alza con un aumento marcado de las materias primas, de ahí que las medidas que ponga en práctica tendrán que ser el primer rumbo que, de verdad, piense para Argentina y que no signifiquen más pobreza y falta de oportunidades para los que menos tienen.

 

En sus primeras palabras tras el acuerdo firmado Alberto Fernández dijo que se debe inaugurar un tiempo de “trabajar juntos”, esta vez no puede ser solo una frase hecha o una mera intención.

 

La gobernabilidad y a la estabilidad del país dependen de su capacidad de acuerdos y su  decisión de hacerse cargo de la presidencia para la que fue electo.

 

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