RED43
10 de Septiembre de 2023
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Rocío Paleari

Lo que queremos los dos

Una nueva nota sobre las distintas formas que puede tener el amor (o des-amor).  

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Vos respiras al lado mío. Dormís de costado, como duermen los bebés en el útero materno. Tu respiración es profunda, tranquila, tuve la suerte de que no seas un roncador profesional. Pienso que con vos también tuve suerte porque te gusta cocinar, porque sos bueno poniendo orden cuando yo desacomodo todo, porque sabes hacer los chistes en el momento correcto, y porque sos lindo, muy lindo. Pero… te veo dormir y yo sé que lo nuestro no va más.

 

No es que no nos entendamos, no es que no la pasemos bien juntos, no es que no nos divierta hacer los mismos planes; simplemente queremos cosas distintas. Yo quiero vender todo, armar mis valijas y viajar. ¿A dónde? No sé. ¿Con qué propósito? No sé. ¿Buscando qué? No sé. Yo solo sé que me quiero ir. Vos querés que te den un ascenso en el trabajo, hacer carrera en la multi, cambiar el smart TV de tu casa, comprar un mejor sillón, que por fin te funcionen las cosas con alguna chica y mudarte con ella.

 

Seguís respirando en el colchón al lado mío y yo no puedo pegar un ojo. Es que realmente me lo pregunto: ¿Cuándo tenés los planes tan armados te da lo mismo quién te acompañé en el viaje? ¿Es real todo lo que decís? ¿O lo haces por qué se supone que es lo que hay que hacer? ¿Cómo podés tener la vida tan armada si no sabés lo que va a pasar?

 

Yo no tendré mi camino tan en claro… ahora trabajo en una multi, mientras estudio, sé que quiero sacar mi título rápido, que la ciudad me está empezando a cansar, que sí, que me gustaría enamorarme, que muchas veces pierdo la cabeza por un rato, que me aburro fácil, pero la mitad de las cosas que voy haciendo jamás las habría pensado… la vida se me presenta y hago con lo que hay. Realmente me pregunto cómo haces para tenerlo tan en claro.

 

Te movés un poquito, apenas un poquito en la cama, y pienso que todo en tu vida es así: siempre te movés apenas un poquito. Creciste en Colegiales, te mudaste a Palermo hace tres años, volvés todos los domingos en bici al barrio de tu infancia a comer las pastas que hace tu vieja. Todavía te juntas con los mismos cuatro amigos que tenés desde la primaria, te hiciste dos amigos nuevos en la universidad. Ahora salís con una chica del interior y te brillan los ojitos cada vez que te cuento sobre cómo es crecer en la Patagonia. Y cuando ese brillo aparece, yo me miento a misma, por un momento creo que descubrir que hay otro mundo, un mundo en el que hay un montón de maravillas por ver, te va a convecer de que la vida es movimiento. Pero, no. Es todo una mentira que me cuento para no hacerme cargo, de que por muy regio que seas, no sos el indicado para mí.

 

Y te veo respirar. Y yo quisiera dormir tan tranquila. Y hasta te envidio. Sé que yo nunca voy a dormir así mientras esté quieta en un lugar. Sé que no tengo nada en claro. Sé que mi deseo es algo que aparece día a día. Sé que me gusta hacer lo que me pinta, cuando me pinta. Y hoy, en está noche, en esta vida, por fin sé, que no puedo seguir con vos. Por qué esto no se puede tratar solamente de lo que quiero yo, sino de lo que queremos los dos.

 

 

 

 

 

 

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