05 de Mayo de 2024
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Karem Boudargham: somos del mundo, busco bailar para el mundo

Pasado el Día Internacional de la Danza, la multifacética Profesora de Danzas y Psicóloga Social Karem Boudargham, hija de Simón Massoud Boudargham y Norma Gelves, madre de tres hijos, cuenta cómo fue su vida hasta llegar a lo que es hoy.

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Por Lelia Castro

 

Karem Boudargham, esquelense de nacimiento y ciudadana del mundo por elección, ha construido su vida entre los ritmos de la danza y la pasión por conocer nuevos horizontes. Desde sus primeros días en la Patagonia hasta sus incursiones en tierras lejanas, Karem ha forjado una historia marcada por el movimiento y la búsqueda de conexiones humanas.

 

Nacida en Esquel y criada entre el Barrio Docente y la Plaza del Cielo, Karem encontró tempranamente su pasión por la danza, guiada por una abuela y una madre entusiastas del arte. De la mesa familiar a los festivales locales, su infancia estuvo impregnada de los compases del tango y el charleston, semillas que germinarían más tarde en su dedicación a la enseñanza y práctica de las danzas árabes.

 

Yo empecé a bailar por mi abuela materna, ella me hacía bailar, hacía que me agarre de la punta de la mesa y ahí me enseñaba a mover mis pies aislando mi torso, o dividiendo mi cuerpo en dos, me enseñó Charleston y tango. También mi mamá, que es una mujer muy bailarina, que me enseñó y me llevó a todos los festivales de danza que había, también cuando venían artistas, íbamos a todo. Mi papá un montón, acompañando todo lo que yo quería hacer, él me acompañaba, me llevaba y me buscaba siempre, sobre todo en la parte deportiva; llegábamos a casa, me hacía masajes, me tenía la sopa lista y me preparó elementos en el patio de casa para que yo pueda entrenar: una viga, equilibrio, me hacía saltar la soga”.

 

 

Desde sus primeros días en Esquel, Karem asistió al jardín y luego al Colegio Salesiano, donde comenzó a forjar amistades que perduran hasta hoy. A lo largo de su escolaridad, transitó entre la Escuela N°76 y la Escuela Normal, dejando una huella indeleble en cada aula y patio.

 

De todas las escuelas tengo amigos, conocidos y hermosos recuerdos. La verdad que me alegra ser una persona que ha pasado por distintas escuelas de Esquel, porque me hizo conocer más gente, que hasta el día de hoy siempre nos preguntamos cómo estamos y demás, y gente con la que conservo una amistad”.

 

Su amor por la danza y el deporte la llevó a explorar el mundo desde una edad temprana. Desde competiciones de gimnasia deportiva hasta viajes por Europa, Karem descubrió su vocación en cada paso del camino. Su entrenador, Carlos Maiola, fue una figura central en su desarrollo, infundiendo disciplina y determinación que la llevaron a representar a su país en torneos internacionales.

 

Me marcó para siempre, sobre todo con el tema de la disciplina y con el objetivo, que cuando tenés un objetivo tenés que trabajar duro para cumplirlo, como fue en mi caso en torneos nacionales y también llegar a un mundial de gimnasia acrobática y poder vivir toda esa experiencia maravillosa, con gente de 80 países del mundo, compartiendo, viviendo otra cultura, y eso lo viví a los 12 años”.

 

 

Su adolescencia se nutrió de disciplina y objetivos claros, aprendiendo valores fundamentales a través de la gimnasia deportiva. Los viajes se convirtieron en su segundo hogar, llevándola a Trinidad y Tobago, Alemania, y España, donde cultivó no solo sus habilidades físicas, sino también su amor por el intercambio cultural.

 

 

El mundo se convirtió en su escenario principal. Desde Barcelona hasta Buenos Aires, Karem ha explorado nuevas perspectivas, tanto en el arte como en la producción teatral, desafiando las dificultades económicas, pero nunca perdiendo el amor por su vocación en cada paso.

 

 

"La danza es mi motor", confiesa Karem, quien ha utilizado su arte como un lenguaje universal para conectar con sus alumnas y con sus propias emociones. Su incansable búsqueda de libertad económica busca alimentar su deseo de seguir explorando el mundo junto a sus hijos, enriqueciendo su legado multicultural y su pasión por las artes escénicas.

 

Igualmente, además de ser profesora de danzas árabes estudié otras cosas, pero para llevar al salón de clases, siempre me gustó el salón de clases, prepararme para eso, pensar en cada alumna, pensar en el desarrollo de cada una, acompañarlo. Siempre digo que mi escuela de danzas es más que danza, porque me fijo en cada persona que llega y acompaño ese desarrollo dentro del baile, que también ayuda un montón al amor propio, y por ahí a la personalidad, da determinadas seguridades y herramientas para lo que es la vida; te conecta con tu cuerpo, pero también te genera algo distinto para el día a día”.

 

Después de tener a sus hijos en Esquel, emprendieron una travesía que los llevó a Europa y luego a Buenos Aires. Allí, Karem encontró su camino en la producción artística, colaborando con destacados nombres del teatro y la música.

 

Pero su historia va más allá de las fronteras geográficas. Karem es una exploradora del alma humana a través de la danza. Como psicóloga social y profesora de danzas árabes, utiliza su arte para conectar culturas y transmitir valores.

 

No es ajena al sufrimiento ajeno y le afecta lo que pase en el mundo, como las guerras o la desigualdad, por lo que continuamente se mantiene informada, se define como una persona empática.

 

“Sufro también cosas de mi vida, el dedicarse al arte es una decisión, yo no puedo escaparme de eso, para mí trabajar no es trabajar, porque lo hago con total entrega y pasión, trabajo 24/7 porque me gusta, me entretiene. ¿Y en qué sentido me hace sufrir? En que por ahí tengo que luchar tanto para poder sostener mi vida económica, eso algo que me gustaría que sea de otra manera. Si bien tengo muchas recompensas por dedicarme a lo que amo, poder vivir de lo que amo, porque vivo bien, no es que estoy mal, pero considero que debería vivir mejor por ponerle todo lo que le pongo a mi trabajo y también por todo lo que logro con mi trabajo”.

 

En cada clase, Karem Boudargham continúa compartiendo más que movimientos; trae consigo una historia de vida que inspira y transforma, dejando un legado de empoderamiento y amor por la danza en cada persona que cruza su camino.

 

Hoy, su sueño es seguir explorando, llevar su arte por todo el mundo y dar a sus hijos la libertad de descubrir nuevas tierras. Karem Boudargham es una verdadera ciudadana del mundo, cuyo corazón late al ritmo de la danza y cuya historia es un testimonio de resiliencia y pasión.

 

“Tengo un sueño muy grande, pero que es un deseo que se va a cumplir, que estoy trabajando hace un tiempo para eso, que es poder tener libertad para viajar. Mis hijos también desean viajar, ellos han viajado mucho. Dentro de Argentina hemos viajado mucho por un tiempo largo, hemos conocido muchas provincias, siendo más chiquitos, pero siempre estuvo el viaje entre nosotros, ellos han ido a la escuela en muchos lugares y busco esto: poder seguir conociendo lugares del mundo, creo el mundo es de todos, somos del mundo; soy argentina, soy patagónica, soy esquelense, pero también soy del mundo”.

 

 

 

 

 

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